Nueva York. Una banda de jazz estilo Nueva Orleáns tocaba “St. James Infirmary”, un blues sobre la muerte de la novia del que la canta, en el centro de Washington Square poco antes de que cientos caminaran detrás de ese conjunto unas 30 o más cuadras para ser recibidos en Ocupa Alcaldía, un plantón de manifestantes bajo el lema de las Vidas Negras Valen, parte de un movimiento nacional sin precedente en medio siglo que, por quinta semana, sigue sacudiendo a las cupulas del país.
El campamento de cientos de personas que se estableció sobre una placita al lado de la alcaldía tiene una “bodega comunitaria’ (“toma lo que necesites, ofrece lo que puedas”), una “biblioteca popular” que solicita libros “radicales” para compartir, una carpa de atención médica y mesas para alimentar a todos. De repente hay foros sobre historia y “raza y género” y sobre la violencia oficial. Una mujer lee un libro sobre Angela Davis, mientras a unos metros, un DJ pone música hiphopera y algunos bailan, mientras otros tejen. No hay policías -su paso está prohibido (por ahora). Hay líneas pintadas con gis que decoran “no policía más allá de este punto”. Se solicita que todos usen mascarillas.
El plantón tiene una serie de demandas, pero la central para esta acción es la del traslado de mil millones de los 6 mil millones de dólares anuales en el presupuesto de la policía de Nueva York a programas sociales, y por ahora se ha logrado un triunfo parcial -algo casi impensable hace solo un mes. Esto o escenas parecidas se repiten por cientos de ciudades y pueblos a lo largo del país
Por quinta semana, estas expresiones -marchas, campamentos, plantones, mítines, brigadas de ciclistas y otras de muralistas, conciertos, conmemoraciones de las víctimas [https://twitter.com/MiriamElder/status/1277782818421198848]- que se detonaron con el asesinato de George Floyd por la policía en Minneapolis el 25 de mayo, siguen sin cesar. Son menos numerosas, y los enfrentamientos con la policía son menos dramáticos (aunque la represión sigue), pero persiste cada día en múltiples ciudades.
Este movimiento que estalló dentro del silencio de la pandemia ha obligado a cúpulas políticas a enfocarse y responder a sus demandas, logrando que se promuevan decenas de iniciativas de reforma policiaca, y obligado a políticos nacionales y locales a proclamar de qué lado están sobre el racismo sistémico y su historia desde los inicios de este país. Mientras un presidente asustado ha optado con responder con amenazas de represión militar, denuncias de que todo es un complot de la “izquierda radical” calificando lo que ha visto frente a su Casa Blanca como “un movimiento de odio”. Uno de sus legisladores favoritos, Matt Gaetz de Florida, declaró por tuit que “Black Lives Matter es un movimiento Marxista”.
El movimiento multirracial y intergeneracional incluye desde los jóvenes, sobre todo mujeres, que lo encabezan a veteranos del movimiento de derechos civiles de los sesenta, a sindicalistas, religiosos, académicos, músicos y otros artistas, como también indígenas e inmigrantes. El legendario comediante Carl Reiner quien acaba de fallecer a sus 98 años, se tomó una foto con su hija y su gran amigo Mel Brooks, todos con camisetas de Black Lives Matter [ https://twitter.com/AshcanPress/status/1278075099262959619/photo/1].
De pronto, políticos y directores de instituciones ofrecen retirar monumentos y símbolos de la historia racista, desde el de algunos ex presidentes como Woodrow Wilson a la casi increíble decisión del gobierno estatal de Mississippi de retirar el símbolo de la Confederación de su bandera oficial después de 126 años, entre otras. En Nueva York, la famosa estatua de Teddy Roosevelt montado sobre su caballo y a su lado dos figuras caminado, un indígena y un afroestadunidense que da la bienvenida a la entrada del Museo de Historia Natural será retirada por decisión de la institución. Este movimiento ha obligado un rendimiento de cuentas históricas.
Todos saben que este tipo de movilizaciones tienen que evolucionar en otras expresiones políticas -algo que ya está ocurriendo a un paso relámpago incluso en lo electoral. Aun es muy temprano para saber el camino que esto tomará pero nadie está confundido -el propio Trump lo ha dejado claro- sobre quién representa a las fuerzas enemigas en Washington.
“Cualquier momento en que ves a seres humanos enderezar sus espaldas y están dispuestos a caminar juntos, luchar juntos, cantar juntos -sean del color que sean- hay una majestad moral y una belleza espiritual que no puede ser negada. Pero tenemos que prepararnos para la respuesta represiva neofascista… eso está en el horizonte… sobre todo cuando el imperio está débil y desesperado”, afirma el filosofo, y profesor en Harvard y Princeton, Cornel West en una entrevista reciente con Salon. Afirmó que “tenemos que democratizar plenamente a Estados Unidos para rescatarlo” sin miedo ni a medias.