Ciudad de México. Mientras el Covid-19 se propagaba por la ciudad, en San Gregorio Atlapulco, Xochimilco, donde se registra el mayor número de contagios, se promovían fiestas patronales. La gente no creía en la enfermedad, hacía su vida normal sin prevención, pero el virus les llegó y al igual que en otras ciudades del mundo salió de un mercado, el más grande de la capital: la Central de Abasto (Ceda), señalaron los lugareños.
Los primeros en enfermar fueron chinamperos, por ello se cree que los productores, quienes se contagiaron en la Ceda, llevaron el coronavirus al poblado. Algunos murieron, otros vencieron la enfermedad y ya se les ve trabajando, porque el hambre no perdona
, platicó José Guadalupe, campesino dedicado a la siembra de rábano, acelga y verdolaga.
Los chinamperos han perdido cosechas enteras, miles de pesos invertidos que no podrán recuperar, comentó Ramiro Castro, quien distribuía lechugas en restaurantes de las colonias Roma y Centro. Los trabajadores se vieron obligados a regresar a sus lugares de origen, principalmente Toluca y Puebla.
Los chiracuarotes, como se identifica a los oriundos de San Gregorio Atlapulco, saben que reportan el mayor número de infectados; el ulular de las ambulancias los alertan, además de las procesiones, que por tradición realizan cuando sepultan a la gente.
Juan Chávez, el señor de la fruta, quien también se surte en la Ceda, como otros vendedores que proveen de insumos al poblado, cayó enfermo. Durante dos meses nadie lo vio. Enfermó de Covid-19 y en el pueblo se corrió el rumor de que ya había muerto, relató su sobrino, Javier Fragoso. El hombre de 69 años logró superar la enfermedad y al verlo nuevamente en su puesto de la esquina de Cuauhtémoc y 21 de Marzo la gente se sorprendía.
El pueblo mató
a mucha gente, recordó Javier, pero ese rumor que ha corrido entre los habitantes despertó su conciencia y algunos empezaron a cuidarse.
La lejanía del poblado del centro de Xochimilco ha mantenido en el olvido a los chiracuarotes, quienes intentaban superar la destrucción que les dejó el sismo de septiembre de 2017, pero llegó la pandemia y la información oficial ha sido confusa, comentó Sonia Hernández.
Lamentó que en este momento sean señalados por los contagios, con sus lonas de advertencia sobre zonas de alto riesgo. Más bien parece un acto acusatorio que de prevención, porque nos quieren responsabilizar de enfermarnos y hasta de morir, cuando ellos no han sido claros
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Ayer falleció Andrés a los 57 años, de causa natural
se especificó en el acta de defunción. Su último viaje lo realizó en un ataúd rodeado de familiares y amigos. El cortejo partió de su casa en el barrio de Los Reyes, pasó por el centro y el atrio de la iglesia hasta llegar al cementerio, donde fue inhumado.
Los decesos, relató César Rodríguez, agente funerario, se incrementaron desde mayo. Dijo que han tenido mucho trabajo y se les complica determinar un número aproximado de los servicios realizados.
Para Sarahí Guerra las cifras no coinciden: Mucha gente muere en su casa; se dice que por diabetes, hipertensión o un paro del corazón. Lo cierto es que si no estuviera el Covid quizá aún vivirían
. Pese a ello, los pobladores se dividen entre quienes se protegen para evitar enfermarse y los que piensan que hasta que el cuerpo aguante
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