Nueva York. Desde hace un mes, las autoridades de Estados Unidos hablan de la necesidad de contratar un "ejército" de agentes para rastrear y aislar a personas expuestas al nuevo coronavirus. Pero su reclutamiento está en pañales y la tarea se presenta titánica.
Indicado como una de las armas clave para detener la pandemia y reactivar la economía, el plan de rastreo enfrenta dificultades que postergan su andar.
Interrogado por una comisión parlamentaria, el director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), Robert Redfield, reiteró el martes que el "rastreo" -que consiste en llamar a cualquier persona que haya estado en contacto con alguien positivo por Covid-19 y pedirle que se ponga en cuarentena- es "esencial para detener las cadenas de transmisión (del virus) y evitar una propagación sostenida".
Desde mediados de abril, el gobernador de Nueva York -el estado más afectado por el nuevo coronavirus- propone contratar de seis mil a 17 mil agentes de rastreo.
Para cubrir Estados Unidos, los expertos estiman necesarios al menos unos 100 mil agentes, incluso si se apoyan en aplicaciones que se están desarrollando para rastrear automáticamente los movimientos de la población por geolocalización.
Sin embargo, en la mayoría de los estados del país -que deben desarrollar cada uno su programa de rastreo- la contratación de estos agentes está solo en su fase inicial.
"Hay mucho que hacer antes de que pueda comenzar el rastreo", dijo a la AFP Andrew Chan, profesor de salud pública en la universidad de Harvard.
Son necesarios agentes, pero también pruebas en cantidad suficiente para detectar con rapidez a todas las personas expuestas al virus y ofrecerles lugares para pasar la cuarentena, en caso de que su hogar no tenga las condiciones necesarias para ese fin.
Para el experto, "la ausencia de una estrategia federal coherente" ha creado "un mosaico de esfuerzos" que llevan adelante los cincuenta estados que conforman la nación, pero lejos del proceso centralizado que facilita el intercambio de información establecido en Corea del Sur o Francia.
Esta descentralización genera "mucho caos y confusión", advirtió.
"No queremos asustarlos"
En caso de que los agentes logren estar operativos, la amplitud de la tarea puede en sí misma resultar desalentadora.
En el estado de Massachusetts, pionero en la utilización de este sistema, los "rastreadores" descubrieron que "no se da una conversación fácil ni rápida cuando se ponen en contacto con alguien que ha dado positivo", dijo Chan.
"Lleva tiempo aliviar su ansiedad sobre el resultado positivo y detallar las consecuencias", agregó.
En este estado, como en muchos otros, las minorías negras y latinas son las más afectadas. Algunos de ellos hablan poco inglés y corren el riesgo de quedar desempleados si tienen que quedarse en cuarentena.
Julian Drix, encuestador desde marzo en el pequeño estado de Rhode Island, confirmó que muchas de las personas "rastreadas" son indocumentadas, temen el contacto con las autoridades y necesitan recurrir a intérpretes o agentes bilingües, en ambos casos insuficientes para cubrir la demanda.
"Por eso, lleva más tiempo conseguir información y crear confianza (...) No queremos asustarlos", dijo Chan, quien destaca que muchos de los agentes trabajan de "10 a 12 horas al día, seis o siete días a la semana".
La tarea puede parecer en sí "tan titánica que eso puede transformarse en obstáculo para la puesta en marcha del rastreo", acotó Chan.
Pese a los obstáculos y la falta de resolución sobre cómo se financiará la tarea de localización por parte de los estados, que sufren una caída dramática de sus ingresos a causa de la pandemia, "no hay alternativa", dijo Marcus Plescia, funcionario médico de ASTHO, una asociación que reúne a responsables de salud estatales.
"Si no implementamos el rastreo a gran escala, el virus volverá con fuerza", advirtió. Y cuando los agentes estén operativos en todo el país, cooperar con ellos y aceptar la cuarentena se convertirá en "una obligación social", aunque inevitablemente cause "frustración", concluyó.