Ciudad de México. En un video que transmite serenidad, Renato Ibarra, vestido de blanco, ofrece disculpas. Está arrepentido y clama por una segunda oportunidad; aclara que aquel episodio que derivó en un proceso ante la autoridad por violencia contra su pareja fue una discusión
y no una agresión física
. El América lo apartó del equipo como consecuencia de aquella experiencia, pero al paso del tiempo se convirtió en una costosa carga que el club Atlas terminó por llevar a cuestas.
El ecuatoriano hoy tiene esa segunda chance con los rojinegros que le dan la bienvenida. El episo-dio de violencia, que está registrado en video, se redujo a la esfera de lo privado, después se apuesta al olvido y por ultimo quedará instalado en la impunidad, describe Claudia Pedraza, especialista en temas de género y deporte e investigadora de la Universidad La Salle.
Nadie se opone a la reinserción de Renato Ibarra a la vida social, eso atentaría contra sus derechos básicos
, aclara Pedraza; pero se perdió la oportunidad para construir un referente de la lucha contra la violencia hacia las mujeres y enviar un mensaje claro con una sanción ejemplar
.
El análisis de la estructura del futbol que se desprende de este caso, explica Pedraza, puede interpretarse como un episodio más de la impunidad que confieren las diversas formas en las que se ejerce el poder. Un hombre con una posición influyente, respaldado por toda una industria, que después de violentar una norma, solicita perdón y, de qué otro modo, al final se le concede.
No se trata sólo de pedir perdón y prometer que se va a cambiar
, explica la investigadora; el proceso para salir de la violencia de género, tanto para las víctimas como para victimarios, es muy largo y no existe garantía de que quien la ejerce no volverá a hacerlo
.
El discurso que alimentan estas salidas, continúa Pedraza, es inclinarse por un pensamiento que separa de manera arbitraria la esfera privada de la pública. Hablar de temas extra cancha
se vuelve la simplificación burda de un problema que atañe a toda la sociedad.
La violencia contra las mujeres no es un asunto de la vida personal, sino un problema de interés público
, aclara la especialista; “los jugadores y clubes explotan también la imagen, la cual no se limita sólo al desempeño en el campo, sino generan un discurso alrededor de todo lo que encarnan en lo público. Sería lamentable si patrocinadores, cadenas de televisión o clubes avalan a un personaje que representa la violencia contra las mujeres.
El discurso en torno al talento, cual sea su naturaleza, que debe ponerse por encima de cualquier valor o responsabilidad social se reproduce de manera eficaz, como un estado de excepción para quienes tienen alguna cualidad reconocida de forma masiva.
Si eres talentoso, si destacas en algún deporte, puedes transgredir la ley, violentar a las mujeres y salir impune si pides perdón
, advierte; el argumento histórico de que todos merecen una segunda oportunidad tiene consecuencias terribles para las mujeres que sufren violencia, y para todas en conjunto. No olvidemos tampoco que Renato lo negó en principio, sólo dijo estar arrepentido cuando quedó en evidencia
.
Pedraza reconoce que el aparato jurídico permite a los violentadores con poder permanecer impunes. Un privilegio concedido por la impartición de justicia, pero que los clubes y la federación de futbol sí podrían modificar si tuvieran interés genuino en construir un referente.
América se lavó las manos en este caso
, afirma la experta; eligió deshacerse de la carga que representaba Ibarra, pero cuidando el negocio por encima de cualquier valor ético. Parece que el discurso de la equidad que sirve de mercadotecnia se acaba a la hora de tomar decisiones contundentes. El problema ahora es de otros, parecen decir
, concluye Pedraza