Ciudad de México. Al día de hoy debemos tener más claridad de a dónde vamos, una definición estratégica de cuál es el rol que tenemos que jugar cada uno de los sectores que conformamos la sociedad mexicana ante una pandemia que va a generar muchos estragos y dolorosos aprendizajes. Desde ya hay que pensar como reformularnos en el futuro, cómo asumimos la seguridad nacional y todo lo que ello implica. Lo que hagamos estos meses para mitigar los riesgos de una contingencia como la que enfrentamos va a ser crucial .
Lo anterior fue expresado en un panel online organizado por la Udlap Jenkins Graduate School, por Mario Arroyo, especialista internacional en sistemas de seguridad, quien habla de cómo visualizar el Covid-19 desde la perspectiva de la Seguridad Nacional, y para ello nos recuerda que “México ha tenido desde 2005 una ley de seguridad nacional. Pero , dice, antes ya habíamos firmado la Declaración Sobre Seguridad de las Américas como país integrante de la Organización de Estados Americanos. Para México hasta el 2010 las amenazas a nuestra seguridad eran las llamadas Amenazas Tradicionales, que incluían a los grupos armados, la delincuencia organizada, el terrorismo, los movimientos sociales, la proliferación de armas, la pobreza y los desastres naturales, entre otras categorías”.
El catedrático de la Udlap Jenkins agrega: “Hay un error de origen y es que en estos últimos gobiernos no se ha tenido una concepción clara de lo que debe ser la seguridad nacional. En el caso del coronavirus, vemos que sí es un problema la morbilidad, el número de personas infectadas, pero también la mortalidad. Pero el golpe mayor de una pandemia son los impactos negativos que acarreará en muchas otras áreas.
“El coronavirus es una pandemia que puede derivar en una crisis mayor de seguridad nacional. Ahora bien, si ya tenemos problemas de seguridad pública el escenario se vuelve más grave. ¿Cuál es el contexto?: 33 millones de delitos al año. El Estado mexicano no tiene capacidad para responder a temas de seguridad en estos momentos”.
El problema surge, explica Mario Arroyo, porque durante mucho tiempo las estructuras del estado mexicano se dedicaron dotar los recursos necesarios para atender sólo las amenazas tradicionales. Lo que aprendimos de la inteligencia de los ámbitos militares y civiles fue que hay tres tipos más de amenazas contra la seguridad nacional que debemos considerar :
Las llamadas Amenazas Catastróficas, que son la globalización, el comercio inequitativo, la destrucción de la planta productiva, la crisis energética, la crisis alimentaria, un desastre nuclear o ecológico y, entre otros, las pandemias, éstas últimas eran en México vistas como algo muy lejano. Casi todas estas amenazas catastróficas tienen a México en el mal estado en que se encuentra, sobre todo las cuatro primeras y ahora se suma el coronavirus.
Sin embargo, las amenazas catastróficas usualmente no forman parte de la agenda del Estado mexicano y por lo tanto no teníamos consideradas a las pandemias como amenazas a la seguridad nacional. Adicionalmente a estos dos tipos de amenazas se suma un tercer grupo llamado Amenazas Irregulares que tienen que ver con corporaciones transnacionales, delincuencia transnacional, ataques cibernéticos y terrorismo. Un cuarto conjunto son las llamadas Amenazas Desconocidas porque aún no alcanzamos a prever la magnitud de sus impactos: la migración, nuevas enfermedades y el cambio climático.
El problema en México, abunda Arroyo, es que los temas de seguridad nacional se han mantenido en secrecía. Y el tema es que a una crisis sanitaria, se suma una crisis financiera, luego puede venir la crisis de alimentos, una crisis energética, de seguridad pública.
Cuando se analizan los indicadores internacionales en la baja del precio del petróleo, cuando se suman las bajas calificaciones a México de las agencias económicas internacionales, se nos avecina entonces una tormenta perfecta. Esta no es ya solo una crisis de salud pública.
Concluye, Mario Arroyo: Somos novatos ante una ley de seguridad muy joven…a diferencia de otros países donde las cámaras de comercio, los empresarios, los sindicatos y las asociaciones civiles forman parte de los comités de seguridad nacional, porque todos somos parte de la planta productiva del país.