Ciudad de México. La actual cercanía entre los repertorios culto y popular en México se debe en gran medida a Carlos Monsiváis (1938-2010), quien logró romper el complejo que dividía ambos mundos gracias a sus crónicas.
Así lo sostuvo el escritor Juan Villoro en la presentación del libro Principados y potestades, efectuada la tarde-noche del viernes de manera virtual como parte de las conmemoraciones por el 10 aniversario luctuoso de aquel intelectual mexicano, cumplido este 19 de junio.
La sesión contó además con las intervenciones del historiador del arte Francisco Vidargas y el poeta Hernán Bravo Varela, moderados por Henoc de Santiago, director del Museo del Estanquillo, quien destacó la trascendencia del mencionado volumen.
Según el promotor cultural, se trata de “un libro de culto” al ser el primero de crónicas que publicó Monsiváis, en 1969, bajo el sello de Imprenta Madero y que gracias a editorial Era aparece ahora de manera facsimilar en formato ebook, en el contexto de las citadas celebraciones.
Los cuatro participantes destacaron la trascendencia del artista visual y diseñador Vicente Rojo para la publicación de ese primera obra, así como otras que son fundamentales en la bibliografía del cronista, como Días de guardar y Amor perdido, ya que a su decir a Monsiváis, aunque siempre escribió mucho, no le interesaba publicar su trabajo.
“Este primer libro de Carlos fue forzado un poco por Vicente Rojo. Lo mejor es el diseño de Vicente y las fotos de Héctor García. Sí, está un Carlos necesario para nosotros, pero no es un libro que lo capte realmente de cuerpo entero. Es una una tarjeta de presentación un tanto inventada por la generosidad de Vicente Rojo”, detalló Villoro.
Mencionó que el propio Monsiváis reconocía la importancia de ese artista visual para sus publicaciones librescas: “Un día le preguntaron por qué publicaba en Era y respondió que lo hacía por una razón muy sencilla: porque él nunca tenía un libro, sino que los armaba Vicente Rojo”.
De acuerdo con el escritor, en Principados y potestades se hace patente el interés que tuvo el autor por hacer cuadros de costumbre o de castas de la época que le tocó vivir, a la manera que Guillermo Prieto lo hizo en su tiempo, y así aparecen la gente chic, los roqueros y los jipitecas, entre otros.
“Algunas de esas crónicas pueden parecer hoy no tan trascendentes, porque mucha gente hace eso. Hoy en día el repertorio de lo culto y lo popular están muy cercanos y esto en gran medida se lo debemos a Monsiváis”, destacó Villoro.
Hernán Bravo Varela describió al mencionado libro como el enorme laboratorio y el semillero de las grandes inquietudes prosísticas y cronísticas de Monsiváis que habrían de madurar a partir de Días de guardar y que seguirán consagrándose a lo largo de las siguientes décadas hasta llegar a los textos cuasi póstumos de Apocalipstick, de 2009.
Principados y potestades “muestra por primera vez el vastísimo cajón de sastre de Monsiváis (...) Aparecen momentos señeros con personajes de época que él ve a la luz de eventos al mismo tiempo efímeros como perdurables”.