Ciudad de México. Hoy se cumplen 30 años sin Tomás Pérez Francisco: Xa lakawan leenka. Xa lakawan ik lakaskinaj.
Tomás Pérez Francisco nació el 5 de junio de 1950 en Mecapalapa, Pantepec, Puebla. Fue el mayor de siete hermanos. Desde muy chico trabajó como campesino. Cultivó maíz y frijol. En sus ratos libres cantaba y pateaba botes, no tenía juguetes. De joven y adulto fue activista campesino.
Conoció la lucha campesina a los 20 años. Primero acompañando a su madre, María del Pilar Francisco, una de las pioneras en demandar su derecho a la tierra en la región donde vivían. Después, al integrar la asamblea de campesinos de Ignacio Zaragoza, Puebla, cuando el grupo lo comisionó para dar seguimiento a los trámites en la Reforma Agraria.
El 2 de junio de 1982, 26 campesinos fueron asesinados en Rancho Nuevo por guardias blancas del caciquismo priista y policías municipales. Casi todas las comunidades de la zona fueron reprimidas, entonces Tomás y Juana María —su esposa— decidieron mudarse por seguridad al poblado El Tablón, donde vivía parte de su familia. En 1986, por razones de trabajo, se fueron al rancho Agua Nacida.
Ocho años después, en 1990, Tomás volvió a participar activamente en la lucha social. Respaldó a campesinos de La Sabana, que habían sido reprimidos y saqueados en 1989, cuando caciques y policías judiciales del estado invadieron la comunidad.
La tarde del 1 de mayo de 1990, después de comprar maíz y saludar a varias personas en el camino, cuando estaba entre Ignacio Zaragoza y Ameluca –frente al rancho San Juan-, municipio de Pantepec, Tomás fue interceptado por varios hombres armados. Lo tiraron del caballo y se lo llevaron en una camioneta. Desde entonces está desaparecido.
Este 1 de mayo, Hijos e hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (H.I.J.O.S.) México, recuerda que Tomás cumple 30 años desaparecido por razones políticas. Son 30 años del día en que fue secuestrado por un grupo de hombres que lo llevaron al rancho Las Palmas, el lugar que el caciquismo municipal y la Policía Judicial utilizaron para reprimir y desaparecer a los habitantes de la comunidad de La Sabana, donde él participaba.
Aunque las autoridades nunca dieron una explicación, la gente de la región siempre supo el motivo: se lo llevaron por apoyar a los campesinos de esa comunidad que exigía existir y no ser exterminada como finalmente ocurrió.
Por ello, incluso en condiciones como las que vivimos actualmente lo recordamos, pensamos y exigimos. Porque Tomás nos falta a todxs, todo el tiempo, en todo momento y a toda hora. Es uno de nuestros miles de desaparecidos políticos, personas a quienes el Estado mexicano no ha querido reconocer durante décadas, pero que están presentes. La semilla de Tomás brilla más que nunca. Aunque quisieron silenciarla, no pudieron.
Al igual que en aquella época en la que Tomás luchó por un mejor reparto agrario, en la actualidad, las comunidades indígenas y campesinas se siguen organizado contra proyectos hidroeléctricos, mineros y de fracking que el gobierno federal y distintas empresas nacionales e internacionales realizan para explotar los recursos naturales en la Sierra Norte de Puebla. Ayer como hoy hay una línea de continuidad tanto en la organización comunal como en la represión Estatal. Siguen vigentes los proyectos de exclusión y muerte contra los cuales luchó Tomás, siguen libres quienes lo desaparecieron e incluso son parte de las nuevas formas de injusta explotación de recursos, como el fracking.
Su desaparición es una más de las que han sufrido los indígenas que como él -en los ochenta, noventa y en los últimos años-, se oponen al despojo y la devastación de sus tierras por parte del Estado.
Por eso, desde H.I.JO.S. México exigimos la presentación con vida de Tomás Pérez Francisco. Exigimos la presentación de todxs los desaparecidos por razones políticas; por quienes nos han sido arrebatados durante décadas y no sólo en los setenta, sino por aquellos que han sido secuestrados y posteriormente desaparecidos durante los últimos 50 años; por las y los indígenas desaparecidos. Queremos a Tomás, y queremos juicio y castigo a los responsables, quienes siguen actuando con impunidad y al amparo del Estado mexicano.
Hoy hacemos la exigencia en su lengua, en totonaco:
Xa lakawan leenka. Xa lakawan ik lakaskinaj.
(¡Vivos los llevaron! ¡Vivos los queremos!)