Nueva York. El gobierno de Donald Trump iniciará un retiro de fuerzas paramilitares federales de Portland, un revés inesperado de la “oleada” ordenada por el presidente para reprimir a activistas, parte de su estrategia electoral como el candidato de “la ley y el orden”.
La gobernadora de Oregon, Kate Brown, anunció el acuerdo y que oficiales de la policía local y estatal se encargarían de la seguridad física del tribunal federal que ha sido el sitio de los enfrentamientos y represión cuyas imágenes han dado la vuelta al mundo.
Esas fuerzas federales vestidas en camuflaje que casi cada noche durante los últimos 28 días repetidamente lanzan gases lacrimógenos y balas de hule contra activistas y simpatizantes del movimiento Black Lives Matter, además de que sus agentes encubiertos han secuestrado a otros en esa zona sólo para detenerlos sin cargos y dejarlos salir horas después, fueron enviadas para generar imágenes para la campaña de Trump, buscando mostrar el “caos” que existe en ciudades con gobiernos demócratas.
El despliegue de estas fuerzas no fue solicitada ni fue consultado con las autoridades municipales o estatales, muchos de los cuales han denunciado esa presencia y acusado de que son los responsables del desorden.
Hoy la gobernadora Brown reiteró que “estos oficiales federales han actuado como una fuerza de ocupación, han rehusado rendir cuentas, y han traído violencia y conflicto a nuestra comunidad”.
De hecho la presencia de estas fuerzas federales, compuestas de equipos especiales de agentes del Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza y de la agencia de migración ICE, solo multiplicó las dimensiones de las manifestaciones en Portland como en otras partes del país al hacer crecer la ira ante el intento de represión federal.
Brown reconoció que “a través de Estados Unidos, y de Oregon, el movimiento de Black Lives Matter ha encabezado un levantamiento histórico, con voces afroestadunidenses al centro demandando justicia y mayor rendimiento de cuentas por la policía”. Se comprometió a continuar trabajando con líderes comunitarios para abordar esos temas, reconoció la historia anti-afroestadunidense de su estado, y convocó a todos a trabajar para abord9ar “el racismo sistémico”.
Pero aunque fue un revés para Trump, el presidente insistió en que sin el gobierno federal y sus agentes del Departamento de Seguridad Interna “no hubieran entrado a Portland hace una semana, no habría un Portland -habría sido incendiada y golpeada (…). Si el alcalde y la gobernadora no frenan el Crimen y Violencia de los Anarquistas y Agitadores de inmediato, el gobierno federal entrará y hará la tarea que la seguridad pública local debería hacer”.
El gobierno de Trump indicó que desplegará fuerzas federales, pero en equipos mucho más pequeños, a varias ciudades más para enfrentar lo que llaman una “ola de violencia”. Los alcaldes y varios legisladores de estas zonas, al igual que en Portland, acusan que no existe tal “caos”, y que todo es más un espectáculo para “propósitos políticos”.
Casi todos los días, Trump ha emite un tuit con una sola consigna: “¡Ley y Orden!”.
Por otro lado, el presidente aseguró a la clase media blanca en los suburbios que no se tiene que preocupar más de tener a gente pobre como vecinos. “Estoy feliz por poder informarle a toda la gente viviendo su Sueño de Estilo de Vida Suburbano que ya no tendrán que ser molestados o dañados financieramente al tener vivienda para los de ingresos bajos construida en sus colonias.
Los precios de sus hogares se elevará en el mercado, y el crimen se desplomará”, les prometió, al informar que había anulado una regulación del gobierno anterior para reducir la segregación y discriminación racial en los suburbios.
Como todo lo que hace, esto tiene fines electorales, buscando rescatar el voto blanco suburbano que fue clave para su triunfo electoral pero que ahora muestra señales de abandonarlo.