Hace cinco años, al anunciar su campaña presidencial, Donald Trump expresó inequívocamente su opinión sobre los migrantes mexicanos. Su agenda xenófoba y supremacista blanca ha tenido consecuencias devastadoras para la vida de todos los migrantes. Los mexicanos en EU vivimos diariamente el resultado de las políticas xenófobas que ha puesto en marcha. No se trata sólo de una política contra la migración ni son sólo los cientos de miles de personas mexicanas deportadas que son arrancadas de sus vidas y son obligadas a dejar a sus familias y sus sueños al otro lado de la frontera. Es el racismo y la discriminación, lo que nos hace temer por nuestra seguridad, que ofende nuestra dignidad al querer presentarnos como personas inferiores, pese a nuestro esfuerzo y nuestro trabajo.
El presidente Trump no considera a México como una nación soberana que merece ser respetada. No se trata sólo de su retórica, sino también de sus acciones. El gobierno de Donald Trump doblegó la mano de México, obligándolo a poner en práctica políticas de control migratorio que resultaron en cientos de miles de detenciones y deportaciones, y a aceptar a los solicitantes de asilo que son devueltos a territorio mexicano a esperar la siguiente audiencia de sus procesos, así como a todas las personas rechazadas en la frontera bajo el pretexto del Covid-19. La Guardia Nacional, que iba a garantizar la seguridad de los mexicanos, ahora destina buena parte de su personal y recursos a perseguir migrantes, para cumplirle a Trump. Esa no es una relación de respeto, sino de subyugación.
Los que vivimos en EU sentimos que el presidente López Obrador sólo se acuerda de la existencia de la población migrante al momento de pedir que mantengamos las remesas. Sin embargo, nos olvida al reducir el presupuesto para los consulados, al terminar con programas como el 3×1 o el Fondo de Apoyo a Migrantes (FAM) y al dejar de defendernos y priorizar las relaciones económicas con EU sobre nuestra dignidad. No somos sólo una fuente de recursos, somos ciudadanos mexicanos que necesitamos de la protección del Estado mexicano.
Resulta imposible justificar la visita del presidente López Obrador a Washington en plena campaña presidencial. Todos sabemos que Trump utilizará este encuentro con fines electorales. Aprendimos del error del presidente Enrique Peña Nieto, quien recibió al entonces candidato Donald Trump. Ahora, vemos con preocupación y decepción cómo ese error se olvidó y el presidente López Obrador decide visitarlo a cuatro meses de las elecciones presidenciales durante una emergencia sanitaria y cuando se nos excluyó de los alivios económicos, aun cuando somos gran parte de los trabajadores denominados esenciales
y estamos poniendo en riesgo a nuestras familias y nuestra salud, todo para sobrevivir. Esta visita debió evitarse.
Hasta ahora López Obrador no ha sido el presidente de las y los mexicanos en el exterior. El gobierno invisibiliza las realidades y necesidades de los casi 12 millones de personas mexicanas que vivimos en EU. La visita y el diálogo debería ser primero con sus paisanos
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Esperamos que esta visita resulte en que el Presidente se sensibilice con la situación de sus paisanos en el exterior e incluya en la agenda de su gobierno: la protección activa y decisiva de los mexicanos en el exterior destinando recursos suficientes para los consulados, expandiendo la protección consular de manera que incluya aspectos laborales y de familia, y asegurando que puedan responder a toda la población mexicana privada de libertad. La visita también debiera poner de relieve la necesidad de fortalecer la respuesta a las personas mexicanas deportadas y forzadas a retornar y a sus familias, garantizando acceso a la salud para ellos, y la convalidación de estudios. El voto y la representación legislativa de los mexicanos en el exterior debería ser parte de la transformación ordenada, profunda y radical que el Presidente dice liderar.
*Originaria de Zacapu, Michoacán. Licenciada en sicología, especialista en educación sexual y maestra en políticas de integración ciudadana. Vive en Chicago y es gerente de capacitación y liderazgo para Alianza Américas. Fue directora ejecutiva de Casa Michoacán, es miembro de la junta directiva de la Red Mexicana de Líderes y Organizaciones Migrantes e integrante del Colectivo de Mujeres Trasnacionales.