Madrid. Este año no habrá “mozos” corriendo por delante de los toros en el “encierro” más célebre del mundo: los Sanfermines. La pandemia del Covid-19, que ha provocado un daño letal y masivo en España, también está detrás de la cancelación de una de las fiestas más populares más universales y multitudinarias del mundo, que cada año reúnen en la pequeña ciudad de Pamplona a más de un millón 500 mil personas celebrando una vieja tradición medieval que con el tiempo se convirtió en el sello de distinción de la capital navarra y que cada año se celebra entre el 7 y el 14 de julio.
Era algo que se preveía, que ya se daba por hecho entre las cuadrillas de mozos y entre las autoridades de Pamplona, pero todavía había un resquicio de esperanza para que finalmente no se consumara la cancelación. Pero la alcaldesa de la ciudad, Ana Elizalde, lo anunció con un deje de tristeza y decepción, tanto por la honda penetración popular de las fiestas como por la importancia que tienen en la economía de la ciudad y en su proyección internacional.
“No por ser una noticia esperada deja de producirnos tristeza. Parece evidente que nuestras queridas fiestas están muy reñidas con el coronavirus”, explico la alcaldesa, que también confirmó que los recursos públicos que estaban previsto gastarse en las fiestas se destinarían a fortalecer los servicios sanitarios, saturados y con gastos extraordinarios provocados por la pandemia.
Son alrededor de tres millones de euros, que en lugar de utilizarse en colocar los vallados, los postes de protección y en organizar los tradicionales “chupinazo” y el “Pobre de mi” -inicio y final de las fiestas- se emplearán en comprar más mascarillas y guantes de protección, en dotar de más y mejores aparatos respiratorios a los hospitales que atienden a los enfermeros por el virus.
Los Sanfermines tienen un origen popular y se remontan hasta la época medieval, cuando los pastores de las montañas navarras llevaban a sus toros de lidia desde las dehesas que abundan en la Ribera hasta la Plaza Mayor de Pamplona, que en aquella época también servía como improvisada plaza de toros para que se llevara a cabo la lidia.
El día anterior de la llegada de los toros a la ciudad, los pastores, junto con sus toros y cabestros -los toros mansos que guían a los bravos- acampaban en las afueras de la ciudad antes de que al amanecer la gente de la propia ciudad ayudara a los pastores a llevar los toros hasta los corrales. Donde finalmente eran llevados hasta la Plaza Mayor para la lidia anual, en honor al patrón de la ciudad, San Fermín.
Desde si instauración, la fiesta de los Sanfermines sólo se ha suspendido cinco veces: la primera vez fue en los años 1937 y 1938 debido a la Guerra Civil (1936-1939); la segunda vez fue una suspensión parcial en 1978, en protesta por el asesinato por parte de la extinta Policía Armada del estudiante Germán Rodríguez en el marco de unas protestas estudiantiles el 8 de julio que exigían la liberación de los presos políticos y que se llevaron a cabo después de la lidia del sexto toro, cuando ya las fiestas tenían dos días de haberse iniciado.
La cuarta vez que se canceló fue en 1997, cuando se anuló la sexta corrida y el séptimo “encierro” por el asesinato del entonces concejal del Partido Popular (PP) en Ermua, Miguel Ángel Blanco, por parte de la organización separatista vasca ETA. Aquel hecho conmocionó al país y provocó la anulación parcial de las fiestas populares. Y la quinta es que la que se anunció ahora, por la crisis sanitaria provocada por el Covid-19.
Además de la honda raigambre popular de las fiestas en Pamplona y en el resto de España, los Sanfermines se han universalizada en el siglo XX, en gran parte por los textos que escribió el novelista y periodista estadounidense Ernest Hemingay, quien visitó por primera vez Pamplona en 1923, entonces como un simple reportero de 24 años que iba a hacer una serie de reportajes sobre esta tradición para el periódico Toronto Star.
Esa primera incursión le serviría para volver y para reunir más material y testimonios que después plasmó en una de sus novelas más celebradas antes de ganar los premios Pulitzer y Nobel de Literatura, The sun also rises (publicada en español como Fiesta). Hemingway volvió a España para relatar la Guerra Civil, en la que participó de forma activa en la defensa de la II República y en contra del avance de las huestes fascistas.
Durante la larga dictadura franquista (1939-1976), el escritor regresó a Pamplona, a sus fiestas, en dos ocasiones, en 1953 y en 1959. Pero sus textos sirvieron para popularizar estas fiestas populares y de origen medieval en el mundo anglosajón, de hecho cada año acuden miles de turistas buscando vivir también el sueño relatado por Hemingway.
Al margen del trauma social que provoca la cancelación de las fiestas, el Ayuntamiento explicó que habrá cuantiosas perdidas económicas y de empleos, que calcularon en alrededor de un 15 por ciento de la facturación anual de la hostelería y de unos 18 mil puestos de trabajo menos.
El Ayuntamiento, para alimentar la esperanza, colgó en la fachada del consistorio un letrero con un escueto mensaje: “#Los viviremos”.