Nueva York. El estallido de furia nacional se expresa ahora en más de 140 ciudades, donde miles desafían amenazas de represión militar, toques de queda y fuerzas policiacas, y aunque las imágenes más dramáticas son las de saqueos y confrontación con autoridades, la mayoría de las protestas contra la violencia oficial racista son pacíficas, repletas de encuentros solidarios en un país azotado por una pandemia y la peor crisis económica en casi un siglo.
La respuesta de Donald Trump sólo ha avivado la furia por su amenaza, el lunes, de desplegar a las fuerzas militares contra sus ciudadanos para aplastar las expresiones disidentes masivas en el país, algo que provocó no sólo denuncias de sus opositores políticos, sino incluso de líderes religiosos y hasta de comandantes militares retirados.
El ex jefe del estado mayor Martin Dempsey publicó en un tuit: Estados Unidos no es un campo de batalla. Nuestros conciudadanos no son el enemigo
. El general retirado Tony Thomas, ex jefe del Comando de Operaciones Especiales, también criticó la orden de Trump, cuestionando su retórica sobre represión al afirmar: “no es lo que Estados Unidos necesita escuchar… nunca, a menos de que seamos invadidos por un adversario o suframos un fracaso constitucional, o sea, una guerra civil”.
Después de ordenar la represión de cientos de manifestantes pacíficos a una cuadra de la Casa Blanca por fuerzas federales y hasta un helicóptero Blackhawk, y despejar esa zona para que el presidente pudiera caminar y posar con una Biblia en frente de una iglesia, contra los deseos de los encargados de ese templo, Trump decidió ayer presentarse en la Capilla Nacional de San Juan Pablo II. El arzobispo católico de Washington, Wilton Gregory, deploró la visita que viola nuestros principios religiosos
y en referencia al acto del lunes, recordó que el papa Juan Pablo II no hubiera avalado el uso de gas lacrimógeno y otros actos disuasivos para silenciar, dispersar o intimidar
a manifestantes “para lograr un photo op para el presidente”.
Las cúpulas políticas no tienen respuesta por ahora a la ira –acumulada durante años por las injusticias raciales sistémicas– detonada por el asesinato del afroestadunidense George Floyd a manos de un policía blanco que colocó una rodilla sobre su cuello hasta asfixiarlo en Minneapolis, hace más de una semana.
Pero muchos están denunciando la respuesta de Trump, incluso algunos senadores que se atrevieron a usar las palabras fascista
y dictador
.
El ex vicepresidente Joe Biden, virtual candidato presidencial demócrata, denunció las respuestas de Trump al declarar que el presidente de Estados Unidos debe ser parte de la solución, no el problema. El mandatario es hoy parte del problema y lo acelera
.
Algunos republicanos y destacadas figuras conservadoras como el columnista George Will se atrevieron a expresar su desacuerdo con las declaraciones de Trump, incluido el ex presidente George W. Bush, quien comentó que hay un camino mejor: el de la empatía
.
En Washington, fuerzas militares se desplegaron en varios puntos de la ciudad con vehículos de guerra Humvee y efectivos en camuflaje portando armas de alto poder. Sin embargo, las protestas continuaron a una cuadra de la Casa Blanca.
En Nueva York, el primer toque de queda ordenado desde 1943 (después de que un policía blanco mató a un soldado afroestadunidense) no logró frenar más saqueos en el pleno corazón comercial de la ciudad, Herald Square, la noche del lunes. Ahí, cientos de jóvenes lograron romper entradas a la tienda departamental Macy’s, junto con decenas de otras de marcas de lujo, al igual que en partes de la Quinta Avenida y en Broadway, desde Union Square hasta la calle Canal. Se reportaron más de 700 arrestos. Como resultado, el alcalde anunció que el toque de queda empezará más temprano, a las 8 de la noche (hora local), mientras más tiendas colocan tablas de triplay para proteger sus ventanas por toda la ciudad.
Pero como ha sido el caso en casi todas las ciudades, durante el día las manifestaciones han sido generalmente pacíficas. Ayer en Nueva York un contingente de miles de personas marchó de Foley Square a Washington Square, coreando las consignas: no puedo respirar
y manos arriba, no disparen
, mientras recibían aplausos y gritos de apoyo de gente en las ventanas en edificios cuando pasaban por Broadway en la misma zona de guerra
saqueada durante la noche. Choferes de camiones tocaron el claxon y trabajadores de la construcción expresaron solidaridad a contingentes multirraciales que marchaban por varios puntos de la ciudad, incluyendo Times Square, donde se sumaron médicos y enfermeras que combaten la pandemia para expresar su apoyo.
Escenas parecidas se vieron en decenas de ciudades por todo el país.
De hecho, continúa el debate entre activistas en las calles sobre las tácticas, algunos impiden actos de vandalismo o saqueo de sus compañeros. De esto no se trata la protesta
, repiten, señalando que hasta la familia de Floyd, cuyo asesinato por un policía blanco colocando la rodilla sobre su cuello hasta asfixiarlo detonó este movimiento, han solicitado no recurrir a la violencia y poner fin al saqueo. Algunos argumentan que actos de saqueo y vandalismo benefician a Trump y la derecha más que al movimiento.
Más de 125 incidentes de violencia, arrestos, y hostigamiento de periodistas que cubren las marchas, principalmente a manos de policías, han sido registrados por el Comité de Protección de Periodistas.
Músicos, artistas, modelos y deportistas profesionales se han sumado a las protestas o han expresado su apoyo. Ayer se proclamó el Martes de Apagón
(Blackout Tuesday) y #TheShowMustBePaused por músicos y antros que apagaron sus cuentas y plataformas de difusión de su música en solidaridad con este movimiento, en el cual participaron Rihanna, Green Day, Katy Perry, Beastie Boys, Christina Aguilera, Radiohead y muchos más.
En Chicago, la fotógrafa Amber Marie Green cuenta que estaba tomando imágenes de las protestas “cuando se arrimó un auto justo a mí tocando el claxon en solidaridad. Lo que vi en el asiento trasero de inmediato me provocó lágrimas… Una mujer sosteniendo a su hijo pequeño mientras ella lloraba. Lo estaba alentando a ver a toda la gente luchando y protestando por la existencia de su pequeño, mientras lloraba porque sabía de la realidad para su hijo. Yo también soy madre de un niño afroestadunidense, sabía exactamente qué significaban sus lágrimas. No conozco a esta mujer, pero nuestras lágrimas hablan el mismo lenguaje de ira, dolor y, sí, temor, por nuestros hijos. Sin embargo, estábamos ambas ahí, preparadas para luchar por ellos. Al empezar a irse el coche, yo y la madre cruzamos miradas, asentimos con nuestras cabezas, y ambas levantamos el puño en el aire”. (https://twitter.com/yourphotobae/status/1267918440263794689?s=20).