Ciudad de México. Como no se había visto en ningún otro día desde que se recomendó el arraigo domiciliario por la crisis sanitaria del Covid-19, la Ciudad de México amaneció este sábado tranquila y silenciosa, con excepción de los centros de abasto, donde en buena medida continúa la afluencia de compradores.
Sin embargo, debieron cercarse con vallas metálicas los principales parques y plazas públicas, como se hizo en el Zócalo capitalino, la Alameda Central e incluso el Palacio Nacional; se dejaron las fuentes sin agua donde chapotear típico del Monumento a la Revolución, y se cerraron 70 por ciento de los 394 mil negocios y las 338 plazas comerciales para lograr que la capital quedará semivacía.
Peatones y vehículos fueron escasos en los principales espacios públicos y vialidades –con excepción del Viaducto y Periférico–, donde la reducción de la movilidad, que ya era de 65 por ciento, alcanzó su pico más alto, según estimaciones de las autoridades.
En los cruces, el cambio de las luces del semáforo parecía ser más lento y hubo incluso quienes apagaron el motor de sus automóviles al tiempo que en la radio no cesaba el bombardeo del mensaje: Sólo te estamos pidiendo una cosa: quédate en casa
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En las áreas verdes de Polanco y la Condesa no hubo niños, mientras en el parque España los juegos infantiles directamente fueron acordonados. En el de los Venados los jóvenes aventurados que intentaron jugar basquetbol fueron invitados a dejar el lugar por la policía.
En el centro de la ciudad, las fuentes danzantes del Monumento a la Revolución estuvieron desoladas, sin los padres con sus hijos que acostumbran ir con sandalias y toallas, como si fueran a la playa el Sábado de Gloria.
La esperanza de una familia de La Lagunilla de chapotear un rato se desvaneció al llegar. Todo está cerrado, vámonos a la calle de Madero a ver si hay algo
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Las fuentes de la Alameda Central también se resguardaron con cintas amarillas y en la plaza Tlaxcoaque otros despistados llegaron con la intención de mojarse. Laura, una mujer que lleva 15 años trabajando en el servicio de limpia de la capital, dijo que no tardaban en llegar los policías en su patrulla para decirles que regresaran a su casa porque con la contingencia nadie activa las fuentes
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Las avenidas Balderas, Reforma e Insurgentes, Cuauhtémoc y Fray Servando Teresa de Mier también lucieron despejadas y la totalidad de negocios tenían las cortinas abajo. En el paisaje sobresalían grupitos de policías en plática con los pocos transeúntes a la sombra de los árboles para resguardarse de los 30 grados que marcó el termómetro.
Sin distinción de estrellas, los 600 hoteles –exclusivos de lujo en Polanco y los de paso en calzada de Tlalpan– cerraron conforme la disposición oficial y dejaron un desolador ambiente. Ahí, donde abunda la oferta, una solitaria sexoservidora con su sombrilla para paliar el sol del mediodía dio cuenta de que esta actividad está en cuarentena.
En contraste, los mercados públicos, tiendas de conveniencia y de abarrotes no dejaban de recibir clientes, particularmente carnicerías, locales de frutas y verduras, aunque con menos aglomeración.
La poca afluencia vehicular en avenidas principales y vías de acceso fue tal que la Secretaría de Seguridad Ciudadana exhortó a los conductores a respetar los límites de velocidad que indica el reglamento de tránsito para evitar accidentes.