Río de Janeiro. Brasil se encamina a convertirse en uno de los países más golpeados por el coronavirus. El número de casos está creciendo mientras la nación está sumida en la discordia política por la respuesta que ha dado al Covid-19, lo cual amenaza con abrumar los hospitales, las morgues y los cementerios.
Como el país más grande de América Latina tanto en población (211 millones de habitantes) como en tamaño, ha registrado al menos 67 mil personas contagiadas de coronavirus y cuatro mil 500 fallecidos.
Los expertos de salud prevén que el número de infecciones sea mucho más elevado de lo que se ha reportado debido a que se ha aplicado un número insuficiente de pruebas, y con demoras. Casi todos los estados han implementado medidas de confinamiento, algunas de ellas hasta mediados de mayo.
Sin embargo, el presidente Jair Bolsonaro ha minimizado los pronósticos de que el virus causará estragos en el país, y lo ha llamado “una gripita”. Dice que sólo los brasileños que corren un riesgo elevado deberían estar aislados.
La posición del mandatario es muy parecida a la de su homólogo estadunidense Donald Trump, quien ha estado haciendo énfasis en la necesidad de que la gente vuelva a trabajar mientras el desempleo llega a los niveles de la Gran Depresión.
Mucho antes de la fecha en que las autoridades de salud dicen que la pandemia alcanzará su punto máximo en Brasil, Bolsonaro despidió a su ministro de Salud a mediados de abril. La destitución se dio tras una serie de desacuerdos entre ambos sobre las medidas para contener el coronavirus. El mandatario lo reemplazó con un partidario de reactivar la economía.
Las autoridades de salud de Río de Janeiro y de al menos otras cuatro grandes ciudades han advertido que sus sistemas de hospitales están a punto del colapso, o ya demasiado abrumados para poder aceptar a nuevos pacientes. En Manaos, la ciudad más grande de la Amazonia, las autoridades dijeron que un cementerio se vio obligado a excavar fosas comunes debido al elevado número de muertes.
Los trabajadores han estado enterrando 100 cadáveres diarios, el triple del promedio previo a la llegada del virus.