Romper las paredes del museo, derrumbar esas murallas de reminiscencia medieval, entenderse como un recinto inserto en una comunidad con actores de muchas prácticas culturales y sociales, pide Gustavo Ortiz, director del Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá (MACB), ubicado en el barrio Minuto de Dios.
Ortiz participó en el conversatorio en línea Museos: perspectivas y retos desde la incertidumbre, cuya sesión, el miércoles l7, fue Una reflexión sobre experiencias en el contexto internacional. El conversatorio fue coordinado por Enlace Cultural MX, y moderado por Alesha Mercado y Ricardo Gómez.
A pesar de la pandemia causada por el Covid-19, el MACB ha logrado mantener su relación con los públicos del museo porque “ya teníamos previamente buenas relaciones con ellos. Nuestros seguidores están pendientes del recinto”. Para Ortiz “el museo son las personas, no las obras. Éstas pueden ser muy valiosas, sin embargo los que les dan un significado son las personas. El museo no es ni el edificio, ni la colección, sino los visitantes. En la medida que generemos enlaces fuertes con las personas, tendremos un museo exitoso, pertinente y con sentido”.
A la pregunta, ¿cuál identifican como el mayor problema en el ámbito cultural de su país?, la historiadora del arte Muna Cann señaló la calidad de la enseñanza artística en los planes de estudio, y el tiempo que se le otorga a ese rubro. La creadora del programa MUAC en tu casa ejemplificó con esa exitosa iniciativa: “Por medio de una encuesta descubrimos que los que menos visitaban el Museo Universitario de Arte Contemporáneo eran los estudiantes de preparatoria y bachillerato, jóvenes entre 16 y 20 años”. Cómo hacer que las personas se acerquen más a las instituciones, es un problema que Cann observa en todos lados.
Ortiz señaló que los museos son, por sí “instituciones sumamente débiles”, porque dentro del ámbito gubernamental para algunos “somos una especie de adorno”. De allí le parece necesario “no volver a esta normalidad en que el museo es un espacio simplemente de presencia social para darse ínfulas. Un afianzamiento de las clases altas. No es que sean negativas, sin embargo son exclusivas y por lo tanto rompen los principios fundamentales de la cultura que es la inclusión social en todos los sentidos. Cuando el museo ya no sirve como escenario de un reconocimiento social en el sentido de reforzar esa dominación de las clases altas, por lógica se deja de apoyar y valorar”.
Para Ortiz los museos del siglo XXI tienen que fundarse desde abajo hacia arriba, desde las comunidades y las necesidades de las personas. Entonces, “no hay que volver a la realidad anterior, sino refundar ese concepto de museo con mucho más sentido social”.
Respecto al “mayor riesgo en el tiempo presente”, Cann manifestó su preocupación en el sentido de que “todas las expresiones y experiencias artísticas se tornen a lo digital”. Dijo que para ella “todavía es muy temprano para saber cuál es la experiencia estética digital. Por ejemplo, no concibo una experiencia como MUAC en tu casa en digital porque lo más importante era el contacto con las personas y la convivencia con los artistas”.
Ortiz recordó que toda experiencia digital tiene que tener previamente una experiencia real para que sea enriquecedora. Las últimas tres curadurías del MACB primero fueron hechas digitalmente, luego físcamente.
“Aunque la pandemia es para todos, no todos lo enfrentamos de la misma forma”, indicó Ricardo Gómez. Los museos no afrontan de la misma forma la crisis sanitaria porque las condiciones en las que trabajan y operan son muy diversificadas. Hay museos de arte, de ciencia, de patrimonio industrial, una diversidad de temas