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Cuentistas, inspirados en Bocaccio, lanzan iniciativa por pandemia

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Entre los narradores reunidos en el proyecto, se encuentran Betriz Meyer, Javier Caravantes, Juan Villoro, Alaíde Ventura e Isa González. En la imagen, Juan Sebastián Gatti. Foto cortesía de Ana Paula Gatti
25 de abril de 2020 09:58
 
Sábado 25 de abril de 2020. La iniciativa Decamerón 2.0. Sherezada, Bocaccio & Co, creada ante la cuarentena prohijada por el nuevo coronavirus, publica cada noche, en la plataforma Spotify, un nuevo cuento leído por sus autores.

Alojada desde el pasado 5 de abril en el sitio https://spoti.fi/2VzGhev, la propuesta es un juego muy literario. Si aliviana el encierro, la angustia, los miedos de alguien, ya valió la pena, explica Juan Sebastián Gatti (Córdoba, Argentina, 1963) a La Jornada.

El escritor y pedagogo naturalizado mexicano, uno de los creadores del podcast, menciona que la idea era reunir una oferta lo más amplia y variada posible. Puedes encontrar estilos literarios muy diversos. Cuentos policiacos, de fantasía, de realismo puro y duro. La idea es que una persona puede encontrar ahí uno o dos cuentos que le resulten satisfactorios, le hagan pasar un buen rato y sobrellevar la situación.

La primera publicación fue la lectura del cuento inédito Tiempo de zafra, de Beatriz Meyer. Luego se sumaron textos de Juan Sebastián Gatti, Alejandro Badillo, María Teresa Andruetto, Judith Castañeda, Javier Caravantes, Gabriel Wolfson, Pablo di Marco, José Luis Zárate, Fernando Contreras, Juan Villoro, Alicia Flores, Marco Tulio Aguilera, Alaíde Ventura, Enrique Pimentel, Isui Tovar, Isa González, Miraceti Jiménez, Gabriel Rodríguez Liceaga e Isaac Gasca Mata.

Introspección forzosa

Gatti sostiene que si bien la literatura le llega más bien a las personas de ánimo introvertido, dispuestos a ensimismarse, ahora que estamos casi todos obligados a un ensimismamiento mucho mayor, es una excelente herramienta para procesar y manejar lo que sientes cuando estás a solas, inmóvil, cuando no tienes las mismas posibilidades de externar esto.

El escritor refiere que en tiempos de emergencia social cada quien trata de dar a los demás lo que puede, de poner el hombro desde su oficio. El nuestro es contar historias. No de esta manera, sino por escrito. Pensar en hacerlas sonoras era un juego muy interesante.

El impulsor del proyecto, junto con Beatriz Meyer, Alejandro Badillo y Javier Caravanes, refiere que quienes participan son escritores profesionales que graban cuentos con sus medios; menciona que la respuesta de todas las personas con quienes hablamos y a las que les hicimos la invitación fue extraordinariamente generosa.

Los participantes iniciales fueron contactados de forma directa, pero también reciben propuestas al correo electrónico [email protected]. “Si hay otros escritores, cuentistas, que quieran mandarnos sus relatos, pueden hacerlo con toda tranquilidad y con todo nuestro agradecimiento.

“Si nos tomáramos en serio lo del Decamerón, tendríamos que llegar a las 101 historias. Nos conformaríamos con las 40 que marca una cuarentena, pero si la iniciativa puede seguir funcionando e ir más allá de la pandemia, sería extraordinario. Nosotros estamos dispuestos a seguir poniendo los cuentos ahí.”

Juan Sebastián Gatti dice que la pandemia nos cambia los ruidos habituales por otros. En vez de escuchar automóviles, cláxones, gritos en la calle, en la ciudad de Puebla se estaban oyendo los grillos y las ranas. Además, te hace más consciente de todos los ruidos de los vecinos, la música que ponen los otros. Te deja frente a un enorme panorama sonoro que suele resultar extraño.

