Monterrey, NL. Como un extraño impás, el coronavirus detuvo el fluir de los cuerpos; los escenarios se cerraron para el teatro, la música y la danza.

En medio de esa suspensión del movimiento, el bailarín y coreógrafo Ruby Gámez, nacido en Monterrey en 1965, fue galardonado con el XXXIII Premio Nacional de Danza Contemporánea José Limón 2020, uno de los más grandes honores que se puede recibir en su gremio.

Por unanimidad, Gámez fue elegido por el jurado para recibir este premio otorgado por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) a inicios de junio; sin embargo, la ceremonia de entrega del premio, que incluye un estímulo económico de 80 mil pesos, se realizará hasta que la pandemia lo permita. 

Con 37 años de carrera, Gámez es un referente en el mundo de la danza; estuvo en Nueva York becado por el INBAL, ha dado clases en la Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey

Escuela de Artes Escénicas, aunque también fue catedrático en la Universidad Regiomontana (Taller de Danza Contemporánea) y en la Academia de la Danza Mexicana en la Ciudad de México.

Su cuerpo y el movimiento le han llevado por el mundo y ha sido alumno, maestro y coreógrafo; sin embargo, continúa teniendo metas que giran alrededor de la danza.

“El compromiso es el mismo desde hace cuarenta años: ser puntual, responsable, honesto con mi trabajo y con las enseñanzas que comparto, tratar de ser un mejor maestro y mejor persona cada día o en cada clase. No quedarme con el primer trazo de la creación coreográfica en turno, entrenarme, ser curioso y reconocer que soy un ignorante en otras tantas cosas, comprometerme con mi público”, señaló en entrevista para La Jornada.

“Pero si de metas se trata, una de ellas sería ocupar un cargo público para poder legislar la profesión de los bailarines, coreógrafos y maestros de danza , para que puedan tener una mejor calidad de vida en el presente y a futuro”.

Y aunque el coronavirus ha detenido las actuaciones en escenarios, la danza para Gámez y sus alumnos no se ha visto completamente interrumpida.

“El mundo de la danza está virando hacia lo virtual como un medio para expresarse y comunicarse. Muchos de los grupos de danza, así como bailarines y maestros están desarrollando y creando en línea clases, pequeñas intervenciones y charlas o mesas de discusión sobre el rumbo de la danza a nivel nacional y cómo reincorporarse a la “nueva” normalidad, así como el rescate de los escenarios y la captación de público”.

Aunque las clases que da Gámez en el la Escuela Municipal de Danza Contemporánea de Torreón sí se han visto afectadas.

“Mi método de enseñanza si se ha visto afectado por este acontecimiento y me ha retado a buscar otras formas de transmitir el conocimiento con primicias y conceptos para que los alumnos sigan en la búsqueda y desarrollo de sus posibilidades corporales, sin interrumpir su proceso creativo y de aprendizaje”.

Por ello, el galadornado abundó en que ya se encuentra listo para retomar los proyectos detenidos por la contingencia.

“Mi cátedra tuvo que ser modificada más no coartada por el coronavirus. En cuanto a la creación, Teoría de Gravedad, compañía a la cual yo pertenezco, ha postergado un proyecto el cual ha sido beneficiado por el Programa de coinversiones culturales del FONCA, al igual que el Premio Nacional de danza José Limón que me será entregado de manera presencial dentro del Festival de Danza del mismo nombre en Culiacán, Sinaloa. Ambos eventos seguirán su curso en los próximos meses en cuanto las medidas sanitarias sean propicias”.