Se trata de una experiencia de resiliencia
, a partir del uso de la técnica de teatro documental conocida como Verbatim, que consiste en la reproducción exacta de los actores, de las palabras, formas y tonos de hablar de las personas a las que interpretan, en este caso, a so-brevivientes de la enfermedad de Hansen o lepra.
Con idea original y dirección de Mario Espinosa, guión de Ingrid Bravo y un elenco integrado por Sebastián Cobos, María Kemp, Sandra Cecilia, Sabrina Tenopala, Andrés Tirado y José Juan Sánchez, jóvenes actrices y actores egresados del Centro Universitario de Teatro (CUT), la propuesta escénica audiovisual propone reflexionar sobre los denominados leprosarios y los últimos lazaretos, explicó Espinosa, en charla con La Jornada.
El trabajo dramatúrgico se basó en los testimonios encontrados en el archivo del leprosario conocido como Verdecruz, hoy convertido en la clínica dermatológica Gonzalo González, en Quito Ecuador; en el libro Nuestra historia no es mentira, de Beatriz Miranda, y en una serie de entrevistas realizadas por el mismo creador escénico a especialistas en el tema y a sobrevivientes de lo que antiguamente se conoció como el leprosario Agua de Dios, en Colombia, sitio que con el tiempo se convirtió en un pequeño municipio, libre de la afectación.
Se trata de un guion que se propone sintetizar los testimonios escritos y más de 30 horas de entrevistas en una hora y 10 minutos de trabajo multimedia escénico.
Entre los pensadores vinculados con el tema se encuentra Michael Foucault, quien plantea que el control de la sociedad no sólo se realiza a través de la ideología, sino que requiere del control del cuerpo de los individuos, explicó Mario Espinosa.
Dice el filósofo francés que: El control de la sociedad sobre los individuos no sólo se efectúa mediante la conciencia o la ideología, sino también en el cuerpo y con el cuerpo. Para la sociedad capitalista es lo biopolítico lo que importa ante todo, lo biológico, lo somático, lo corporal. El cuerpo es una entidad biopolítica, la medicina es una estrategia biopolítica
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Desde tiempos bíblicos, agregó el director de teatro, a los enfermos de lepra se les aislaba contra su voluntad y el de sus familias, parejas o hijos; les quitaban sus derechos civiles y políticos, la libertad, en una especie de campo de concentración, donde vivían el resto de sus días, pues se suponía que la enfermedad era muy contagiosa. Hoy sabemos que no es así.
“Durante el siglo XIX no cambia la idea de aislamiento, sino la perspectiva. Se descubre el bacilo de la lepra y se le da un tratamiento científico. Entonces, si antes los aislaban porque se pensaba que era muy contagioso, molesto o desagradable, lo que ocurre después es que se pone a las personas en aislamiento como tratamiento científico.
Cuando se descubre la cura, y que pueden recibir tratamiento en sus casas, resulta que quienes tienen 70 u 80 años, por ejemplo, no siempre pueden o quieren regresar a sus casas, porque están estigmatizados. De ahí que todos los entrevistados son gente que ya no regresó
, comentó el creador escénico.
Verdecruz o los últimos lazaretos es un proyecto que se comenzó antes de la emergencia sanitaria y que se pensó para ser una puesta en escena; sin embargo, coincidió con la abrumadora presencia de una pandemia que amenaza seriamente a la población mundial al grado de que posiblemente nuestras vidas no vuelvan a ser como las conocimos, apuntó Espinosa.
A final de cuentas, concluyó, la idea es reflexionar sobre esa biopolítica del control de los cuerpos y las enfermedades
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Con fotografía y edición de Ernesto Madrigal, música de Cristóbal Maryán, escenografía y vestuario de Natalia Sedano, Diseño de Movimiento de Marcela Aguilar y la producción de Teatro UNAM, Cornamusa y el Instituto de Estudios Críticos 17, Verdecruz o los últimos lazaretos se presenta como parte del El Aleph Festival de Arte y Ciencia.