Ciudad de México. A pesar de la epidemia muchas personas con discapacidad y de edad avanzada han tenido que seguir sobreviviendo de manera precaria en las calles de la Ciudad de México.
El señor José Dolores Clemente Mendoza de 76 años,invidente, se dedica a tocar el acordeón en avenidas céntricas de la ciudad.
Desde los 12 años se ocupa en esta actividad musical, “yo quería ser pianista pero no se pudo de todos modos llevo la música en la sangre”, toca boleros, canciones mexicanas, italianas y pasos dobles entre otras piezas es españolas.
Durante muchos años formó parte en tríos de Garibaldi, actividad que tuvo que abandonar cuando ya que no pudo caminar.
Actualmente su esposa Camila Miranda lo ayuda y es quien lo lleva en una silla de ruedas, ellas fue bailarina en su juventud.
El señor Mendoza, afirma, no tener ningún tesoro excepto su acordeón; desgraciadamente su instrumento de fabricación alemana le fue robado por unas personas que accedieron a llevarlo a un sanitario público pero se quedaron con el acordeón por lo que ahora tiene que usar uno prestado de menor calidad y con el cual no puede contar siempre.
Explica que a raíz de la epidemia es mas difícil subsistir para personas como él pues tiene que esforzarse más y carece de apoyo gubernamental como despensa o material de trabajo.
A veces tienen que caminar desde el Centro Médico hasta la colonia Guerrero para reunir algún dinero con su trabajo.
De acuerdo con la organización Empleo Informal Globalizando y Organizando (Wiego, por sus siglas en inglés) alrededor de 4 mil 600 trabajadores no asalariados se auto emplean como aseadores de calzado, organilleros, vendedores de publicaciones y revistas atrasadas, vendedores ambulantes de café, mariachis o hayateros.
Sea por la falta de ingresos o porque se han tenido que aislar por disposición de las autoridades ante la contingencia sanitaria, está población no asalariada no está teniendo ingresos.