Moscú. Detenido por armar escándalo en la vía pública, este lunes una corte de Moscú le impuso como castigo quince días de prisión. Su culpa: extenuado y con ganas de irse a casa tras doce horas de interrogatorio, intentar defenderse de un inesperado ataque de un sujeto que le cayó a golpes al salir de la comisaría de la policía.

Sorprendido por la agresión, infringió la ley al insultar a gritos al desconocido atacante (que abandonó el sitio en una patrulla de la policía), con lo cual –según dictaminó el juez– el agredido perturbó la paz social al proferir sus palabrotas.

La pesadilla comenzó a las 7 de la mañana del domingo, cuando la policía derribó la puerta de su departamento para llevarlo a una comisaría donde tendría que rendir testimonio por los disturbios que –durante las protestas por la negativa a registrar candidatos de oposición a las elecciones municipales–, ocurrieron el verano anterior en Moscú, aunque él, en ese momento, se encontraba en Estonia, otro país.

Nadie quiso explicarle si era interrogado en calidad de testigo o como supuesto “organizador de los disturbios”, si bien tampoco se presentaron cargos en su contra. Un susto, pues, hasta que un desconocido le propinó la primera trompada a modo de saludo al poner un pie fuera de la comisaría.

Esto –desde que despertó por los golpetazos en la puerta de su departamento– es lo que le pasó a Moscú.

Detenido por armar escándalo en la vía pública, este lunes una corte de Moscú le impuso como castigo quince días de prisión. Su culpa: extenuado y con ganas de irse a casa tras doce horas de interrogatorio, intentar defenderse de un inesperado ataque de un sujeto que le cayó a golpes al salir de la comisaría de la policía.

Sorprendido por la agresión, Infringió la ley al insultar a gritos al desconocido atacante (que abandonó el sitio en una patrulla de la policía), con lo cual –según dictaminó el juez– el agredido perturbó la paz social al proferir sus palabrotas.

La pesadilla comenzó a las 7 de la mañana del domingo, cuando la policía derribó la puerta de su departamento para llevarlo a una comisaría donde tendría que rendir testimonio por los disturbios que –durante las protestas por la negativa a registrar candidatos de oposición a las elecciones municipales–, ocurrieron el verano anterior en Moscú, aunque él, en ese momento, se encontraba en Estonia, otro país.

Nadie quiso explicarle si era interrogado en calidad de testigo o como supuesto “organizador de los disturbios”, si bien tampoco se presentaron cargos en su contra. Un susto, pues, hasta que un desconocido le propinó la primera trompada a modo de saludo al poner un pie fuera de la comisaría.

Esto –desde que despertó por los golpetazos en la puerta de su departamento– es lo que le pasó a Piotr Verzilov, ex miembro del grupo punk Pussy Riot (él tuvo su momento de gloria al irrumpir en la cancha durante la final del Mundial de 2018 en una protesta contra la brutalidad policial), integrante del grupo de arte Voina y editor de Mediazona, página web que denuncia la represión política.

En conclusión, haiga sido como haiga sido, la policía de Moscú –en especial su departamento de lucha contra el extremismo– cumplió la tarea de neutralizar a un peligroso inconforme.

Verzilov, por tanto, ya no podrá estropear –con una repentina aparición no incluida en los guiones oficiales– ni el magno desfile para conmemorar el 75 aniversario de la Victoria, el miércoles siguiente, y – mucho menos– el día de la votación sobre la reforma constitucional hecha por y para el presidente Vladimir Putin, el 1 de julio.

Al menos cuando se anuncie la aprobación de la reforma, el aguafiestas Verzilov no podrá ni verlo por televisión desde su celda., ex miembro del grupo punk Pussy Riot (él tuvo su momento de gloria al irrumpir en la cancha durante la final del Mundial de 2018 en una protesta contra la brutalidad policial), integrante del grupo de arte Voina y editor de Mediazona, página web que denuncia la represión política.

En conclusión, haiga sido como haiga sido, la policía de Moscú –en especial su departamento de lucha contra el extremismo– cumplió la tarea de neutralizar a un peligroso inconforme.

Verzilov, por tanto, ya no podrá estropear –con una repentina aparición no incluida en los guiones oficiales– ni el magno desfile para conmemorar el 75 aniversario de la Victoria, el miércoles siguiente, y – mucho menos– el día de la votación sobre la reforma constitucional hecha por y para el presidente Vladimir Putin, el 1 de julio.

Al menos cuando se anuncie la aprobación de la reforma, el aguafiestas Verzilov no podrá ni verlo por televisión desde su celda.