Ciudad de México. Leonor estaba tan aburrida por la cuarentena que, “para pasar el rato”, decidió bajar por primera vez la aplicación de citas Tinder. Los match (cuando ambas personas se gustan) se dieron muy rápido y se sorprendió de la forma en que los candidatos comenzaron a acumularse.
Mediante la opción de mensajería de la app, conversó con varios. Hubo algunos muy arrojados y no tardaron en proponerle romper el confinamiento para conocerse. La economista de 31 años no daba crédito a esas invitaciones y su negativa fue contundente.
“Pensaba que eran unos idiotas al exponerse al Covid-19 sólo para conocer en persona a alguien que contactaron por Tinder”, asevera.
Sin embargo, con uno de ellos tuvo una conexión diferente. Se trataba de un chico europeo recién llegado a México por una oportunidad laboral. Apenas comenzaba a adaptarse al estilo chilango cuando los fuertes impactos del virus llevaron a que en gran parte de los países del mundo decretarar el distanciamiento social como medida de precaución.
Su comunicación era meramente virtual. Pese a ello ambos sentían esa química, a lo que algunos se refieren como “mariposas en el estómago”. Sentían esa emoción cada que recibían un mensaje del otro. Mantuvieron esa dinámica por 15 días hasta que él hizo la pregunta que cimbró la entereza con la que Leonor cumplía el distanciamiento social.
“¿Qué tan estricta estás siendo con tu cuarentena?”. Ella no pudo resistir el reto y aceptó conocerlo en persona. Eran los últimos días de abril, había pasado más de un mes sola y el hombre el resultaba muy interesante. “No me hice del rogar”, acepta.
Se vieron en un parque público, sentados en extremos opuestos de una banca, a más del metro y medio que recomienda la sana distancia. “Fue una cita muy victoriana. Ni la mano nos dimos. Hablamos por horas. Llevamos vino en termos, la pasamos muy bien”, narra la chica.
La falta de opciones en las calles orilló a que la segunda cita se diera en el departamento de Leonor. El confinamiento abrevió al ritual de la seducción y lo inevitable pasó.
“Aquí se dio lo que llamo el efecto cuarentena. No hay nada qué hacer, entonces pues o yo iba a su casa o él a la mía. Eso aceleró la dinámica. Te saltas todos los pasos lógicos que había en un date previo al virus, al que dedicabas semanas para concretar el ligue”.
Las citas fueron cada vez más frecuentes y ahora ambos se sienten en pleno proceso de enamoramiento. La coyuntura los ha llevado a dormir juntos seis de los siete días de la semana y ya analizan sus posibilidades para cuando se decrete el levantamiento total del encierro.
“Es una experiencia muy linda. En otras circunstancias nunca lo hubiera conocido. Sin el encierro nunca se me hubiera ocurrido bajar Tinder”, confiesa en entrevista Leonor.
El Covid-19 ha dejado un alto impacto en la salud y en la economía global. Millones de personas en el mundo se han contagiado y miles más han muerto en tan sólo cinco meses, tan sólo en México casi se alcanzan las 10 mil defunciones por esa causa.
La pandemia ha transformado las relaciones entre personas, y uno de los rituales más impactados es sin duda el de los juegos de seducción. Millones en el mundo buscan la manera de vivir el amor (y el sexo) en los tiempos del coronavirus, y desde sus muy particulares circunstancias, cada persona va hallando sus respuestas.
Para Mariana, historiadora de 28 años, la restricción de salir a la calle le ha abierto nuevas posibilidades emocionales. Dos semanas antes que se decretara la fase 3 en México conoció a un chico. Intercambiaron teléfonos y por un buen rato intercambiaron mensajes hasta que ella se convenció de hacer una propuesta.
“Conforme fueron pasando los días comencé a sentir soledad. Me llevaba bien con él, me gustaba mucho, puedo decir que me enamoré. Al principio nos enviábamos fotos de las cosas que nos gustaban en nuestras casas. Después le dije que me mandara una de la parte de su cuerpo que más le gustara. Recibí una imagen de su mano y yo correspondí con una de mi clavícula. Pero un día me desperté súper horney y le mandé un mensaje diciéndole: ‘Oye, estoy un poco cachonda’. Y decidimos hacer una videollamada. A la tercera le dije que si quería verme desnuda.
“Generalmente no hago este tipo de cosas, pero también me atreví porque necesitaba sentirme deseada, sentía ganas de que alguien me viera, de gustarle y que me quisiera. Tener algún tipo de contacto, aunque evidentemente no es físico, pero sí erótico. No fue una onda de enfocar nuestros genitales, más bien de compartir un deseo mutuo de cariño. La experiencia fue muy enriquecedora porque el aislamiento que hoy vivimos no sólo es físico, también es emocional. Y tener este contacto cubrió ciertas necesidades emocionales y psicológicas que yo tenía de amor y de deseo”, refiere la profesionista.
Al paso de los días, los encuentros virtuales se convirtieron en frustración al no poderlos transmutar a un contacto cuerpo a cuerpo, por lo que decidieron terminarlo.