“Cuando empezamos con esta idea entre tres o cuatro cuentistas, en Puebla, partimos de que parte de la literatura ha tratado de las epidemias y las enfermedades. El referente inmediato era el Decamerón, de Giovanni Boccaccio, la historia de un grupo de personas que se encierra y se cuenta relatos para sobrevivir ese aislamiento.

Reminiscencias del siglo XIV

Decamerón reúne 100 relatos escritos por Giovanni Boccaccio entre 1351 y 1353. Se inicia con una descripción de la peste bubónica (que golpeó a Florencia en 1348), lo que da motivo a que 10 jóvenes –siete mujeres y tres hombres– que huyen de la plaga se refugien en una villa en las afueras de la ciudad. Cada noche cuentan una historia para finalizar con 10 cada uno.

“Tratan, desde su quehacer, desde lo que saben, su profesión, de compartir un poco. Es lo que pasa en las emergencias sociales: cada uno busca hacer lo suyo y darlo a los demás.

“Cada época responde con las herramientas y las condiciones que la misma historia le da. Aquí, ciertamente, quienes han participado hasta ahora en esta iniciativa, en este juego, son todos escritores profesionales. Tratan, con los medios que tienen a su alcance, de compartir lo que hacen con la posible audiencia, un poco como si te dieran la posibilidad de tener a alguien ahí contándote un cuento cuando no puedes salir o no puedes moverte.

“Cuando empezamos a jugar con esta idea, Beatriz Meyer, Alejandro Badillo, Javier Caravanes, algunos otros y yo, pensamos empezar las grabaciones nosotros y luego lanzar la invitación a otros con los que pudiéramos tener contacto, cuentistas todos ellos. Fue muy sorprendente, lo sigue siendo, la respuesta de todas las personas a las cuales les hicimos la invitación, porque todos fueron extraordinariamente generosos en aceptar, hacer esta prueba, dedicar su tiempo a ello, en condiciones muy precarias; ninguno de nosotros grabó en cabinas profesionales, sino con el teléfono, la computadora. Eso se nota de inmediato cuando escuchas los cuentos: hay ruido de fondo, toses, tropiezos a veces en la lectura. Todas estas cosas que para alguien acostumbrado a escribir y corregir, a hacer las cosas con mucha pulcritud, son siempre alarmantes y, sin embargo, todos fueron muy generosos no sólo en aceptar –hasta ahora nadie nos ha dicho que no–, sino también en hacerlo en las condiciones que cada quien tenía a la mano.

Experiencia orgánica

“No hay ninguna intención de tribu, ninguna censura o selección en términos editoriales. Invitamos a personas con obra publicada y que, en consecuencia, ya se han enfrentado a los procesos editoriales y saben lo que hacen. Eso, para nosotros, es más que suficiente.

“La idea es que en este podcast (que mantiene al día el monero Luis Ricardo) haya una oferta lo más amplia y variada posible. Puedes encontrar estilos literarios muy diversos, tipos de literatura muy distintos. La premisa es que mientras más variedad haya podamos llegar a más audiencia. Si alguien puede encontrar uno o dos cuentos en este conjunto que le resulten satisfactorios, que le hagan pasar un buen rato, que le permita sobrellevar la situación de aislamiento en la que estamos viviendo, esa es justamente la idea.

Mi experiencia personal debe ser compartida por muchos de los que han participado. Primero tienes la duda, la inquietud de si esto funciona de manera oral. Después tienes todos los nerviosismos que una experiencia así te puede provocar: se va a entender mi lectura, qué pasa con la dicción, los ruidos de fondo. Y, por supuesto, lo que piensa cada escritor: qué pasa cuando llegue al lector. Es un juego muy literario. Cualquiera que se dedique a la literatura se enfrenta a estas cosas y, si le aliviana el encierro, la angustia, los miedos a alguna persona, ya valió la pena.

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