Ciudad de México. En meses, la crisis por el Covid-19 amenaza con revertir 20 años de avances en combate a la pobreza extrema y al hambre en América Latina. De acuerdo con estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por su sigla en inglés), al cierre del año se prevé que 83.4 millones de personas no cuenten con los ingresos suficientes para una canasta básica, sólo para México esta proyección podría alcanzar hasta a 21.7 millones.
“Hay un aumento en la posibilidad de una crisis alimentaria”, resumió Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal. Por lo pronto, 10 millones de niños en la región han dejado de percibir su principal fuente de alimento al no acudir a las escuelas y no tener acceso a las comidas que se distribuían por esta vía, advirtió Julio Berdegué, representante regional de la FAO para América Latina y el Caribe.
La situación se agrava en el entorno rural, donde 25 por ciento de las personas, es decir uno de cada cuatro, estarán en situación de pobreza extrema al cierre del año, comentó Julio Berdegué. Pero también afecta al entrono urbano, no sólo es que deja de comer o comer suficiente, también las personas optan por dietas malas por su menor costo, detalló el agrónomo mexicano.
Hasta ahora la región no ha resentido una interrupción en suministros, pero sí ha visto un impacto en los precios a los que venden productores. Entre enero y mayo de 2020 el arroz aumentó 15.7 por ciento; por el contrario, cayeron los precios del trigo (-8.3 por ciento) y del maíz (-16.2 por ciento). A ello se suman la devaluación de las monedas de la región –fueron los más afectados Venezuela, Brasil, México– aunque ya hay visos de una recuperación.
En ese contexto, Berdegué subrayó que sería un “error garrafal” cerrar fronteras y no permitir que el curso del comercio internacional de alimentos fluya. Sostuvo que ésta “no es una crisis de corto plazo”, por ende, los gobiernos deben garantizar que la agricultura de autoconsumo siga funcionando, ya que es “mucho más barato promover la producción que financiar el hambre”.
Además del ingreso básico universal de emergencia que la Cepal presentó como propuesta los gobiernos de la región hace un mes, se propone uno adicional de alimentos y que se dé a la población en más riesgo. De acuerdo con estimaciones de las organizaciones, costaría 0.06 por ciento del producto interno bruto (PIB) garantizar alimento a adultos mayores y 0.45 por ciento cubrir a toda la población en pobreza extrema.
México necesita hacer más
Para el caso de las políticas de apoyo al campo en México, Berdeguér subrayó que los programas que ha implementado el gobierno federal a campesinos “están bien enfocados”. Sin embargo, se están “si no hay, al igual que en los otros países, un paquete integral, rotundo, que permita contener esto, sí aumentará los niveles de hambre y de inseguridad alimentarias”.
El mayor riesgo, ya histórico, se encuentra en la región sur, sureste del país, en las zonas rurales indígenas y en aquellas localidades, no sólo de México, sino de todo Mesoamérica donde las remesas son también una fuerte nodal de ingresos para las comunidades agrícolas.
Bárcena recalcó que si bien la política del gobierno actual consiste en “impedir que se socialicen las pérdidas y se privaticen las ganancias”, más medidas de estímulo “son muy urgentes” para contener el incremento en los niveles de pobreza y pobreza extrema, ello puede ser a través de créditos con el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo. Agregó que la propuesta de ingreso básico universal se ha hablado con la secretaria de Bienestar, María Luisa Albores.
De acuerdo con las proyecciones de la Cepal, en 2020 América Latina tendrá a 13.5 por ciento de la población en pobreza extrema, por arriba de 12.2 de 2001. De los 83.4 millones que se esperan en esa condición, 30 serían de comunidades rurales. Mientras el resto que queda en zonas urbanas, 34.7 son menores a los 15 años y 10.4 personas son mayores a 65 años. En México, 47.8 por ciento de los mexicanos serán pobres y 15.9 por ciento se encontrarán en pobreza extrema, según los estimados.