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Crisis envuelve por igual a hidrocarburos y transición energética

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Pemex enfrenta un panorama difícil debido a la caída de los precios internacionales del crudo y la crisis derivada de la pandemia de coronavirus. Foto Pablo Ramos
25 de mayo de 2020 10:30

Ciudad de México. Mientras trata de amortiguar los efectos de la pandemia del coronavirus, la región de América Latina y el Caribe también enfrenta inquietudes sobre el futuro de la transición energética y de las empresas estatales de hidrocarburos.

Esas interrogantes se evidenciaron a lo largo de los debates de la XXIX Conferencia de Energía La Jolla, realizada entre el lunes 18 y este viernes 22, organizada por el Instituto de las Américas (IA) de forma virtual, ante la imposibilidad de reunir más de 50 ponentes en su sede en ese distrito costero de la ciudad de San Diego, en el estado estadounidense de California.

El uruguayo Alfonso Blanco, secretario ejecutivo de la Organización Latinoamericana de Energía (Olade), dijo en una sesión sobre las tendencias globales y el sector energético regional, que las mutaciones registradas durante la pandemia se extenderán luego de la crisis y serán duraderas.

“Habrá transformaciones estructurales y estamos convencidos de que la mayoría de las conductas de los consumidores cambiará después de la pandemia. La demanda variará debido a los cambios en las áreas más importantes en transporte y otras áreas energéticas. Los efectos sobre el consumo de combustibles fósiles serán altos y habrá un efecto mayor en las energías renovables”, aseguró.

La organización intergubernamental regional para la concertación energética, con 27 países miembros, calcula que la demanda eléctrica cayó 29 por ciento en Bolivia en comparación con 2019, a causa de la aparición del síndrome agudo respiratorio severo por coronavirus (SARS-CoV2), causante de covid-19; 26 por ciento en Argentina; 22 por ciento en Brasil y 11 por ciento en Chile.

Asimismo, la demanda final de energía se desplomó 14 por ciento en Brasil frente a 2019, 11 por ciento tanto en la región andina como en el Cono Sur, nueve por ciento en México, siete por ciento en América Central y cinco por ciento en el Caribe.

En la medida en que los países impusieron encierros para cortar el contagio de covid-19, el consumo eléctrico de empresas, industrias y comercios decreció, debido a la suspensión de actividades.

Para Leonardo Sempertegui, asesor jurídico de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep), la pandemia puede ser una llamada de atención para los países rezagados en transición energética.

“Esto puede ser el nuevo normal. La estructura y gobernanza de la arquitectura energética para enfrentar la siguiente fase está cambiando dramáticamente. La pobreza y transición energéticas no puede resolverse independientemente de quién controla un recurso, esos retos no pueden esperar”, dijo en esa misma sesión.

En América Latina, naciones como Argentina, Bolivia, Ecuador, Honduras, República Dominicana y Uruguay han progresado en transición energética desde 2015, mientras que Brasil ha retrocedido y países como México están estancados, según el Índice de Transición Energética del Foro Económico Mundial, divulgado el 13 de mayo.

Mientras la región se enfila hacia el cuarto mes de afectación por el coronavirus, las naciones se enfrentan a la evaluación del funcionamiento de sus mercados eléctricos, sacudidos por la crisis.

Países como Argentina, Chile, Colombia y Perú hay recurrido a subastas de generación eléctrica de largo plazo, que han generado bajos precios de generación renovable, mientras México suspendió esos esquemas en 2019.

En Argentina, como explicó Andrés Chambouleyron, investigador no residente del IA, el consumo industrial cayó 50 por ciento y las distribuidoras eléctricas no han podido obtener ingresos suficientes para cubrir costos fijos o las compras de fluido.

Por ello, el gobierno ha financiado a la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa) para pagar a las generadoras, pues debe comprar esa energía por los contratos suscritos.

“Habrá un cambio permanente en el consumo eléctrico argentino.  Tenemos gas más barato que antes, los modelos dicen que hay que usar más gas porque está más barato que otras fuentes. No veremos mucho cambio en la matriz energética argentina y eso podría extenderse a toda América Latina”, previó Chambouleyron, quien alertó de incumplimiento y renegociación de contratos de compra de fluido.

Si bien las renovables ya compiten en precio con las fuentes convencionales, las bajas cotizaciones del petróleo y el gas complican su despliegue, un predicamento al que las alternativas energéticas se han enfrentado en años recientes.

