Nueva York. Casi 50 hombres, mujeres y niños fueron asesinados o heridos en el ataque anti latino más letal en la historia reciente de Estados Unidos hace un año, un acto de odio calificado como “terrorista” por algunos nutrido por la retórica oficial xenofóbica que ha elevado la violencia racista en el país.
Hace un año, Patrick Crusius, un joven blanco de 21 años de edad, armado con un rifle tipo Ak-47, manejó unas 10 horas desde su hogar cerca de Dallas hasta El Paso con el propósito explícito, según el mensaje que supuestamente redactó y subió a internet, de frenar “la invasión hispana de Texas” y cuando fue detenido dijo a los policías que su objetivo era matar mexicanos. Al llegar, entró a un Walmart donde en unos cuantos minutos mató a 22 personas (otra más murió nueve meses después de sus heridas), e hirió a 22. Nueve de los muertos eran nacionales mexicanos.
Hoy día, Crusius enfrenta 90 cargos, incluyendo 23 por crímenes de odio. El fiscal distrital aseveró: “este crimen de odio podría ser considerado un acto de terrorismo doméstico”.
A lo largo del día se realizaron actos de conmemoración en El Paso, incluyendo el sitio de la matanza. En un parque cercano, un “jardín de curación”, se colocaron 23 siluetas decoradas con flores; en otro parque se colocaron 23 círculos de veladoras. Varias organizaciones realizaron eventos conmemorativos en esa ciudad, tanto para recordar las vidas perdidas como “para demandar justicia” no sólo en torno al acusado, sino ante las políticas antimigrantes y xenofóbicas.
“Hace un año, nuestra comunidad y la nación estuvieron consternados y desconsolados por el acto horrífico de terrorismo doméstico nutrido por el racismo y la xenofobia que mató a 23 almas bellas, hirió a 22 y nos devastó a todos”, declaró hoy la diputada federal Verónica Escobar, quien representa ese distrito. Afirmó que con el dolor de este aniversario, los habitantes de El Paso “debemos continuar enfrentando el odio con amor y confrontar la xenofobia tratando al extranjero con dignidad y hospitalidad”. Se comprometió a continuar la lucha contra la violencia armadas “y las epidemias de odio” que cunden en Estados Unidos.
Otros líderes latinos y de defensa de inmigrantes acusan que el discurso antimigrante y racista oficial nutrió el clima para lo que ocurrió en El Paso hace un año, y señalan que aunque no fue un atentado con bendición oficial, en cierta medida las órdenes provenían del presidente y sus aliados. “Había una narrativa muy poderosa proveniente del presidente de Estados Unidos… una narrativa de racismo y xenofobia y supremacia blanca”, afimó Fernando Garcia, director de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos en entrevista con USA Today. Concluyó que “el 3 de agosto no fue circunstancial” sino el resultado de la combinación del fácil acceso a las armas, la supremacia blanca y la retórica antimigrante del presidente.
Cuando el presidente Donald Trump visitó El paso pocos días después, a pesar de un coro de líderes locales que le solicitaron que no llegara y otros que rehusaron a reunirse con él, rehusó considerar cualquier medida para controlar la venta y el uso de armas de fuego (el rifle y más de mil municiones empleados por el acusado fueron compradas por Internet). Tampoco reconoció ninguna relación entre los hechos y la retórica xenofóbica de su gobierno. A lo largo del día también decidió atacar a políticos demócratas en Texas.
Pero tal vez la imagen que provocó la mayor controversia fue una difundida por la cuenta de Tweeter de la primera dama Melania Trump durante la visita que hicieron al hospital en El Paso (aunque no se reunió con ninguno de los heridos ahí): la imagen tiene a la primera dama sonriendo con un bebé en sus brazos, su esposo el presidente a su lado con una sonrisa y haciendo el gesto de pulgar arriba (o sea, todo bien). El bebé de dos meses, Paul, era un nuevo huérfano -sus padres estuvieron entre los muertos en el tiroteo.
Críticos señalaron que el bebé fue trasladado de su hogar para servir de escenario para los Trump. Médicos en el hospital contaron que Trump les platicó de cómo sus mítines habían sido más grandes que los del entonces candidato, y originario de El Paso, Beto O’Rourke.
Mientras tanto, no se ha avanzado en promover nuevas medidas para el control de armas en manos privadas por el gobierno federal ni el estatal de Texas bajo el gobernador Greg Abbott, fiel aliado del presidente, cuya campaña electoral incluyó propaganda sugiriendo que los texanos podrían tener que defender la seguridad fronteriza “con sus propias manos” el día antes de la masacre, recuerda el Texas Tribune.
Trump, por su parte, no hizo mención del aniversario.