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Ojarasca / La pandemia por sorpresa en la tribu yaqui

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Fosas para las víctimas del coronavirus. Panteón Civil de San Lorenzo Tezonco, CDMX, 2020. Foto Mario Olarte
11 de julio de 2020 15:10

RECUENTO DE UNA CRISIS DE SALUD COMUNITARIA QUE NO PUDO EVITARSE A TIEMPO, Y DE CÓMO EL GOBIERNO APROVECHA LA “INMOVILIDAD SOCIAL” PARA REPLANTEAR EL RECHAZADO ACUEDUCTO INDEPENDENCIA

Las comunidades de la tribu yaqui pasaron de la incredulidad a la preocupación. Se juntan ahora la pandemia con la falta de agua, drenaje y servicios de salud. Los viejos empiezan a morir, los jóvenes no creen y el gobierno del estado aprovecha la situación para imponer megaproyectos que agravarán la escasez de agua en estos pueblos semidesérticos del sur de Sonora.

Mario Luna Romero, miembro de la autoridad tradicional del pueblo de Vícam, uno de los ocho pueblos de la tribu, califica la situación como “muy difícil”. Al principio, cuenta, los mantuvo sin contagios el aislamiento natural de los pueblos alejados de las conglomeraciones de las ciudades. Ya se habían registrado contagios en Hermosillo, la capital, y en otras localidades del estado, pero “en la tribu no se veía ningún caso, la situación nada más la veíamos en la televisión, en las redes sociales, por lo que la gente terminó creyendo que era mentira”.

Las alertas se prendieron en los primeros días de junio, cuando, señala Luna Romero, “empezaron a manifestarse brotes de Covid” en las comunidades, “pero la gente siguió con la misma inercia de que no era cierto, de que probablemente era un manejo mediático de la Secretaría de Salud”. Y luego, “poco a poco nos dimos cuenta de que cada vez era más y más la gente que se estaba contagiando, y eso nos llevó a hacer un análisis interno de la comunidad para enfrentar la situación”. Las autoridades de la tribu platicaron con la Secretaría de Salud y estudiaron la información que les enviaron colectivos solidarios del centro y el sur del país. “Estábamos en la dinámica de ir organizándonos, pero como no pasó nada, la gente se confió y el problema ahora es muy grande. Sonora, ya en todo el mapa del país, aparece en color rojo, con el máximo de la pandemia”. Hay una responsabilidad del sector salud, reclama Mario Luna, pues no hay campañas de campo “para ayudarnos a las autoridades tradicionales a hacer entender a los pueblos la gravedad de esta situación”.

Hoy, dice Luna, “los jóvenes siguen sin creer y los mayores se están enfermando”. Y a esto se suma la contrariedad cultural que les produce la incineración de los cuerpos. “Hay un manejo muy raro de la situación, porque al principio se incineraban los cuerpos y se entregaban las cenizas, lo que representa un shock cultural muy grande porque tenemos que brindar honores, ponerle padrinos para despedir el cuerpo, saludarlo, hacer ceremonias. Y no se puede hacer nada”.

Las autoridades de la tribu hablaron entonces con el sector salud, y les empezaron a entregar los cuerpos pidiendo que los enterraran inmediatamente. “No sabemos si es por la saturación de los crematorios o porque ya no les interesa tanto si nos contagiamos o no, porque a final de cuentas, cuando entregas un cuerpo, queda en manos de la familia. Con el peso cultural que tenemos nosotros para nuestros difuntos, no dudo que algunos familiares hayan abierto las cajas y les hayan hecho todas las ceremonias”, infiere el segundo secretario de las autoridades yoeme.

La tribu yaqui está conformada por los pueblos Cócorit, Bácum, Vícam, Pótam Tórim, Huírivis, Ráhum y Belem, que se asentaron desde hace más de cuatro mil años en la región desértica de lo que después sería el estado de Sonora. Actualmente hay aproximadamente 40 mil yoeme en los ocho pueblos. La zona del valle es atravesada por el río Yaqui, que posibilita la fertilidad de las tierras en las que siembran trigo, maíz, algodón y verduras.

Luna Romero explica que han contabilizado 15 fallecimientos en todos los pueblos (hacia finales de junio), cifra que, dice, “es muy alta para nosotros, además de que también hay un número muy grande de personas contagiadas que se están atendiendo en sus casas”. Un factor importante para el contagio, explica en la entrevista videograbada, es que hay más de tres mil jóvenes de la tribu que trabajan en maquiladoras en diferentes ciudades, “son jóvenes que salen y entran de las comunidades porque tienen que ir a trabajar. Y también están quienes trabajan en los campos y empaques agrícolas, en donde las medidas de seguridad son mínimas”.

La falta de seguridad laboral y sanitaria es un factor importante en el contagio, asegura la autoridad yaqui, pues, por ejemplo, “cuando en una maquiladora detectan a una persona con temperatura alta o un cuadro de gripa, no la atienden, la devuelven a su casa, la ponen en cuarentena de 10 a 15 días y la empresa se desentiende. Es un problema recurrente. Muchas de las personas que se han enfermado y muerto, es porque vino alguien que estuvo trabajando de fuera y contagió a una persona mayor o más débil físicamente”.

Por otra parte, el pueblo de Vícam se localiza a la orilla de la carretera internacional número 15, que conecta a Estados Unidos con Sonora. Es una carretera con un flujo importante de vehículos todos los días “y mucha gente de la comunidad vive de prestar servicios a los automovilistas y traileros, “pero es difícil para nosotros tener un control sobre estas personas que van de paso. De hecho, los primeros contagios llegaron de viajeros que paraban en el pueblo a consumir, a poner gasolina, arreglar una llanta o comprar algo en una refaccionaria”.

La población yaqui vive al día, “es realmente muy difícil que se quede en casa porque tiene que salir a buscar para poder comer”, dice Luna. Ahora, explica, “estamos haciendo trabajo para que se cuiden, se laven las manos y se protejan”. Pero invitarlos a lavarse las manos, añade, “obliga primero a abastecerlos de agua, por lo que estamos negociando con diferentes instancias gubernamentales para que abastezcan de agua por medio de pipas, pero es un trabajo titánico”.

La situación es difícil, insiste, por lo que hace un llamado a los pueblos indígenas solidarios de Estados Unidos, a colectivos de Sonora y del resto de México “para hacer una campaña de cubrebocas. Algunos los estamos diseñando y haciendo en la comunidad. Los compas solidarios nos regalan el material, hilo, telas, plásticos, y poco a poco hemos ido asesorándonos para hacer cubrebocas como una medida de protección adicional”. Por lo pronto, les han llegado mascarillas y termómetros de personas solidarias de Nueva York y Arizona.

El gobierno “nos ha dejado solos”, lamenta. El centro de salud de la comunidad no está entre las prioridades institucionales, por lo que “tenemos que luchar y rascarnos con nuestras propias uñas”. Y mientras tanto, los gobiernos federal y estatal “se aprovechan de la inmovilidad de la sociedad civil para imponer y replantear algunos megaproyectos, como el trasvase de aguas de nuestro Río Yaqui a la ciudad de Hermosillo, con el acueducto Independencia”, obra de gobiernos federales anteriores que “está siendo retomado por la administración de Morena”.

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