Ciudad de México. Hay poco más de dos meses de diferencia entre el diagnóstico del primer paciente con Covid-19 en México y algunos países con los que la nación comparte la producción de manufactura automotriz, China y Estados Unidos.
La pausa en esas economías para priorizar la emergencia sanitaria está por terminar y al menos cuatro empresas –Toyota, Volkswagen, Nissan y Honda– con armadoras en México prevén reiniciar operaciones a más tardar esta semana, justo cuando la Secretaría de Salud estima el nivel más crítico de la enfermedad en el país.
En todos los rankings internacionales destaca México. Es el séptimo productor de autos, cuarto exportador y quinto fabricante de autopartes.
Así, si Estados Unidos y China están reabriendo, hay necesidad de que la industria mexicana se vuelva a reactivar. No es capricho, es cuestión de proveeduría, acuerdos, tratados, que tiene la propia industria para el mundo
, explicó, en entrevista, Nayeli Pérez Juárez, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Desde Estados Unidos las presiones arreciaron la última semana. El 29 de abril, la Asociación Nacional de Manufactureros (NAM, por sus siglas en inglés) envió una carta al presidente Andrés Manuel López Obrador para que México equipare sus industrias esenciales con las de ese país para no interrumpir la cadena de producción en América del Norte. El mismo día, Mike Pompeo, secretario de Estado del país vecino, recibió una misiva firmada por 11 senadores que lo apremian a solicitar a México la reapertura de las industrias.
En esta nación, las asociaciones Mexicana de la Industria Automotriz, Mexicana de Distribuidores de Automotores y Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones, así como la Industria Nacional de Autopartes, hacen su parte al pedir al gobierno federal que las declare esenciales, lo mismo que el embajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau. Incluso, algunos empresarios alarman con la idea de que la cadena se irá a otra parte.
Sin embargo, estas cadenas de producción son inversiones de largo plazo
que se remontan a comienzos de los años 80. La industria mexicana automotriz está indisolublemente ligada
a la de Estados Unidos y no se puede desmantelar de la noche a la mañana como algunos voceros de las organizaciones plantean
, explicó Arnulfo Arteaga García, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana.
La prioridad debe ser la seguridad de los trabajadores, recalcó Pérez Juárez. No obstante, al parar la producción no sólo se afecta la cadena, sino también a los empleados, quienes durante la emergencia sanitaria vieron reducidos sus salarios hasta 75 por ciento.
En esta crisis por el nuevo coronavirus algo peor que ser explotado es no serlo, porque si no, ¿cómo vives?, ¿qué comes? Esa es la terrible disyuntiva
, manifestó.
Si bien México paró cuando China y Estados Unidos, como países matriz de las automotrices resintieron la crisis sanitaria, no tienen potestad para llamar a un mismo trato, porque sólo cuenta con filiales de otras economías, explicó la académica.
Durante marzo pasado la producción automotriz se redujo 24.64 por ciento y la exportación 11.91 por ciento. La meta de la industria es producir 5 millones de vehículos al cierre del año.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía reportará cifras la semana próxima correspondientes a abril, cuando se mantuvo el cierre de la producción.