El sacrificio de los equipos participantes es para capitalizar al duopolio televisivo, que en el círculo vicioso requiere dinero para pagar, a su vez, a esos mismos clubes los derechos de transmisión de una Liga cuya calidad va de mal en peor. Sin embargo, hay que celebrar que el balón volvió a rodar, sin importar que la cuarentena se rompió en total desafío al coronavirus, con semáforo naranja tirando a rojo.
Hubo hasta conatos de bronca, con empellones, gritos e insultos, así pasó en los choques entre Pumas-Cruz Azul y Chivas-Atlas, donde la sana distancia fue ignorada al fragor de las patadas, burlas y añejas rivalidades. Fuera de la cancha, los participantes opinaron que el protocolo resultó adecuado, sin embargo, los primeros en dar mal uso al cubrebocas fueron los siempre nerviosos estrategas.
De inmediato se pudo vislumbrar lo que se espera en el Apertura 2020. En tierra de ciegos el tuerto es rey, así que América, Tigres, Cruz Azul y Chivas son parte de ese puñado de clubes que irán como en caballo de hacienda con un poco de esfuerzo, o de plano, se pueden echar a la hamaca la mitad del torneo sin perder la etiqueta de firmes candidatos al cetro.
El brote de Covid-19 en La Máquina orilló a Dante Siboldi a lanzar a la cancha a jugadores de fuerzas básicas. Jóvenes talentosos, ansiosos de hacer derroche de su mejor repertorio. Una lástima que el técnico uruguayo haya decidido, para el complemento, ingresar a algunos de los recuperados de la pandemia, los habituales, entre ellos su consentido y paisano, Jonathan Rodríguez.
Pumas, tan raquítico en lo deportivo como en sus finanzas. Desdichada tarea que le tocó a Jesús Ramírez: erigir un equipo competitivo, pero barato, algo que ronde en el milagro. Ya va ganando con la llegada de Alfredo Talavera, a quien le hacía falta cambiar de aires, y la mejor noticia para la directiva auriazul es que Toluca pagará parte del sueldo del guardameta, pero en el partido ante Cruz Azul los universitarios dieron pena ajena.
A las Chivas se les notó la semana adicional de trabajo. Junto con León fueron de los primeros en retornar a la actividad. Su rival en turno fue un Atlas cuyos dueños siempre priorizan el negocio, volverá a ser transmitido por Televisa y, de paso, se agenció al ecuatoriano Renato Ibarra, pero el discurso del timonel Rafael Puente sonó a pretextos. Promete más de lo mismo.
Alejandro Irarragorri puso en acción su peculiar olfato para sacar ventaja. No importa que en el pasado haya echado a Rubén Omar Romano del timón de Santos por hacer señales a la tribuna que ofendieron el pudor y a las buenas conciencias. Las poses moralinas están sepultadas, así como el prestigio maltrecho de Ibarra por agredir a su esposa; había que aprovechar la ganga y se hizo.
Tan urge dinero a los dueños de la pelota, que hasta el anuncio del calendario implica un programa de televisión con su respectiva andanada de patrocinios y, ya se ha dicho, están afanados en comercializar absolutamente todo, incluido el VAR, así que quizá no tardaremos en ver a los silbantes con indumentaria de piloto de Fórmula 1.
La Liga Mx está dividida entre las televisoras. El duopolio debió compactarse con fuerza para hacer contrapeso a las cadenas internacionales, sobre todo a Fox, que paga mucho mejor los derechos de transmisión y que también lanzará su torneo de pretemporada, un cuadrangular. Así que Televisa compartirá con la del Ajusco los partidos de Atlas, Bravos y Rayos.
La liga de las estrellas
brilla por sí misma, pero perdería fulgor si Lionel Messi sigue los pasos de Cristiano Ronaldo y emigra en 2021. Barcelona no pudo llevar a sus filas a Lautaro Martínez y ahora tiene en riesgo a su máxima luminaria, dicen insistentes rumores. Raúl Jiménez es el orgullo de la cantera americanista al que quiere imitar, dando el salto a Europa, el técnico Miguel Piojo Herrera.
