Ciudad de México. Localidades forestales, que impulsan un trabajo comunitario en 5.5 millones de hectáreas y generan 138 mil empleos, han perdido mercado por la contracción de actividades como la construcción. Han recurrido a la producción de alimentos de traspatio, al trueque y a control de acceso a los poblados para evitar contagios por Covid-19.
En videoconferencia, en el contexto de la Semana de los bosques organizado por el Instituto de Recursos Mundiales (WRI) México, Karen Beltrán, secretaria del Ejido Las Milpas y Anexos en Tamazula, Durango, explicó que la venta de madera ha caído, “se regresó a la producción de traspatio, por la dificultad para la compra de alimentos”. Mencionó que con apoyo de la Comisión Nacional Forestal y de la Secretaría de Medio Ambiente estatal establecerán una empresa forestal en la que sólo laboren mujeres. La crisis detuvo la compra de insumos para avanzar en el proyecto.
Alejo Marcelino López, presidente de la Unión de Comunidades Productoras Forestales Zapotecas-Chinantecas de la Sierra Juárez de Oaxaca (Uzachi) destacó que para no detener la generación de ingresos se han buscado alternativas económicas. Relató que el mercado ha ido a la baja por el cierre de los aserradores, ya que no se consideran actividades esenciales.
Eusebio Cipriano, presidente de la Unión de Ejidos Emiliano Zapata de Amanalco, Estado de México, confió en que con el cambio de semáforo en la Ciudad de México se reactiven las actividades, ya que la gente ha recurrido a trueque de alimentos. Alrededor de 50 producción forestal se destina a la construcción, en abril el sector de madera cayó en casi el 37 por ciento, indicó Javier Warman, director de Bosques de WRI México.