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Editorial / Eusebio Leal: 500 años de historia

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El historiador Eusebio Leal Spengler camina en el patio del Museo de la Ciudad de La Habana, Cuba, en noviembre de 2018. En cuanto la pandemia lo permita, se le rendirá tributo en el Capitolio cubano. Foto Ap
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01 de agosto de 2020 10:22
Si las ciudades pueden pasar el trance de un duelo, hoy La Habana llora al hombre que le dedicó su vida por más de medio siglo. Con ella se conduele el mundo entero, pues gracias a la incansable labor de Eusebio Leal Spengler el casco antiguo de la capital cubana pervive intacto como Patrimonio de la Humanidad para todos los pueblos y todas las generaciones por venir.

Nacido en 1942, Eusebio Leal trabajó para la ciudad desde los 16 años, y durante su prolongado mandato al frente de la Oficina del Historiador de La Habana cumplió una tarea de erudición, pero, ante todo, de divulgación e integración de la comunidad. Ajeno a la imagen del funcionario o el académico encerrado en una oficina, Eusebio es recordado por los habaneros como un caminante siempre presto a entablar conversación para ampliar y compartir sus conocimientos. Como dijo acerca de su programa televisivo Andar La Habana, el nombre estuvo bien escogido porque realmente aprendí la ciudad caminando por ella y sorprendiéndome siempre de cosas que no veía antes.

La enumeración de sus títulos y condecoraciones resulta vana frente a la sencillez que le caracterizó, pero debe mencionarse que se necesita más de una cuartilla para consignarlos, pues ello da cuenta de una estatura humana que atravesó el vacío creado por muchas instituciones en torno a los intelectuales que nunca renegaron de sus convicciones revolucionarias. Fiel a estos principios, Eusebio no se limitó a registrar el pasado y el presente de su objeto de estudio: se comprometió con la construcción de su futuro. Cuando fue necesario, emprendió esta labor en su sentido más concreto, empujando una carretilla. Ello le valió un reconocimiento unánime, dentro y fuera de la isla, como el artífice del programa de restauración que permitió rescatar de un grave deterioro a las construcciones más emblemáticas del antiguo puerto colonial.

Un trabajo como el suyo resultaría del máximo mérito en cualquier circunstancia, pero cabe calificar de épico el que se haya realizado con éxito bajo la asfixia criminal del bloqueo impuesto por Washington desde 1962. Esta epopeya sólo fue posible porque Leal hizo credo de lo que tantos urbanistas olvidan: la ciudad es su gente. Al integrar a los habaneros en el rescate de la ciudad, se hizo mucho más que mantener en pie una serie de edificios, se salvó a una ciudad, entendida en su sentido más pleno como la comunidad de los ciudadanos.

Encarnación del espíritu del pueblo cubano y su Revolución, Eusebio Leal dio vuelta a todas las adversidades con inteligencia y entusiasmo. Con toda seguridad, una de las mayores satisfacciones de su vida fue haber asistido como protagonista a las celebraciones por los 500 años de la fundación de La Habana el pasado 16 de noviembre. Su legado es una ciudad que le sobrevivirá más allá de cinco siglos.

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