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En el guion original, ‘Los Caifanes’ eran 5, no 4, contó Óscar Chávez

02 de mayo de 2020 10:30
 
Sábado 2 de mayo de 2020. El frío que de noche sientes es por andar desperdiciada, suelta a bocajarro El Estilos (Óscar Chávez) a Paloma (Julissa de Llano Macedo), casi por puro instinto de supervivencia, cuando logra pasear por las vecindades del Centro Histórico de la Ciudad de México con esa señorita de clase alta que deseaba hacer más jaladas.

Esa fue una de tantas frases que llegaron al repertorio popular desde el primer clásico del nuevo cine mexicano, Los caifanes (1967), de Juan Ibáñez.

Hacia finales de 1966, tanto Julissa como Chávez participaban en los ensayos para la temporada de Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, bajo la dirección de Ibáñez, cuando sucedió uno de los tantos exabruptos creativos del guanajuatense: de un día a otro se encontraron ensayando el guión cinematográfico de Fuera del mundo, que el director teatral, de ópera, cabaret y fílmico había elaborado con el entonces joven escritor Carlos Fuentes, el cual había ganado el primer Concurso nacional de argumentos y guiones cinematográficos en 1965.

“Creo que estaba previsto para hacer algo y entonces nos enteramos de la película (Los Caifanes). Habíamos terminado de hacer teatro universitario dirigidos por Juan; en la obra estaba Sergio Jiménez (el Capitán Gato en la cinta) y no recuerdo si también Ernesto Gómez Cruz (que debutaría como El Azteca)... pero habíamos hecho teatro varias veces, además de cabaret político en el ex Convento de Acolman”, recordó el también cantautor en un una entrevista realizada la noche del 27 de junio del 2017 en el foro Rodolfo Usigli de la Sogem.

Junto con Eduardo López Rojas (El Mazacote), el cuarteto de actores egresados del teatro universitario y de Bellas Artes conformarían el grupo de mecánicos automotrices que hacen correrías nocturnas en la capital del país durante un fin de semana en el que encuentran por casualidad a una parejita de enamorados de clase alta, el arquitecto Jaime de Landa (un altivo Enrique Álvarez Félix) y la cándida Paloma, ansiosa de aventuras que la alejen, así sea por una noche, del mundo de privilegio que la hace sentir atrapada.

Lo he dicho muchas veces. Yo creo que el principal personaje y protagonista de la película es la Ciudad de México, porque ya no existe, subrayó en aquella charla en la Sogem, durante un conversatorio por los 50 años de la cinta y la presentación del número 50 de la extinta revista Cine-Toma, que reunió al elenco sobreviviente: Julissa, Chávez y Gómez Cruz, junto con el productor Fernando Pérez Gavilán, de Cinematográfica Marte.

Perseguir a Julissa, nada menos...

“Aparte de eso, hay una cosa curiosa que la gente no sabe: en el guion original eran cinco caifanes y no cuatro: había un personaje que se llamaba El Rostro, pero la idea no llegó a desarrollarse y tuve la suerte de que parte de lo que le tocaba se reunió en el mío, El Estilos, lo que me favoreció mucho. Me tocó perseguir a Julissa, nada menos”, recordaría durante esa velada.

Para diciembre de 1966, Óscar Chávez no sólo había publicado ya dos discos de larga duración, Herencia lírica mexicana volúmenes 1 y 2, con el sello Polydor, también había comenzado su sempiterna exploración y rescate del cancionero popular nacional.

La primera sorpresa en los créditos iniciales del largometraje es que tanto la canción Fuera del mundo –compuesta por Fernando Vilches y Mauricio Ballesté, con letra del propio Juan Ibáñez–, así como la cumbia Estoy adivinando, que bailan Julissa y Óscar mientras desayunan quesadillas en Tres Marías, se acreditan al baladista y rocanrolero coahuilense Al Suárez.

Esa versión, la del final de la película, la canto yo, porque la del principio la interpreta Al Suárez, recordaría el cantautor. También canta en el filme y aparece en la grabación titulada Los Caifanes, original y sound-track, editada por Capitol Records, en 1967.

En ese volumen, don Óscar canta el son duranguense El pájaro y el chanate; el corrido La vida infausta, del compositor villista Samuel M. Lozano, y el albazo serrano ecuatoriano Terciopelo negro, de Jorge Araujo Chiriboga. Incluso se acompaña con la guitarra para recitar El brindis del bohemio, de Guillermo Aguirre y Fierro, pero no se incluyó en la grabación.

Había grabado ya dos discos de música mexicana y cuando llegó la oportunidad de la película significó un gran apoyo para mí en cuanto a las grabaciones. Me ayudó mucho porque nos dio a conocer a todos y superó todas las expectativas; eso fue muy positivo y favorecedor, aseguró el cantautor.

El cabaret Géminis que se retrata en la película, en realidad era el viejo establecimiento El siglo XX, en San Juan de Letrán (hoy Eje Central) casi esquina con Fray Servando Teresa de Mier, desaparecido hace tiempo, donde filmaban muy temprano, pues no dejaba de funcionar y sólo podían rentárselos en las mañanas. Todo lo que se hizo en el cabaret ocurrió entre las seis de la mañana y hasta morir. Mucha gente cree que se filmó en la noche, pero fue en las madrugadas, recordó Chávez.

La mayor virtud que se consiguió en Los Caifanes fue, para Óscar Chávez, que todos los personajes son verosímiles.

“La tarea escénica del personaje es cortejar a la muchacha y tratar de seducirla siempre en sus alcances, de eso trata. La película es un poco perseguir lo imposible y, curiosamente, en mi opinión ese aspecto fue muy sabio por parte del director, porque siempre se queda la duda de si surgió una posible relación entre ellos. A mí me da mucha gracia porque los ñerotes me detenían en la calle para preguntarme: ‘¿Qué pasó, te echaste a la Julissa o no te la echaste?’ ¡Perdón, a Paloma! Incluso hacían apuestas de si había o no cuajado el romance, entonces fue muy divertido”, remató el cantante durante esa entrevista.

La desoladora noticia del fallecimiento de El caifán mayor, como era conocido tras representar este papel, la tarde del jueves 30 de abril, nos deja sólo con Ernesto Gómez Cruz y con Julissa como los protagonistas sobrevivientes de ese filme entrañable.

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