La proliferación de granjas porcícolas en la península de Yucatán afecta la calidad del agua, la selva, contamina los mantos acuíferos y ponen en riesgo la salud de los pobladores. De 257 que se han establecido, tan sólo 22 tienen Manifestación de Impacto Ambiental por lo que actúan en la ilegalidad y además en la actual pandemia, siguen en operación.
Esto señalaron habitantes y organizaciones al participar en la presentación del reporte ¿Qué hay detrás de la industria porcícola en la península de Yucatán? De Greenpeace. Advirtieron que al menos diez comunidades han denunciado afectaciones en la producción de abejas, en la calidad del agua y en la vulneración de sus derechos como pueblos.
En Yucatán es donde se localiza el mayor número de granjas, con 222, pero además el 47 por ciento, 122, están en áreas consideradas de atención prioritaria para la biodiversidad. Hay 20 en sitios de conservación, mientras que las localizadas en sitios de restauración son 102.65 por ciento de ellas en lugares de prioridad extrema.
Al menos 43 están ubicadas en cuatro Áreas Naturales Protegidas (ANPs) y una más en un sitio Ramsar, de acuerdo con los resultados de una investigación realizada por Greenpeace México, sobre la operación de esta industria en esa entidad.
Además, las granjas para desechar los residuos de los cerdos utilizan aspersores en la selva donde los dispersan y afectan la vegetación, sostuvo en videoconferencia Viridiana Lazaro especialista en Agricultura y Cambio Climatico Greenpeace México.