Adicionalmente, el encarecimiento del crédito internacional y las fluctuaciones del dólar frente a las monedas locales puede encarecer la generación.

En otra sesión sobre la perspectiva para las empresas estatales petroleras, Marta Jara, expresidenta de la estatal Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Pórtland (Ancap), de Uruguay, señaló que la coyuntura podría acelerar la transición, pero la calificó de “reto importante”.

“La tentación es ser oportunista y olvidar el mapa de ruta de la transición energética. Hay que invertir en sistemas sostenible de energía, descarbonizar el transporte. Es importante garantizar financiamiento y crear empleos. Espero que la crisis abra la ventana para ser más innovadores”, postuló.

¿Viables, inviables?

El hundimiento de los valores de los combustibles fósiles perjudica las finanzas de  países productores de la región, como Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, México, Perú y Venezuela, y las empresas estatales del sector soportan problemas en sus planes y operaciones.

Pero beneficia a importadores netos, como los países centroamericanos o Chile, cuya factura petrolera se abarata, mientras para los consumidores de unos y otros el costo de la electricidad puede aminorarse.

“Los más competitivos serán los países con costos menores de extracción petrolera. Algunos proyectos no serán económicamente viables. Veremos mayores problemas económicos que en 2019”, vaticinó Lisa Viscidi, directora del Programa de Energía, Cambio Climático e Industrias Extractivas del no gubernamental Diálogo Interamericano, durante un panel sobre la situación en varios países del Caribe.

La pandemia y un aumento de la producción saudita anunciado el 10 de marzo provocaron un desplome de los precios petroleros y el consecuente riesgo de quiebras en el sector. La crisis ha tomado a las petroleras estatales en mejor forma que otras.

En otra sesión sobre la perspectiva para las empresas estatales petroleras, John Padilla, director gerente de la consultora privada IPD Latinoamérica, declaró que “tomará tiempo salir de esa situación, con efectos para la región y que requiere de actividades eficientes”.

“La mayoría de naciones han sido exportadoras, la eficiencia será la clave. Lo que no se ha hecho es cultivar mercados domésticos y regionales, las empresas estatales no van a jugar el papel de siempre”, planteó.

Empresas como estatales como Petróleo Brasileiro (Petrobras) y Ecotepetrol entraron a la crisis en mejor posición que sus pares Petróleos Mexicanos (Pemex), Petróleos de Venezuela (PDVSA)  y la argentina YPF, según los expertos.

“Son tiempos difíciles, incluso para las mejor preparadas. Podemos esperar que si el país y su empresa están en problemas, si los gobiernos necesitan dinero, pueden sacar más de ellas”, analizó Francisco Monaldi, director interino de la Iniciativa Latinoamericana del Instituto Baker de Política Pública de la privada Universidad Rice de Estados Unidos.

A su juicio, “México está en mejores condiciones fiscales, no debería ser un problema. Pero Pemex puede arrastrar a México. Si el gobierno no cambía la ruta, puede ser un problema serio”, puso como ejemplo,

Si bien Pemex aumentará su inversión en 2020, la empresa petrolera reportó pérdidas por 20000 millones de dólares en el primer trimestre de este año. Por la crisis, Petrobras acotó su inversión en 3500 millones, su producción diaria, en 200 000 barriles, y pospuso la venta de ocho refinerías.

Para Lucas Aristizábal, director senior de Calificaciones de Empresas Latinoamericanas de Fitch Ratings, algunas petroleras estatales son viables y otras no.

“En 2021, la contribución financiera del petróleo será más baja para los gobiernos. Si quieren que jueguen un rol fundamental, pondrán más presión sobre su estructura financiera. La situación actual ilustra la economía de esas corporaciones”, declaró durante el foro.

Por barril (de 159 litros) extraído, Pemex e YPF ya perdían dinero en 2019, mientras que Petrobras tiene costos productivos más equilibrados.

En el horizonte petrolero, y en medio de la crisis de la covid-19, Guyana se ha convertido en la nueva estrella, aunque a la expectativa de alejar la incertidumbre política, pues aún se desconoce el resultado de las elecciones presidenciales del 2 de marzo.

“Es difícil predecir qué ocurrirá. Existe el riesgo de sanciones estadunidenses que no afectarían las inversiones en el sector, pero sí el riesgo político del país”, comentó Thomas Singh, académico del Departamento de Economía de la estatal Universidad de Guyana.

El país espera extraer 600 mil barriles diarios en 2024 y unos ingresos por 5 mil millones de dólares, con reservas superiores a 5 mil millones de barriles.

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