La Gripa Española “tuvo efectos terribles” en la vida de la población mexicana de la segunda década del siglo XX. A decir del historiador Felipe Ávila, causó más decesos que los 10 años de la guerra civil revolucionaria.
“Aunque no se tienen cifras exactas comprobables de cuántos muertes hubo en 1918 en el país por esa pandemia, algunos estudios han estimado unas 300 mil en poco más de dos meses, que fue el pico de la epidemia; realmente una cifra considerable”, señaló.
Director del Instituto de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), el también sociólogo dictó este viernes la conferencia virtual La influenza de 1918 y la Revolución Mexicana, como parte del programa Capital cultural en nuestra casa, de la secretaría capitalina de Cultura
Felipe Ávila sostuvo que la llamada gripa o influenza Española ha sido una de las más devastadoras epidemias en la historia de la humanidad, al provocar una mortandad a escala global cuya cifra más baja se calcula en 20 millones de personas y la más alta, en 100 millones, si bien destacó que existe la convención entre los especialistas de que fueron entre 40 y 50 millones.
A México llegó por la frontera norte y los puertos, como ha ocurrido como casi todas las epidemias que no han surgido en el país, detalló. Era el otoño de 1918, cuando la enfermedad experimentaba la segunda de sus tres grandes oleadas, la más mortífera.
Contó que los primeros casos detectados aquí fueron en octubre en Nuevo León, Coahuila y Veracruz, desde donde comenzó el contagio al resto de la población de la época.
“Para el 24 de octubre se habían registrado 60 mil contagios y ya había entre mil 500 y 2 mil muertes diarias, según reportes de la prensa. En la Ciudad de México, el primer caso detectado fue en el cuartel militar de la Villa de Guadalupe, el 10 de octubre. A las dos semanas, había ya 200 soldados enfermos y para fines de ese mes, el 45 por ciento de habitantes de esa municipalidad estaba ya contagiado y habían comenzado a fallecer los casos más graves”, añadió.
“En octubre se reportaba que morían entre 18 y 20 personas diarias en la capital. En el Archivo Histórico de Salubridad se tienen registradas en esta ciudad 7 mil 570 muertes entre noviembre y diciembre de 1918, pero en el resto de la República los casos aumentaron de forma considerable”.
Respecto de cómo se buscó detener la expansión de la enfermedad, Felipe Ávila aclaró que en esa época existía un Departamento de Salubridad creado a partir de la Constitución de 1917 y que la mayoría de las medidas sanitarias eran responsabilidad de los estados y gobiernos municipales, si bien había un Consejo Superior de Salubridad.
También existía un código sanitario creado a fines del siglo XIX en el que se establecía el protocolo contra los brotes epidémicos. Entre esas medidas, resaltó que muchas se encuentran vigentes, como el aislamiento social, la cuarentena, la desinfección y la clausura temporal de todos los espacios públicos, así como el lavado de manos de manera frecuente y su desinfección con creolina, entre otras.
“Eran medidas obligatorias, sin embargo hubo muchas críticas en los periódicos de la época, porque decían que muchas no eran llevadas a la práctica por las autoridades”, sostuvo.