Moscú. Mientras Estados Unidos, por boca de su secretario de Estado, Mike Pompeo, insiste en que nada tuvo que ver con la reciente incursión marítima de un grupo de mercenarios en Venezuela –siguiendo el habitual guión de marcar distancias respecto de operaciones ilegales que terminan en rotundo fracaso–, Rusia afirma que la pretendida aclaración del jefe de la diplomacia estadunidense, por decir lo menos, “resulta poco convincente”.
Tras condenar “de modo resuelto e inequívoco” el intento de los mercenarios, entre ellos dos ciudadanos estadunidenses, de desembarcar en territorio venezolano “para perpetrar atentados contra representantes de las autoridades legítimas de este país y sus dirigentes”, el gobierno de Rusia asevera, mediante un comunicado de su Cancillería, que “ya no sorprenden hechos que son resultado de la ceguera política y la obsesión por derrocar al presidente legítimo de Venezuela”.
Porque “la fraseología del tipo de ‘todas las opciones están sobre la mesa’ no permite a algunos países (eufemismo por Estados Unidos y sus aliados) evaluar la situación con realismo en el nuevo contexto mundial”.
Y ese contexto, especifica, es que ahora todos los países, Venezuela no es excepción, afrontan la inclemente amenaza global de la pandemia del coronavirus. Cuando es necesario aunar todos los esfuerzos, “sólo quienes no se preocupan por el futuro de los venezolanos pueden ignorar ese desafío (y enviar mercenarios)”.
Rusia –prosigue su Cancillería– ha declarado en reiteradas ocasiones que es inaceptable usar la fuerza para solucionar las controversias políticas. En su opinión, hace falta un diálogo franco, en el que sólo los venezolanos pueden ponerse de acuerdo como responsables de su propio destino.
“Solidaridad, confianza y diálogo es lo que Venezuela necesita hoy por hoy”, subraya.
Concluye con la enésima reiteración de lo que asume como un firme compromiso: “Seguiremos haciendo todo lo que esté a nuestro alcance para que el pueblo de Venezuela tenga la posibilidad de resolver por sí mismo sus problemas de manera pacífica, a través de un amplio diálogo nacional, sin imposiciones, ultimatos ni sanciones.