Dakar, Senegal. Ha sido un Ramadán diferente para los musulmanes de diversos países debido al coronavirus. Quedando poco más de una semana del mes sagrado, Abdourahmane Sall decidió, al igual que muchos más, correr el riesgo de ir a la mezquita después de que las autoridades de Senegal permitieron que se reanudaran las oraciones.
Los hombres formaron filas ordenadas afuera de la mezquita Massalikul Jinaan en Dakar mientras esperaban recibir desinfectante de manos antes de entrar mientras policías vigilaban cerca. En el interior, unos 2 mil hombres colocaron sus esteras de oración a 1,5 metros de distancia, mientras que otros 3 mil se dispersaron en el patio de la mezquita más grande de África occidental.
“Estamos siendo cuidadosos, pero para ser honestos, no podemos escapar del virus”, dijo Sall, un sastre de 58 años con una túnica naranja y una máscara hecha de tela gruesa. “Si cumplimos con las precauciones que nos dicen los funcionarios de salud, Dios nos protegerá”.
La Organización Mundial de la Salud advirtió que hasta 190 mil africanos podrían morir por el coronavirus en el primer año de la pandemia, e innumerables más por otras enfermedades a medida que los limitados recursos médicos del continente se saturan aún más.
Pero en África occidental, a los países les resulta cada vez más difícil mantener cerradas las mezquitas durante el Ramadán, incluso cuando los casos confirmados de Covid-19 aumentan y las pruebas médicas para detectar al virus siguen siendo limitadas. El mes sagrado es un momento de gran devoción espiritual para los musulmanes, y muchos dicen que la oración ahora es más importante que nunca.
La semana pasada, Níger y Senegal reanudaron las oraciones públicas, y Liberia reabría sus casas de culto el domingo. En Nigeria, la nación más poblada de África, varios planeaban la reapertura de las mezquitas.
En todo el mundo hay ahora advertencias sobre permitir nuevamente las congregaciones ante la posibilidad de un rebrote de contagio, pero hay mucho en juego en África occidental, donde los países con menos hospitales y ventiladores han priorizado la prevención de la enfermedad como estrategia de salud pública. Sin embargo, como en otros lugares, las decisiones aquí están comenzando a reflejar un reconocimiento de que la crisis del coronavirus podría durar más de lo que se pueden tolerar algunas restricciones.