Washington. El paquete de rescate económico aprobado por el Congreso estadunidense en la primavera es el más cuantioso de la historia, ascendiendo a 2.2 billones de dólares. Pero ahora, en momentos en que la pandemia del coronavirus está empeorando, es evidente que ello apenas fue el comienzo.
Ante el implacable aumento del número de casos y muertes por coronavirus, el devastador ciclo de la enfermedad ha comenzado de nuevo, dejando al Congreso sin otra alternativa que aprobar más estímulo económico. Los negocios siguen cerrados, las escuelas no pueden reanudar clases y están desapareciendo millones de empleos, justo en momentos en que la primera versión de la asistencia federal está a punto de expirar.
Si no hay un plan federal para derrotar a la pandemia, el Congreso regresa sin poder ver luz al final del túnel.
“Esta enfermedad no va a desaparecer como arte de magia”, declaró sombríamente el líder de la mayoría republicana en el Senado Mitch McConnell, en una visita a un hospital en su estado de Kentucky hace pocos días.
El lunes los legisladores regresan a Washington para tratar de sacar al país del borde del precipicio en que se encuentra. Si bien la Casa Blanca ha optado por dejar a los gobiernos locales las decisiones de cómo aplicar las pruebas y las medidas de prevención, la falta de acción a nivel federal ha obligado a la Cámara de Representantes y al Senado a tratar de elaborar un nuevo plan de asistencia.
Es una tarea hercúlea y no necesariamente popular, pero la alternativa es peor. Los expertos prevén una crisis aun peor para cuando llegue el invierno. El doctor Anthony Fauci, el máximo experto a nivel nacional en cuanto a enfermedades infecciosas, ha dicho que Estados Unidos necesita “reagruparse”.
Si bien McConnell prepara la presentación de su plan de más de un billón de dólares, reconoce que no encuentra apoyo unánime. Desde ya la Casa Blanca ha pedido modificaciones, los republicanos están divididos y las discrepancias con los demócratas podrían descarrilar la gestión entera.
La presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi ya ha logrado la aprobación de un paquete de tres billones de dólares para aumentar las pruebas de diagnóstico, otorgar ayuda financiera y fijar normas sanitarias para la reapertura de escuelas, tiendas y oficinas.
En días recientes, Pelosi ha lamentado la radicalización del Partido Republicando, recordando que incluso en los días de Richard Nixon, “por lo menos ambos partidos compartíamos el compromiso hacia la gobernabilidad de nuestro país”.
La crisis se hace más aguda en vista de la proximidad de las elecciones en noviembre, especialmente en momentos en que Estados Unidos tiene más casos y fallecimientos por coronavirus que ningún otro país. El viernes, dos directivos de la Reserva Federal (el banco central estadounidense) exhortaron al gobierno a hacer más para enfrentar la pandemia.
“Se nos está agotando el tiempo”, advirtió Pelosi.
A inicios de marzo, cuando el Congreso apenas empezaba a debatir fondos de emergencia, había apenas unos pocos centenares de casos de coronavirus en el país. Para fines de ese mes, cuando el Congreso aprobó el alivio por 2.2 billones de dólares, había más de 100 mil casos y más de dos mil decesos.