Guadalajara, Jal. El Fénix, que data de 1912 y es uno de los hoteles más tradicionales del centro de Guadalajara, encontró la fórmula para sobrevivir económicamente a la pandemia de Covid-19, con todo y sus 80 empleados a nómina completa, mediante la elaboración, venta, reparto y donación de tamales.
A dos cuadras del palacio de gobierno estatal y a tres de la catedral metropolitana, en los pasillos del Fénix circula ahora todos los días -y a toda velocidad- un híbrido del room service, que llena vagonetas para repartirlos y en dos semanas, desde que inició el proyecto, vendieron ya 60 mil tamales.
La fórmula para hacer honor al nombre del hotel ante la falta absoluta de huéspedes, la encontró el empresario Felipe Ríos Romo, quien renta el Fénix hace tres años, al pedir a los potenciales clientes que “pongan su corazón en un tamal”.
“A nosotros el tema de la contingencia del coronavirus nos tomó en una posición débil en lo económico, veníamos de hacer muchas inversiones para remodelar y equipar el hotel. Y de un día para otro nos quedamos sin obtener ingresos para solventar los gastos más elementales: luz, impuestos, renta, nómina”, recuerda.
Dice que de los 80 empleados del hotel hay unos 400 dependientes económicos, por lo que en una junta de trabajo se elaboró un plan que consistiría en vender tamales a 180 pesos la docena, en realidad “docenas de 18”, porque el hotel por cada docena que se vende regala seis a hospitales donde atienden enfermos de Covid-19.
El empresario reconoce que la tradición del Fénix lo ha hecho sobrevivir a muchos eventos locales y mundiales desde la época de la Revolución Mexicana hasta nuestros días, pero aún así cuando decidieron probar el giro tamalero no tenían grandes esperanzas en que fuera la solución.
Por eso el primer día comenzaron haciendo 100 tamales como prueba, subieron un vídeo a redes sociales y al final de la jornada la demanda fue tal que lograron vender 7 mil, con un ritmo promedio desde entonces de unos 5 mil diarios, más de 60 mil tamales en total hasta el último día de abril.
“Se necesitan más hasta garantizar la nómina los meses que sea necesario y llevar tamales a quien lo necesita”, dice Ríos tras la careta plástica que cubre su rostro, entre las medidas de seguridad sanitaria y distanciamiento humano que todos los empleados siguen en la reconvertida empresa.
El modelo de negocio parece ser ideal y el empresario afirma que ya ha tenido acercamiento con emprendedores de otros lugares del país interesados en conocer la fórmula, la cual conjugó con éxito la solidaridad con quienes menos tienen -ahora el reparto de tamales llega a orfanatos y asilos también- y una estrategia que permitió preservar el empleo de todos.