El confinamiento debido a la pandemia ha provocado que se visibilice, aún más, la vulnerabilidad en la que se encuentran las comunidades indígenas, al emerger con más claridad diversas problemáticas, como el acceso a los servicios de salud y ciertos modelos de educación escolar que implica la utilización de tecnologías digitales, explicó la poeta juchiteca Irma Pineda, representante de los pueblos indígenas en el Foro Permanente para las cuestiones Indígenas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En charla con La Jornada, la también traductora y docente explicó que las instituciones de salud, al no tener suficiente presupuesto y personal, “no cuentan con una infraestructura que abarque a todas las comunidades indígenas; de tal manera que en el caso de que hubiera una población indígena numerosa afectada, no tiene una capacidad real de responder”.
De acuerdo al registro oficial, dijo la poeta, hasta el momento “cerca del uno por ciento de la población indígena es la que ha sido afectada por el Coronavirus, sobre todo en la Ciudad de México”.
Sin embargo, para Pineda “se trata de una estimación relativa, porque si hay gente enfermandose en las comunidades y no hay centros de salud o atención cercanos, pues son personas que ya no entran en la estadística”.
También es de llamar la atención, la cuestión educativa, en medio de la pandemia. “La Secretaría de Educación Pública ordena el programa de Estudia en casa, pero para muchas comunidades indígenas eso ha sido imposible”.
“Empezando porque no cuentan con Internet o, igual se da la situación de que en una casa donde hay dos o tres estudiantes, hay una sola computadora, eso en el mejor de los casos. Cuando no, estamos hablando de comunidades donde ni siquiera hay luz”.
La situación se complejiza “porque no todos los profesores están capacitados para la enseñanza en línea. Son profesores formados para trabajar de manera presencial, frente a grupo. Ahí, muchos maestros se encuentran rezagados.
“Y por otro lado, tenemos a madres y padres de familia, que tampoco tienen el nivel educativo para apoyar a sus hijos, desde casa; y si es que tienen los conocimientos, llegan a carecer de los conocimientos de las tecnologías digitales, para apoyar a sus hijos”.
Con ese tipo problemáticas, “se vuelve a la cuestión de que la población indígena sigue siendo la más vulnerable, en los aspectos de salud, educativo, acceso a la información y tecnologías, entre otros”.
La poeta Irma Pineda, autora de más de una docena de libros, entre poemario, traducciones y libros para niños, participó este martes en el ciclo Los Fabuladores y su entorno. Escritoras en resistencia, organizado por la Dirección de Literatura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que se transmitió en línea en la cuenta de facebook de Literatura UNAM.
Durante su charla con los internautas, Pineda habló sobre su trabajo literario, leyó algunos de sus poemas de los libros Chupa Ladxidua (Dos en mi corazón), Naxiña Ruilui’ladxe (Rojo deseo) y Los 43 poetas por Ayotzinapa.
Asimismo recordó la tradición literaria zapoteca, y destacó el trabajo artístico contemporánea de los jóvenes indígenas, quienes se han dedicado a fusionar la tradición con el rap, el rock y el ska, y comentó, en referencia a la pandemia provocada por el Covid-19, que “no todos tenemos las mismas condiciones”.
Lo que hemos aprendido en medio de la contingencia, comentó la poeta a La Jornada, “es recuperar los conocimientos de nuestros ancestros; cuidar del cuerpo y el espíritu, pero eso no es posible si primero no regresamos y valoramos la base principal, que es cuidar a la naturaleza, al planeta tierra, como a nosotros mismos.
“Se nos olvidó que somos parte de la naturaleza, y lo que hemos hecho es violentarla y agredirla. Tenemos que recordar que somos uno con la naturaleza. Y tratar lo que nos rodea como trataríamos a nuestro cuerpo, con cuidado y amor, porque eso nos permite sobrevivir a la pandemia en mejores condiciones”.
Paradójicamente, con el paro de actividades, “hoy apreciamos cómo respira la naturaleza, al ver como los animales se reapropian de ciertos territorios urbanizados”.
La otra lección que no deja es la capacidad de organización y resistencia como pueblos indígenas; abundó Pineda.
“Al margen de las políticas institucionales, la misma gentes se está organizando para realizar acciones muy concretas; como crear mensajes orientados a la salvaguarda de la comunidad, que son transmitidos por los medios que comúnmente se usan en los pueblos, como es la radio comunitaria y, donde hay Internet, los jóvenes están haciendo memes, gifs y materiales audiovisuales en las lenguas indígenas, de acuerdo a los hablantes de una u otra comunidad.
Y donde no hay, los mensajes se transmiten por medio de un carrito con una bocina”.
Otro aspecto, continuó la autora, “ha sido cuidar las entradas y salidas de los pueblos, de tal forma que no esté llegando gente de afuera, como una forma de protección frente al Coronavirus”.
Si bien es cierto que de manera institucional, “se hacen esfuerzos, como traducir materiales de información sobre el Covid-19, la situación es mucho más compleja. Ni el presupuesto que tienen, ni el personal médico alcanza para atender a las comunidades indígenas, frente a una situación como la que se vive”.
Con problemas aún de infraestructura para la salud, la educación y la tecnología adecuada, “se vuelve a la cuestión de que la población indígena sigue siendo la más vulnerable”.