“Pese a que fue un encuentro cibernético, fue algo muy real y profundo que me ha hecho muy feliz, porque me demostró que las personas tenemos sentimientos muy intensos y una capacidad amatoria muy chingona. Como aprender a valorar cosas que en la vida cotidiana no valorábamos, pues estamos acostumbrados a esta dinámica de las relaciones efímeras, que no duran mucho, en las que sólo usas y desechas al otro y casi siempre basadas en el sexo y no en el amor ni el erotismo. Mi experiencia fue linda, nunca nos vimos ni creo que nos veamos, pero sí puedo decir que me enamoré”.
El encierro no es limitante, los obstáculos los pone la falta de creatividad e imaginación, afirma Julián Alcalá, sexólogo del departamento de salud pública de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Enfatiza que el ejercicio de la sexualidad no se acota a la genitalidad. Hay múltiples opciones para disfrutarlo: la masturbación, el filtreo a través del Internet, el sexting, la pornografía, las llamadas hot line, el cibersexo, el sexo oral, entre otras.
“En estos momentos de angustia, estrés e incertidumbre es importante generar espacios de recreación, y la sexualidad es uno fundamental. Las relaciones sexuales satisfactorias son parte de una buena salud de los individuos. Sentirse apreciado, querido, capaz de atraer a otra persona es importante física y emocionalmente”, apunta el especialista.
Para quienes han decidido arriesgarse y tener contacto físico, Alcalá recomienda no sólo el uso de condón, sino también de cubrebocas; así como evitar besarse o tocar boca, nariz u ojos y practicar posiciones sexuales en las que no se esté frente a frente.
En tiempos de pandemia, Julia María ha recibido inesperados mensajes de varios de sus ex amantes, incluso algunos con los que ya no tenía ninguna comunicación. Le han propuesto “un affaire de cuarentena”, que les envíe nudes (fotos) o le mandan mensajes cachondos en un intento por seducirla.
“Siento mucha testosterona guardada y la necesidad por liberarla. Lo veo en el parque, en las app, con amigos. La gente está impaciente por tener relaciones”, aseguróaesta promotora cultural de 39 años.
Previo a la pandemia, tuvo una buena experiencia con un chico que conoció por Tinder. Ahora usa otra aplicación, Bumble, y tiene dos candidatos interesantes, aunque está segura que nada se concretará.
“Uno es muy interesante, pero después de muchos mensajes me di cuenta que no va a salir de su casa. Y la verdad no me interesa estar escribiendo por semanas. El otro se rentó una casa al sur de la ciudad, con jardín y gimnasio, me invitó a pasar la cuarentena con él, pero no lo sé. Acabo de terminar una relación y ahora necesito más un apapacho, algo más emocional que sexual”, admite.
Situación muy parecida vive Iván, un profesor universitario cuarentón, al que muchas de sus ex alumnas le han escrito con cierto un interés sexual.
“Hay mucha actividad virtual. Creo que muchas chicas están aburridas y, aprovechando que tienen más tiempo libre, le escriben al ex, al profesor, al amigo. En mi caso empieza el coqueteo y a veces les sigo el juego, pero cuando ya les propongo vernos, se arrepienten”.
Iván es de los que se ha tomado en serio el aislamiento, sólo sale a lo básico. Es estricto porque sábado y domingo sus hijas, de siete y cuatro años, la pasan con él (está separado). Por esta razón, su vida social, afectiva y sexual se da entre semana, lo que complica más aún los encuentros íntimos en la coyuntura actual.
En los más de 60 días de aislamiento no ha tenido contacto sexual con ninguna mujer, ni siquiera con su “amante de planta” a quien no ve desde mediados de marzo. “A mí el sexting no se me da, pero hay otras opciones producto del imaginario que vas creando al leer textos eróticos o ver películas. La masturbación ya es una salida emergente, cuando de plano no aguantas”, expresa.
La psicoterapeuta Sara Cantú plantea que la pandemia ha llevado a muchas personas a reflexionar en torno a la idea de la finitud y la vulnerabilidad de la vida. Lo sintetiza así: “Es una danza mortal entre Eros y Tanatos, entre la vida y la muerte, y eso mueve varias cosas porque como sociedad seguimos teniendo muchos tabúes”.
La falta de confianza en uno mismo y en el otro, expone, conduce a muchas parejas a dejar de experimentar. “Ahora es peor: estás encerrado con la persona que en teoría es a quien más confianza deberías tener en estos temas, pero resulta que no puedes pedirle o sugerirle algo nuevo”. El rol de padres, agreaó, también limita los encuentros sexuales debido a que “estamos muy cortos de miras y no sabemos buscarnos espacios de intimidad dentro de la vida familiar”.
La especialista no deja pasar la oportunidad para hacer su propia confesión de cuarentena. Salía con un chico desde hace varias semanas pero ninguno se animaba a dar el paso final. El confinamiento hizo que se decidieran y ahora viven juntos.
