Ciudad de México. Frente a la llamada “nueva normalidad”, el dramaturgo y director David Olguín y el escenógrafo Gabriel Pascal, plantearon una serie de motivos y razones éticas por las que regresar al teatro presencial; con la responsabilidad y cuidados sanitarios debidos; al tiempo que reflexionaron en torno a diversas cuestiones estéticas, que las restricciones y protocolos de la sana distancia disponen.
En el contexto de actividades del ANTI Festival, organizado por la Asociación Nacional de Teatros Independientes, se llevó a cabo el viernes un conversatorio con esos creadores escénicos, quienes entre otras cuestiones, destacaron la necesidad del ser humano de reunirse físicamente.
El maestro Olguín se refirió al hecho de que, aún cuando se puede escribir una obra de teatro sin diálogos, “siempre se escribe para la escena”, y consideró que “lo que hoy se está haciendo (mediante las plataformas digitales), no es teatro y no necesariamente es el futuro”.
Explicó que el regreso a los escenarios, no va a ser un regreso tajante. Ante la cuestión planteada por La Jornada, respecto si la necesidad humana de reunirse físicamente está por encima del contagio del virus o sobre el riesgo de que alguien se contagie por asistir al teatro, Olguín, destacó que “las vidas humanas están por encima de cualquier necesidad”.
Las directrices que en el Teatro El Milagro se quieren seguir, explicó el dramaturgo, son: “plantearnos una posible fecha de regreso, no ligada al que las autoridades han marcado ahora como semáforo amarillo, sino darnos más tiempo, ya que hay otros factores de riesgo que hay que tomar en cuenta”.
Una segunda acción es que “inevitablemente tendremos que aprender a vivir con ello, con el riesgo del virus, es decir, aprender cómo realizar nuestras actividades cotidianas y profesionales, ya que posiblemente estemos uno o dos años así, hasta llegar a una cierta normalización”, consideró el creador escénico.
Con una visión lo más racionalizada y organizada posible, es que “tenemos que generar ámbitos de trabajo sumamente responsables y cuidadosos; de tal manera que evitemos al máximo la posibilidad de contagio.
“El riesgo estará presente, pero será el mismo riesgo que tenemos todos, como cuando salimos a hacer las compras. El regreso tendrá que ser, por un lado, un trabajo meticuloso al interior de los teatros, y por otro, la relación y el cuidado con los espectadores.
“Sí eso es la nueva normalidad, el vivir con la posibilidad del riesgo, pienso que llegará el momento en que lo tendremos que correr”, explicó Olguín.
Tendremos que ser muy cuidadosos y conscientes, abundó Gabriel Pascal, porque por ejemplo, los actores estarán yendo y viniendo. Tendremos igual que ser muy rigurosos entre nosotros. “Debemos crear un espacio de confianza para que haya una seguridad. Nosotros tenemos a alguien que nos va hacer todo el trabajo de sanitización, que se encuentra certificado y nos va a capacitar”.
Respecto del trabajo estético escénico, Pascal planteó una serie de cuestiones frente a la llamada nueva normalidad y la sana distancia.
“Ahora el riesgo que correremos es mantener la distancia física todos los días y en todas partes. Esa nueva normalidad estará marcada desde el vestíbulo del teatro, donde se tendrá una nueva forma de comportarse, y eso, se preguntó, ¿cómo va a afectar al momento de ver la obra?
Todavía más allá, explicó el escenógrafo. Con la nueva normalidad en el teatro, dijo, seguramente se va a transformar la relación con los espectadores y el espectáculo, por la serie de precauciones y restricciones con las que se van a entrar.
¿Qué riesgos estéticos se corren?, ¿Habrá tapabocas en los espectadores?, ¿Habrá tapabocas en los actores?, ¿Cómo va afectar al público ver a los actores con tapabocas?, ¿Qué obras del repertorio van a funcionar en esas circunstancias y restricciones?, ¿se van a omitir las escenas de los abrazos y los besos?.
“La relación viva entre el espectáculo y el espectador, durante la nueva normalidad, nos va a relacionar con un público diferente, aunque sean los mismos espectadores de siempre. Los que siempre van al teatro serán diferentes, porque ahora se arriesgan a otra cosa”, apuntó Pascal.
“Si logramos comunicarnos con ese nuevo espectador, añadió, terminará por exigir artísticamente qué es lo que contamos, cómo lo contamos y a quién se lo contamos. Y eso orillara a que los creadores escénicos se comuniquen desde otra parte”.
Para David Olguín, a diferencia de algunos productores teatrales en los que “impera el interés económico y para quienes no es tiempo de show y no se debe abrir el telón”, para nosotros los creadores escénicos, comentó, “tenemos imperativos éticos y no sólo estéticos. No nos hemos organizado para reproducir las ganancias y verlas crecer; por lo que hoy hay que preguntarnos, antes del semáforo amarillo: ¿hacer o no hacer?, ¿regresamos a los escenarios?
“Desde mi punto de vista, concluyó, la cuestión implica aspectos éticos y estéticos. Y lo que nos toca, cómo el personaje de Bergam, en la película El séptimo sello, es proceder con inteligencia y sentido de humor. No queremos provocaciones, no es tiempo de que haya más muertos, ya que nuestro oficio, en última instancia es un oficio de vida”.