Ciudad de México. En materia de pesca y acuacultura, la pandemia ha generado diversos estragos entre los pescadores ribereños y los acuacultores. En algunas zonas, más de 90 por ciento de los pescadores artesanales interrumpió la actividad durante el confinamiento porque no podían vender sus capturas y los precios cayeron por debajo de niveles rentables.
En el caso de los acuacultores, en las áreas del mundo que ya han salido o empiezan a salir de las cuarentenas, les ha costado vender su producción, y han tenido que mantener grandes cantidades de pescado vivo. Otros no han podido completar todas las tareas estacionales necesarias, como la cría de peces. Esta situación ha aumentado los costos y los riesgos, en particular cuando también se ha afectado el suministro de insumos, y es probable que también retrase la repoblación y las recolecciones posteriores.
En las repercusiones de la pandemia de la Covid-19 para el sector de la pesca y la acuacultura, una adición al informe Estado Mundial de la Pesca y Acuacultura, elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se establece que el Covid-19 “ha afectado a los sistemas alimentarios de la pesca y la acuicultura mucho más que cualquier perturbación anterior”.
Ello derivado de “las medidas de protección adoptadas por los gobiernos para contener la propagación de la enfermedad”, las cuales han sido “necesarias, pero han afectado a todas las etapas de la cadena de suministro de productos alimentarios marinos, desde la producción de la pesca y la acuicultura hasta la elaboración, el transporte y la venta al por mayor y por menor”.
En algunos casos la pesca artesanal ha podido adaptarse (vendiendo directamente a los consumidores), pero en general, los pescadores y trabajadores de la pesca artesanal son los más afectados porque “no cuentan con el capital necesario para sortear las dificultades, sus ingresos/alimentos diarios dependen de la pesca y no tienen acceso a los servicios de salud”.
Advierte que “las mujeres, que representan 50 por ciento de la mano de obra en el sector de la pesca y la acuicultura, se han visto especialmente perjudicadas por la disminución en el número de desembarques y el cierre o la reducción de las actividades de elaboración y comercialización”.