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La Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, “un parteaguas”

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Los integrantes de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, en un ensayo, en imagen de archivo. Foto Cristina Rodríguez
19 de junio de 2020 08:35

Ciudad de México. La Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM) marcó un antes y un después no sólo en la historia del sistema musical del país, sino en el nivel académico, expresó el conductor y pianista Eduardo Diazmuñoz (1953) al participar en la quinta sesión de Miradas a nuestra historia, una revisión de la trayectoria de la OFCM, realizada en la plataforma virtual Capital cultural en nuestra casa.

Diazmuñoz atribuyó el éxito de la OFCM a “la iniciativa de doña Carmen Romano de López Portillo y la visión del director de orquesta Fernando Lozano, quien en ese momento gozaba de la confianza de la primera dama. Lozano creó un ejemplo de seguir para muchos países: una orquesta profesional. La mayoría de los músicos daban clases para formar a las nuevas generaciones.

“Fue un parteaguas en la historia, por eso estaré siempre muy agradecido con la vida, con Fernando, con doña Carmen, por haberme tomado en cuenta para ser parte de esta página de la historia. Es una orquesta a la que le tengo muchísimo cariño”.

La pianista María Teresa Rodríguez fue quien le platicó a Diazmunoz el proyecto de la OFCM y dijo que se buscaba a alguien para ser el asistente de Lozano. “Arregló para que Fernando me fuera a escuchar a un par de conciertos con la orquesta del Conservatorio Nacional de Música, porque yo era el asistente de Francisco Savín. Eso fue lo que le gustó a Fernando porque después me llamó para invitarme. Planeaba continuar mis estudios en Europa, sin embargo le dije que sí”

En la plática conducida por José María Serralde, el entrevistado aclaró algunas dudas como, por ejemplo, la creación de la Escuela de Música Ollin Yoliztli: “Fue controvertido desde el punto de vista de nosotros porque tal parecía que la escuela Ollin Yoliztli iba a venir a suplantar al Conservatorio y eso nunca se planteó. Desde nuestro punto de vista eso era un mal entendido. En tal caso era una competencia sana.

“La expectativa era que la OFCM viniera a modificar, como lo hizo, el panorama, no sólo sinfónico, sino musical del país. La mayoría de los integrantes de la orquesta daban clases. Nosotros, los becarios –aparte de director adjunto, Diazmuñoz era becario-- nos veíamos beneficiados en primera mano al trabajar con una máquina. Éramos chicos que a lo mejor manejábamos un Renault o un Volkswagon y de repente estábamos a bordo de un Ferrari. Todo esto influyó para crear un ambiente de optimismo y una competencia muy sana de querer ser mejores todo el tiempo”.

Otra controversia consistió en “cómo se fue a llamar Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, si nada más había 20 tantos mexicanos. Nosotros apoyábamos la visión del maestro Lozano en el sentido de que los músicos extranjeros de la orquesta tenían que dar clases a la nueva generación de músicos mexicanos”.

El actual director artístico de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Nuevo León estuvo con la OFCM de 1978 a 1979. La primera vez escuchó la orquesta completa, en su debut oficial el 14 de septiembre de 1978, “casi me voy para atrás. No podía creer la calidad de la orquesta”. Con la agrupación Diazmuñoz realizó una gira a Sudamérica, que empezó en Cuba. Siendo director adjunto colaboró con Leonard Bernstein cuando éste vino a dirigir la OFCM.

La última vez que Diazmuñoz fue director huésped de la Filarmónica fue en 1998. “Fue la agrupación con la que empecé a navegar en el mundo de la orquestación. Sin ser su titular, es con la que más he grabado”.

 

 

 

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