El reporte, compilado por Eduardo Martín Rossi, técnico en inmunohemoterapia y en epidemiología, en colaboración con Fernando Cabaleiro, abogado ambientalista, referenció las investigaciones científicas sobre los efectos del glifosato que se publicaron en revistas especializadas y algunas corresponden a resúmenes de congresos científicos a escala internacional.
Alejandro Espinosa, encargado de la oficina de la secretaría ejecutiva de la Cibiogem, explicó que esta publicación coincide con la decisión de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) del año pasado de prohibir la importación de unas mil toneladas de glifosato con base en el principio precautorio. Aunque precisó que hay permisos de importación previos de ese químico.
El glifosato, cuyo nombre comercial más común es Roundup, desde 2015 fue reclasificado por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer como probable carcinógeno en humanos.
En México se han otorgado 651 permisos para la liberación al ambiente de cultivos genéticamente modificados (479 en fase experimental, 150 en fase piloto y 22 en fase comercial, ésta última fase tiene una vigencia indefinida), desde 2005 a la fecha, de los cuales 77.6 por ciento son tolerantes al glifosato, es decir, que fueron modificados genéticamente para que al cultivarlos los agricultores puedan aplicar el herbicida sin que éste tenga efecto sobre el cultivo de interés, pero que sea capaz de aniquilar al resto de las plantas que crezcan dentro o en los alrededores de la parcela.
Espinosa detalló que en uno de los juicios sobre soya transgénica el juez pidió definir las repercusiones del glifosato, por lo que este documento ayudará a las comunidades mayas que se ampararon contra ese cultivo. Recordó que el glifosato se comercializaba como ligeramente tóxico y en los anuncios aparecía un niño sentado en los envases.
Agregó que se utiliza en siembra de transgénicos, huertas de aguacate y otros cultivos para eliminar la maleza con consecuencias terribles para la salud, la contaminación del suelo y de mantos freáticos, su presencia en la sangre está documentada en diversos estudios; es un agroquímico que no conviene que se utilice en México
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