Las poderosas protestas por la justicia racial y social nos están llevando a satisfacer exigencias que debieron atenderse hace mucho en cuanto a reformas policiales y llamados a la igualdad e inclusión en nuestra sociedad (...). Pero esta admisión necesaria también ha intensificado un nuevo orden de actitudes morales y compromisos políticos que debilitan el debate abierto y la tolerancia a las diferencias, en favor de una conformidad ideológica. Aplaudimos lo primero, pero alzamos nuestras voces contra lo segundo.
El activista Noam Chomsky; los escritores Margaret Atwood, Salman Rushdie y Martin Amis; la feminista Gloria Steinem; el músico Wynton Marsalis, y decenas de académicos e investigadores firmaron el texto titulado Una carta por la justicia y el debate abierto en la que se pronuncian en contra del repudio y boicot a personas, posturas o instituciones que se considera han transgredido
este nuevo orden antirracista e inclusivo.
Las fuerzas antiliberales están ganando poder en todo el mundo y tienen un aliado en Donald Trump, quien representa una amenaza real a la democracia. No debemos permitir que la resistencia se convierta en una nueva forma de dogma o coerción, igual al que ya explota la derecha
, acusa la carta, que aboga por un clima en que todas las partes se expresen sin temor a represalias. El texto fue publicado en Harpers Magazine.
El documento agrega que el intercambio de información e ideas
imprescindible para una sociedad liberal “se constriñe cada día más. Si bien esto es de esperarse de una derecha radical y censora, vemos que la cultura de la intolerancia también se extiende en las opiniones opuestas a las de la derecha, con la moda de avergonzar públicamente, aislar, y la tendencia a diluir cuestiones políticas complejas a una moral ciega de certidumbre.
“Ahora es demasiado común oír llamados a castigar, de manera rápida y extremadamente severa, a todo aquello que se perciba como una transgresión de palabra y pensamiento. Es aún más preocupante ver a líderes institucionales que, aterrados y en un intento de minimizar daños, propinan castigos apresurados y desproporcionados en lugar de considerar reformas. Editores son despedidos por publicar artículos controversiales, se retiran libros por supuestas falsedades, a los periodistas se les prohíbe escribir de ciertos temas, profesores universitarios están bajo investigación porque citaron ciertos libros en una clase (…) jefes de organizaciones son expulsados por simples errores torpes”, señala la carta.
Afirman que lo que resulta de esto es que se estrechan cada vez más las fronteras de lo que puede decirse o tratarse sin temor a represalias. Ya estamos pagando un precio muy alto entre escritores artistas y periodistas que temen por sus empleos si se apartan de la opinión del consenso o incluso si no muestran suficiente enjundia en su acuerdo
con la única postura considerada aceptable.
Añaden que ya existe una “atmósfera asfixiante que al final dañará las causas más vitales de nuestro tiempo. La restricción al debate, ya sea por un gobierno represivo o por una sociedad intolerante, invariablemente golpeará a quienes carecen del poder, así como a la capacidad de todos de participar en la democracia. El camino de mostrar, argumentar y persuadir es el que tenemos para derrotar a las malas ideas, no silenciarlas ni creyendo que van a desaparecer con sólo desearlo. Nos negamos a tener que elegir entre la justicia y la libertad, pues no pueden existir una sin la otra.
Como escritores, necesitamos una cultura que deje espacio libre para el experimento, el riesgo y el error. Debemos aceptar un posible desacuerdo de buena fe. De esto depende nuestro trabajo. Si no defendemos esto, no esperemos que el público o el Estado lo hagan por nosotros
, concluye la misiva.
El texto completo puede consultarse en: https://bit.ly/2Z5EMqd