peregrinaren busca de servicio médico e incluso a sufrir la muerte de alguno de sus parientes.
En un recorrido hecho por este diario en diversas instituciones –entre ellos los hospitales General de México, Belisario Domínguez, 20 de Noviembre y Xoco– fue posible conversar con personas que lamentaron la carencia de medicamentos, así como la tardanza que en ocasiones existe para obtener información sobre el estado de salud de sus seres queridos internados por coronavirus.
Una de las personas a quien ha tocado vivir una experiencia negativa en la actual pandemia es una mujer que prefiere no mencionar su nombre, cuyo padre murió hace apenas unos días luego de que no recibió los cuidados suficientes ni tampoco fue llevado de manera oportuna a otro hospital de mayor nivel.
El hombre, de 67 años, empezó con tos y dificultades para respirar a inicios de mayo, lo cual se agravó por su condición de asmático. Luego de visitar a un médico particular, quien descartó algún riesgo mayor, la familia decidió llevar al paciente al hospital general de Milpa Alta, habilitado por las autoridades capitalinas para atender casos de Covid.
Lamentablemente mi papá se sintió mal el martes (19 de mayo), le dio un paro cardiorrespiratorio y falleció en el hospital. Sin hacerle la prueba, nos dieron su acta de defunción por Covid, no entiendo por qué
, relata.
La madre de la mujer –de 59 años– también tuvo que ser internada en el mismo nosocomio el lunes 18 de mayo, pero en vez de ser llevada de inmediato a alguna cama para recibir atención especializada, se le mantuvo durante 48 horas esperando en una silla.
Los parientes denunciaron el caso ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y finalmente obtuvieron su traslado al Hospital de Especialidades Belisario Domínguez, ubicado en la alcaldía Iztapalapa, donde permanece con pronóstico reservado debido al sobrepeso, la diabetes y las dolencias cardiacas que sufre.
Para recibir atención médica de forma ágil en ese nosocomio, lamentó la mujer, es necesario venir ya casi muriéndose. Ahorita lo observé con una persona que llegó y dijo que quería hacerse la prueba de Covid porque tenía mucha fiebre, pero le dijeron que se retirara. No sé a dónde lo mandaron, pero nadie lo valoró
.
En una historia similar, Karina Álvarez tuvo que dar más de una vuelta para lograr que atendieran a su suegra, de 55 años, quien se dedica a vender quesadillas.
La noche del 15 de mayo, al ver que la mujer comenzó a tener dificultades para respirar, su familia la llevó primero con un médico particular, quien les dijo que no podría ayudarla, por lo que decidieron trasladarla de urgencia a la unidad de medicina familiar 31 del Instituto Mexicano del Seguro Social, en Iztapalapa, donde tampoco la pudieron atender.
Ya desesperados, los familiares la llevaron al Hospital General de México, donde fue admitida ese mismo viernes, aunque de todas formas tuvo que pasar todo el fin de semana en urgencias antes de ingresar a terapia intensiva en la llamada torre quirúrgica, donde permanece intubada desde hace dos semanas.
Si bien afirman que la paciente ha recibido buena atención en general, los parientes no dejan de resentir el enorme peso económico que ha significado comprar las medicinas que el nosocomio no tiene. “Hay un medicamento que cuesta mil 800 pesos y tiene que comprarse diario. Con eso y con lo que tenemos que pagar –aunque nos hayan hecho un estudio socioeconómico y nos tocó la cuota más baja–, quedas desgastado física, emocional y económicamente. ¡Y a eso agrégale que ahorita sólo uno o dos miembros de la familia están trabajando!”, lamenta Karina.
En contraposición, familiares de internados en varios centros de salud –particularmente Xoco y el propio Hospital General– señalaron que el ingreso de sus seres queridos con molestias fue inmediato y la atención ha sido buena, aunque se quejan de que el horario de informes no siempre es exacto y en algunas ocasiones deben esperar todo el día.