Ciudad de México. Las huellas de una larga jornada de trabajo son evidentes en los rostros de médicos, personal de enfermería y camilleros del Hospital Juárez de México, cuando después de ocho a 10 horas se retiran lentes de seguridad, mascarillas, gorros y trajes de protección. Llegan al área de transfer, donde sus compañeros del siguiente turno se preparan para ingresar a donde están los enfermos de Covid-19.
El buen ánimo prevalece en unos y otros que ayer recibieron un regalo: dibujos de niños para agradecer la labor que realizan. Los trabajadores se conmueven y de inmediato los colocan en la pared. Esto nos ayuda a seguir
, dice una enfermera que luego sigue con el ritual para colocarse el equipo.
Les toma de 15 a 20 minutos estar listos. Entre ellos se ayudan, mientras explican que debido a la escasez de equipos de protección, una vez que entran no vuelven a salir sino hasta que termina su turno. De otra manera tendrían que cambiar toda la indumentaria y no nos podemos dar ese lujo
.
La pandemia de Covid-19 colocó al personal de salud ante situaciones que jamás se imaginaron. Otra enfermera da cuenta de ello; con varios años de servicio no le había tocado ver que el área destinada al depósito de cadáveres quedara rebasado en su capacidad, como ocurrió el pasado martes.
Entonces adquiere sentido la imagen en el estacionamiento del hospital, donde espera una carroza funeraria.