Ciudad de México. La capital “dilapida” anualmente mil 100 millones de pesos en el envío de 13 mil 500 toneladas diarias de residuos sólidos urbanos a tiraderos de Ixtapaluca, estado de México, por la falta de voluntad política para crear una infraestructura de reciclaje y una campaña de educación ambiental, afirmó Carlos Álvarez Flores.
El presidente de México, Comunicación y Ambiente estimó que dicho monto de residuos se incrementará en esta emergencia sanitaria por Covid-19, ante las toneladas de cubrebocas, guantes y material médico para hacerle frente, depositadas en bolsas de plástico.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, levantó la prohibición para usarlas el pasado 3 de abril, pues “no hay ninguna mejor opción sanitaria al ser un envase ecológico, barato y fácil de reciclar respecto a las de papel Kraft”, dijo.
Su prohibición en la ciudad, el 2 de enero pasado, aseguró, “no tuvo fundamento, fue una moda, que llevó a 50 empresas a parar y lanzó a la calle a 2 mil 500 trabajadores, al ser catalogada como contaminante, cuando somos nosotros quienes contaminamos”.
El experto con más de 30 años de experiencia en residuos y cambio climático explicó que dicha medida provocó que el programa de separación de residuos implementado en 2013 y que avanzaba precariamente, parara, colocando a la ciudad en un caos.
Recordó que, en la norma NDF024 de manejo de residuos se prevé una sanción de 7 mil 500 pesos a quien no separe la basura en orgánica, inorgánica reciclable y no reciclable, y voluminosa, pero no se ha aplicado una sola multa en los siete años de vigencia.
La falta de voluntad política de las autoridades ha evitado además el reciclaje e impulsar la educación ambiental, cuando existe una ley federal desde hace 15 años que lo establece”, siendo la última campaña de hace 60 años con “ponga la basura en su lugar”.
Adelantó que, su organización, donde participan especialistas del IPN, UNAM y TEC de Monterrey, lanzará una aplicación, para que “los niños, jugando, vean y aprendan que todos los residuos que generamos son necesarios, pero deben separarse”.
La creación de cinco mil centros de acopio en tiendas de autoservicio y de conveniencia, cadenas de farmacias y tintorerías, es una opción para reducir los residuos inorgánicos reciclables y entregarlos a los recicladores.
De esa manera, “dejarían de estar en manos de los pepenadores”; mientras, los orgánicos se depositarían en los camiones de basura en bolsas de plástico para hacer composta, y una fracción de los inorgánico, como pañales o toallas, podría ir a la industria cementera.
Con ello, los 100 millones mensuales en promedio que se pagan por enviarlos a tiraderos, se destinaría a crear una infraestructura de reciclaje, que generaría empleos, pero toca a la Federación tomar el asunto en sus manos y no dejarlo a los gobiernos locales, señaló.