Los murciélagos tienen un sistema inmune mucho más potente y fuerte que el de los seres humanos y necesitamos aprender cómo pudieron desarrollarlo, afirma Rodrigo Medellín Legorreta, biólogo y uno de los más connotados expertos en el estudios de los murciélagos, quien señala que no son el problema ni el origen del virus causante de la enfermedad Covid-19, como muchos “seudocientíficos” han querido señalar, sino parte de la solución.
Son los únicos mamíferos voladores del planeta, y por su diversidad, más de mil 400 especies, se les puede encontrar en múltiples tamaños y ecosistemas. Tres cuartas partes se alimentan de insectos, apunta el especialista y profesor-investigador del Instituto de Ecología (IE) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de ahí su importante función como eficientes controladores de plagas, pero también hábiles dispersores de semillas y polinizadores de plantas.
Medellín Legorreta, quien desde hace más de cuatro décadas estudia y protege diversos mamíferos, entre ellos los murcielagos, destaca que México, con 15 especies endémicas, ocupa el primer lugar a nivel mundial por tener la mayor cantidad de especies únicas, mientras que cerca del 10 por ciento de todas las conocidas habitan en nuestro país.
Advierte que frente al temor que genera la epidemia de Covid-19, “no debemos satanizar a los muerciélagos, pero tampoco a los virus, porque la mayoría son benéficos. El 90 por ciento de los virus son bacteriófagos, es decir, se alimentan de bacterias, y sin ellos, en cuatro días las bacterías nos comerían completos, tanto a plantas como a animales, mientras que sólo una porción muy pequeña de los virus pueden causarnos daño”.
Los murciélagos, señala, cumplen funciones centrales para el control de plagas de insectos que atacan cultivos esenciales como maíz, frijol y algodón, pero también son los principales motores de las preservación de las selvas, gracias a su labor de dispersión de semillas – de 2 a 5 por metro cuadrado—y a su gusto por flores y frutos le debemos la preservación de plantas como el agave tequilero y mezcalero, de cientos de frutas como la guayaba, la pitaya, los nanches, los capulines, los chicozapotes y de árboles “sagrados”, como la ceiba.
Son efectivos controladores de plagas de mosquitos, entre ellos, los causantes de enfermedades virales como zika, dengue y chikungunya. En Morelos, adelanta Medellín Legorreta, “estamos en un proyecto para ir a algunas localidades e incrementar su población de murciélagos, a fin de que tenga mayor defensa contra estos mosquitos”.
Asociados falsamente como transmisores del nuevo coronavirus, lamenta que en todo el mundo exista una respuesta negativa contra los murciélagos. “Es básicamente los humanos haciéndonos un daño a nosotros mismos al atacarlos, porque dejan de darnos los beneficios que siempre nos ha dado”, tras señalar que en Cuba, Perú e Indonesia, se han presentado casos donde la gente ha matado murciélagos.
“Tristemente hay varios seudocientíficos que han querido montarse sobre la mala imagen, completamente injusta, que tienen los murciélagos, para decirles a los gobiernos y a las organizaciones de Naciones Unidas, que hay que tener cuidado con ellos.
“Dicen: ‘denme dinero y yo los estudio, porque los murciélagos llevan muchas virus’. Y eso es completamente falso. Hace unas semanas un amigo científico publicó un artículo que contrarrestando estas mentiras, porque los murciérlagos no tienen más virus que cualquier otro mamífero, sea un ratón o primate”. Y aunque efectivamente tienen un virus que se parece en un 96 por ciento al del SARS-CoV-2, causante del Covid-19, no quiere decir que sea el mismo, comparte un ancestro común, quién sabe cuánto tiempo atrás, pero no viene de los murciélagos ni tampoco podría infectar a los humanos.
Ecosistemas intactos
Destaca que para protegernos de una nueva pandemia, toda la evidencia científica señala que “la primera defensa es conservar los ecosistemas intactos, no con reservas bioculturales, sino con reservas absolutamente intactas”.
El denominado efecto de dilusión, explica, indica que un ecosistema que tiene todas sus plantas y animales, también tiene sus patógenos, pero están diluidos, porque existen muchas especies de plantas y animales.
Cuando llega el ser humano a perturbar, a sacar madera, a deforestar, a poner ganado o maíz, ese ecosistema queda simplificado, es decir, pierde especies de animales y de plantas, y sólo quedan los animales oportunistas, los que aprovechan las oportunidades que les abre el ser humano y se vuelven súper abundantes, al igual que sus patógenos. Es lo que ocurre con las ratas en una milpa, que se pueden multiplicar rápidamente.
Por ello, destaca que “lo que podemos hacer por este país para detener la siguiente pandemia es proteger lo que nos queda de los bosques completamente intactos, sin un ápice de seres humanos que perturben, porque si no, ahí viene la siguiente pandemia”.
Otro elemento que considera prioritario es regular el consumo de carne. Si bien reconoció que no puede suspenderse el consumo de carne silvestre, de la que depende la alimentación de mil millones de personas en el mundo, señala que se debe realizar de forma sustentable y respetuosas de los entornos ecológicos.
En contraste, en las ciudades, el creciente consumo de carne de pollo, res o cerdo, ha generado condiciones de ascinamiento para estas especies, lo que se ha convertido en un “paraíso de enfermedades emergentes.
Y lo que tenemos que hacer, explica, es involucrarnos en cómo se está produciendo esa carne que estamos consumiendo, y presionar a la industria para que produzcan de una forma que respete los derechos animales y aseguren su salud, de la cual depende nuestra salud”.
Noches de murciélagos
Medellín Legorreta señala que en la Ciudad de México, donde coexisten 19 especies de estos mamíferos voladores, se prevé iniciar en agosto próximo un programa que permitirá descubrir el mundo de los murciélagos.
Se les puede ver en lugares tan insólitos como el Zócalo, donde es posible, afirma el especialista, mantiéndo la sana distancia, distinguirlos por las noches cuando salen a comer insectos. “Hemos seguido por años esa colonia que tiene más de 5 mil murciélagos insectívoros, y ahí están, sin ningún problema. Haciendo algo por nosotros”.
Con la iniciativa de las noches de murciélagos, dijo, estamos capacitando a jóvenes para que usen un aparato que conectas a tu celular, y lo convierte en un detector de murciélagos, ya que emiten un sonido que es tan agudo que no lo podemos escuchar, así funciona el sonar que les permite orientarse y encontrar los insectos de los que se alimentan.
Este aparato, afirma, te permite escuchar el sonido del murciélago volando alrededor y comiendo bichos. La idea, señala, es acercar a niños, adolescentes y jóvenes a la ciencia, pero también a una forma divertida de aprender, y por que no, agrega el especialista, “espero también que de ahí salgan mis siguientes alumnos”.