“Nos saltamos muchos procesos y ahora nos hemos conocido sin máscaras. Tenemos una relación más íntima, ya no sólo erótica, eso ha hecho crecer el interés y el afecto. Ha sido rápido, intenso y bastante bueno. El reto vendrá cuando salgamos de esto, cuando tengamos que conocer y convivir con nuestras familias y amigos, cuando retomemos otras actividades, pero lo queremos asumir”, apunta.
Gracias al confinamiento Tania, ama de casa de cuarenta años, reconoció que ya está cansada de la monotonía de su matrimonio. Tiene casi dos décadas casada y un hijo de ocho años, y desde hace mucho no tiene una vida sexual activa con su marido.
“Antes del coronavirus pues de repente se daba algo, pero ahora ni siquiera deseo besarlo. Él pasa todo el día en la calle y con el pretexto del riesgo no dejo que si quiera se me acerque. Desde hace varios años la relación se rompió y el encierro me ayudó a aceptarlo”, señala.
Hace unos meses, reencontró a un novio de la juventud. Tuvieron un par de encuentros casuales y eso la hizo revivir. “Sentirme deseada otra vez y retomar esa parte (la sexual) que ya tenía bloqueada me hizo mucho bien. Pero el virus se interpuso, parece que la vida juega en mi contra”, dice a carcajadas. Por el confinamiento no puede salir a verlo y por ahora se limitan a intercambiar mensajes “subidos de tono, sólo eso basta para sentirme viva, aunque si por mí fuera lo vería diario”.
Para Rogelio, de 56 años, la historia es diferente. Hace poco más de una década vive con su compañera Natalia, un par de años más joven. Y desde hace tiempo, “ya no recuerdo cuánto”, simplemente eran un par de roomies que compartían departamento, se llevaban muy bien y se hacían compañía.
El deseo sexual se había agotado. “Gracias a la convivencia 24/7 nos hemos reencontrado. Tomamos un nuevo aire. Nos dimos cuenta que éramos dos grandes amigos que sabían muy poco el uno del otro. Ahora, hemos vuelto a tener intimidad y ha sido fantástico y sorpresivo”, revela este empleado de una dependencia de gobierno.
Daniela Vega es publicista, pero su éxito lo tiene como blogger y creadora de contenidos para redes sociales. En su cuenta de Instagram @dannygrrrr tiene más de 10 mil seguidores y cada semana hace enlaces en vivo a los que llama “Martes de confesiones”.
El proyecto se ha transformado en las confesiones de cuarentena y ha visto de todo. “Los que están muy cachodos y con ganas de romper la cuarentena, pero la culpa los detiene; los que ya tuvieron sexo con alguien que apenas conocieron en Tinder; los que buscaron a la o el ex para perderse el respeto; o los que ya no aguantan la convivencia con el novio”.
Recientemente subió un en vivo en el que habló de los juguetes sexuales más usados durante la cuarentena y recomendados por sus propios seguidores.
En entrevista con La Jornada, esta chica de 30 años, reconoce que ya rompió dos veces la cuarentena para conocer a dos chavos con los que hizo match en Tinder. “Estoy en cuarentena desde el 7 de marzo, pues en mi empresa nos mandaron desde mucho antes a casa. Sí, siento culpa, lo veo un poco como jugar a la ruleta rusa, ponerte en riesgo a ti y a otros sólo por unos besos, por unos ligues. Siempre estará latente ese miedo de que puedas pescar el bicho y lo lleves a tu casa y todos se mueran, te sientes egoísta de que sólo de importó tu placer, pero a la vez sientes que valió la pena”.
Luisa cursaba un posgrado en Europa y el aislamiento la hizo regresar a México a mediados de abril. En aquel lado del mundo el confinamiento empezó al menos cuatro semanas antes que aquí. Trató de respetar la cuarentena, pero antes de regresar se comunicó con una amante “para darnos la despedida”. Por cuatro días tuvieron interminables encuentros sexuales.
Ya en México, Luisa mantenía comunicación constante con su amante. “Cachondeábamos muy heavy, mucho recordando experiencias que habíamos tenido como el sadomasoquismo y demás. Eso me prendía mucho al principio, pero después la emoción se fue perdiendo. Entonces comencé a ver pornografía, fui de lo más leve a lo más rudo, fue algo rarísimo, creo que fue en parte por la cuarentena”.
Desde entonces no ha tenido contacto con nadie, sobre todo porque al adelantar su regreso de Europa tuvo que regresar a la casa familiar.
Ha vivido otra cosa “muy extraña”: desde hace mucho tiene un juguete sexual que regularmente solía usar. “No importaba si estaba o no con algún amante, también era parte de mi placer; pero ahora, creo que es por la falta de contacto físico, pese a mis ganas, no se me antoja usarlo.
“Hay días que la excitación me carcome. Quiero salir corriendo a buscar un o una amante, soy bisexual, pero no puedo porque vivo con mi mamá, su pareja y mi hermana y no quiero ponerlos en riesgo. Si estuviera sola, la cuarentena ya hubiera valido madre”.