Nueva York. Una vez más estalla la ira ante la violencia oficial sistemática contra la comunidad afroestadunidense, con otro grito de “ya basta” escuchado desde Minneapolis a varias ciudades del país.
El presidente Donald Trump amenazó con enviar tropas y disparar contra los amotinados.
“Hay una revuelta porque la policía no nos protege como dicen que hacen… Estamos perdiendo a seres queridos todos los días. No somos nosotros, es la policía, esta es la locura que ellos provocaron. Si quitas (la vida) a un ser querido, tienes mucha gente adolorida. Y esto no se acaba hoy. Nosotros no somos los que no estamos matando, esos son ustedes. No podemos hacer un cambio si ustedes no cambian”, declaró un joven adolescente en las calles de Minneapolis durante la revuelta de furia la noche del jueves y madrugada del viernes en entrevista con videoreporteros.
El caso que detonó la nueva ola de furia -sólo uno de incontables- ocurrió el lunes pasado en Minneapolis cuando un policía blanco, acompañado por tres oficiales más, arrestó a George Floyd, un hombre afroestadunidense acusado de un delito no violento, sujetándolo con esposas en un estacionamiento donde lo hizo tirarse al piso, se hincó sobre su cuello por varios minutos, mientas el detenido exclamaba: “no puedo respirar”. Murió poco después. “Fue una ejecución pública”, declaró un observador.
Aunque los cuatro policías fueron despedidos, el culpable no fue arrestado hasta este viernes y sólo después de las revueltas y demandas por todo el país Derek Chauvin, cuya imagen con su rodilla sobre el cuello de Floyd se hizo viral, fue acusado de homicidio; su tres colegas están aún bajo investigación.
Las protestas estallaron por tercer día el jueves y la madrugada del viernes en Minneapolis las cuales fueron enfrentadas con gases lacrimógenos y balas de goma por parte de la policía provocando una revuelta civil que el jueves culminó con la ocupación de un cuartel policial en uno de los barrios más afectados por la violencia oficial, el cual fue incendiado mientras las fuerzas de seguridad huyeron.
Las autoridades declararon un estado de emergencia en la ciudad, y se desplegaron elementos de la Guardia Nacional. El alcalde Jacob Frey declaró un toque de queda de las 20 horas el viernes a las 6 de la mañana del sábado.
Poco después de la 1 de la mañana del viernes, Trump emitió un tuit -el cual fue parcialmente ocultado por Twitter al considerar que violaba sus normas por “glorificar la violencia”- en el que amenazó con disparar contra los manifestantes, a los que llamó “matones” (thugs en inglés); criticó al alcalde de ser un “débil radical de izquierda” quien no estaba logrando imponer control y que estaba dispuesto a enviar tropas de la Guardia Nacional, advirtiendo que “cualquier dificultad y asumiremos el control, pero cuando empieza el saqueo, empiezan los disparos”.
El mensaje fue denunciado por una amplia gama de figuras como racista (la frase sobre el saqueo es exacta a una que usó un famoso jefe de policía de Miami a fines de los sesenta al amenazar a manifestantes), llevando a que Trump intentara rectificar sin lograrlo.
Mientras miles se manifestaban en Minneapolis, protestas estallaron en más de 10 ciudades incluyendo Nueva York, Los Ángeles, Memphis, Columbus, Phoenix, Atlanta y Louisville, algunas de las cuales continuaron hoy con reportes de más arrestos esta noche. La pancarta más común es “no puedo respirar”.
En algunas hubo brotes de violencia y decenas de arrestos -entre ellos un equipo de periodistas de CNN en Minneapolis que fueron rápidamente liberados con disculpas del gobernador.
Con todo esto se renovó el debate de un tema que obviamente no se ha resuelto después de repetidas promesas y compromisos a lo largo de los últimos años.
El ex presidente Barack Obama declaró que “esto no puede ser ‘normal’ en el Estados Unidos de 2020”, y pidió un esfuerzo para crear una “nueva normalidad”. No asumió ninguna responsabilidad por su fracaso en lograrlo durante sus ocho años en la Casa Blanca.
El ex vicepresidente y supuesto candidato presidencial demócrata Joe Biden denunció las palabras de Trump y declaró que “esto es una crisis nacional” donde se requiere de un “verdadero liderazgo” para abordar las “heridas abiertas” históricas del racismo en el país.
El senador Bernie Sanders emitió un mensaje afirmando: “no podemos esperar más para actuar de manera firme y audaz para sacar el cáncer del racismo sistémico y violencia policiaca contra gente de color. Esto tiene que parar”.
En Minneapolis, sindicatos y agrupaciones sociales se están unificando en apoyo a los manifestantes y las demandas por justicia en el caso. Choferes sindicalizados de autobuses municipales bajo órdenes de la policía rehusaron transportar arrestados en las protestas a las cárceles. Algunos sindicatos nacionales, como el siderúrgico (USW) deploraron los hechos como parte de un patrón de violencia racista en Estados Unidos.
“No creo que la gente haya sido tan violenta como el sistema ha sido contra ellos”, explicó Michael McDowell, un fundador de Black Lives Matter en Minneapolis. “Están reaccionando a una sistema violento… Ya no lo van a tolerar. Por eso está ardiendo Minneapolis”, indicó al Washington Post.
Aunque el caso de Floyd fue lo que detonó esta ola de protestas contra la brutalidad policiaca y otra violencia racista contra minorías, su caso es sólo el más reciente. En las últimas semanas se puede contar el caso de Breonna Taylor, una técnica médica de emergencia de 26 años quien fue muerta a balazos por policías en Louisville que entraron por la fuerza su hogar durante una investigación antinarcóticos en marzo. En febrero, Ahmaud Arbery de 25 años, fue asesinado por un par de hombres blancos cuando estaba haciendo ejercicio en un suburbio de Georgia.
Y previamente un sinnúmero de casos anteriores, entre ellos el de Eric Garner quien también fue sujetado por policías en Nueva York en 2014 de tal manera que sus últimas palabras eran iguales que las de Floyd esta semana: “no puedo respirar”, generaron el surgimiento de movimientos nuevos de derechos civiles incluyendo Vidas Negras Valen (Black Lives Matter), entre otros.
“Soñamos una utopia pero nos despertamos gritando”, dice una nueva pinta sobre una barda en Minneapolis.