Santiago. En el peor momento hasta ahora del coronavirus en Chile, con las cifras de mortandad acelerando y con diarias protestas en las poblaciones pobres de Chile castigadas por el hambre y el desempleo, el presidente Sebastián Piñera realizó hoy un leve ajuste ministerial orientado más a los equilibrios políticos en su coalición para apaciguar conflictos que al combate de la pandemia, dijeron analistas.
Logró sobrevivir el más polémico y protegido de Piñera, el ministro de Salud, Jaime Mañalich, muy desgastado por la crisis sanitaria y autor de frases desconcertantes, como cuando reconoció que "se derrumbaron como castillo de naipes" todos los modelos predictivos en que confió, o que desconocía la magnitud del hacinamiento humano y de la pobreza en Santiago.
A un ritmo superior a los 4 mil diarios, Chile alcanzó el jueves los 119 mil contagios; los muertos suman mil 356, hoy fueron 87, la mayor cifra diaria, y va al alza cotidianamente. Pese a una cuarentena que entró en su cuarta semana, la plaga se escapó de control en la capital y en otras ciudades del país.
El enroque ministerial ocurre cuando la mayor promesa asistencial del presidente, el reparto de 2.5 millones de cajas de alimentos, avanza apenas: a casi tres semanas de anunciada, las cifras oficiales hablan de 270. mil entregadas. A ese ritmo, transcurrirían seis meses para llegar a la meta.
Mientras, la saturación al límite en los hospitales se marca por el traslado de pacientes a otras regiones del país donde hay camas y respiradores disponibles, en medio de la desesperación de los familiares de quienes no consiguen atención. Las "ollas comunes" en las barriadas pobres se combinan con la frustración y la ira por el abandono que sienten las personas vulneradas. Y el presidente sigue con una agenda centrada en lo mediático para subir su aprobación, que fluctúa entre 13 por ciento y 25 por ciento, yendo al aeropuerto a recibir en cadena nacional nuevos respiradores o enviando a su esposa a entregar víveres rodeada de camarógrafos.
Para el científico político Mauricio Morales, académico de la Universidad de Talca, el de hoy fue un ajuste pensando más en la post-pandemia que en la situación sanitaria que vive el país. "El movimiento de piezas de Piñera apunta a fortalecer un gabinete de cara a un eventual segundo estallido social, pues se construye en el marco de la generación de un gran acuerdo nacional en materia de crecimiento y protección social en conjunto con la oposición", dice. “Si hubiese sido un cambio orientado a enfrentar la emergencia sanitaria actual, habría removido al ministro de salud", dijo a La Jornada.
El objetivo presidencial, explicó, fue diseñar un gabinete mucho más "partisano", incluyendo a un representante del partido oficialista mayoritario (Renovación Nacional), aun al costo de eliminar a su ministro mejor evaluado, con el fin de fortalecer el peso del gobierno en la mesa negociadora que busca con la oposición. "Piñera, en consecuencia, está viendo la forma de evitar un segundo estallido social, para lo que necesita- como requisito básico- un gobierno unido, entregando una correcta representación al partido más votado del oficialismo", comentó.
¿Significa esto que Piñera está resignado a que la evolución de la pandemia se ha escapado de control?
Piñera está resignado con dos cosas. Primero, con que la pandemia se descontroló de manera más que evidente, y que el discurso de la nueva normalidad- parafraseando a su ministro de Salud- se ha derrumbado como un castillo de naipes. Segundo, con que la tesis del siguiente estallido está muy viva dentro del gobierno. Piñera sabe que la combinación de pandemia, crisis económica y crisis social, podría ser fatal para su gobierno y para la democracia chilena, por lo que está tomando resguardos. Como siempre le ha sucedido, Piñera elevó rápidamente las expectativas, anunciando un retorno seguro cuando las cifras empeoraban día a día. Resignado a que el virus no retrocede y a que se aproxima un invierno crudo en el más amplio sentido de la palabra, Piñera se está preparando para enfrentar la inevitable crisis social que se aproxima.
¿Qué opinión le merece la puesta en escena de la ayuda alimentaria prometida por el presidente?
Piñera siempre ha tratado de mostrarse como un presidente eficiente en contextos de emergencia. Esto muchas veces lo lleva a exagerar. Fue lo que ocurrió con el rescate de los 33 mineros en Atacama. No se cansó de mostrar el papel que decía "estamos bien en el refugio los 33". Ahora la situación no ha sido distinta. Dado que está subiendo levemente en las encuestas y sabiendo- de acuerdo a esas mismas encuestas- que la entrega de cajas de alimentos es bien recibida por la población, quiere ser el protagonista de esa entrega, evitando que ministros o alcaldes pretendan capitalizar apoyos que él mismo necesita más que nunca.
¿Podrá capitalizar una entrega que, se quejan los alcaldes, es lenta y caótica por la desesperación que causa su tardanza?
Los alcaldes han sido la gran piedra en el zapato para Piñera. El problema del gobierno es que anunció esta ayuda sin tener un plan de acción concreto, por lo que de inmediato los alcaldes se le fueron encima. Son ellos los que ven diariamente la desesperación de los más pobres y por eso mismo, son ellos los más interesados en apurar la entrega de esas cajas. La idea del gobierno es anunciar periódicamente el número de cajas que se están entregando, para de esa forma tener el monopolio de esta acción e intentar capitalizar algo de popularidad. El proceso ha sido lento, pero la ayuda está llegando. La gran interrogante es si los ciudadanos verán esta ayuda como proveniente directamente del gobierno, o si es gracias a los alcaldes que esa ayuda está llegando.