Moscú. Considerado el motivo más reciente de distanciamiento entre Moscú y Washington, la decisión de Estados Unidos de iniciar el procedimiento para salirse del Tratado de Cielos Abiertos –anunciada por el presidente Donald Trump tras acusar al Kremlin de violar los términos de esa medida de confianza en materia de seguridad que permitía desde 1992 sobrevuelos de inspección del territorio de los países firmantes–, provocó una enfática reacción aquí.
Rusia, el presunto culpable de la ruptura del entendimiento, según el inquilino de la Casa Blanca, rechazó por voz de su vicecanciller Serguei Ryabkov los argumentos de EU para abandonar el Tratado, calificándolos de “poco convincentes” e “ilógicos”.
Desde que se firmó el Tratado, sostiene, los aviones de EU efectuaron el doble de sobrevuelos en territorio ruso que los realizados por aviones rusos en territorio estadunidense, sin contar que el documento permite que los países firmantes intercambien información.
“Que se sepa –anota con sarcasmo– los países de la OTAN no sobrevuelan sus territorios, en cambio sí pueden solicitar los datos recabados en Rusia por cualquiera de sus miembros. El equilibrio de información en materia de Cielos Abiertos no es propiamente favorable a Rusia”.
A modo de ejemplo para explicar la conveniencia de denunciar el Tratado, EU se queja de no poder realizar vuelos de inspección en la región rusa de Kaliningrado (la antigua Königsberg prusiana), un enclave incrustado entre Polonia y Lituania, miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Es cierto, admite Rusia, como también lo es que “al poner restricciones sobre Kaliningrado tomamos en cuenta las limitaciones establecidas por EU para nuestros sobrevuelos de Alaska, un enclave de características geográficas similares”.
En cuanto a la preocupación de que los vuelos rusos puedan servir para fijar blancos de ataques, como aseguran altos funcionarios de la Administración Trump, Ryabkov reviró que los datos obtenidos mediante vuelos esporádicos sobre cualquier territorio no sirven para esos fines.
“Es simplemente gracioso oírlo. Aparte de que los aviones de EU llevaban años sobrevolando no precisamente –en alusión al Kremlin– playas y parques rusos”.
La cancillería rusa –en un reciente texto sobre el significado del retiro de EU del Tratado de Cielos Abiertos–, concluye que, con esa decisión, pierden todos sus firmantes y, en realidad, la seguridad en Europa.
Porque el Tratado “contribuía a rebajar la tensión y a clarificar los posibles errores en la interpretación de las intenciones militares de las partes; ejercía de eficaz instrumento de cooperación entre militares; y, por último, a menos transparencia, habrá menor confianza y, por consiguiente, seguridad”.