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El ‘estómago’ de la ciudad no cesa, aun en medio de la emergencia

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La Central de Abasto es el mercado mayorista más grande de América Latina, donde se trabaja las 24 horas del día, los 365 días del año, para garantizar el abasto a más de 20 millones de personas de la zona metropolitana del Valle de México. Foto Laura Gómez
02 de abril de 2020 09:46

Ciudad de México. Diariamente, 40 mil toneladas de productos básicos como frijol, arroz, legumbres, frutas y abarrotes salen de la Central de Abasto (Ceda) para alimentar a más de 20 millones de personas que viven en la zona metropolitana del valle de México.

La actividad en sus 9 mil bodegas y 2 mil 500 locales comerciales, donde se expenden más de 15 mil productos provenientes de toda la República y otros países, no cesa, aun con la emergencia sanitaria por el coronavirus.

De lo que la gente consume en su mesa, 80 por ciento proviene del mercado mayorista más grande de América Latina, que trabaja las 24 horas del día, los 365 días del año, para garantizar el abasto a la población.

La distribución de alimentos se realiza al día en 65 mil vehículos, desde particulares que “van repletos de mercancía”, hasta 5 mil de carga pesada, hacia los 326 mercados públicos y más de 200 mercados sobrerruedas o tianguis.

Ciudad de México. 31 de marzo. Los supermercados son algunos de los sitios públicos que permanecen abiertos tras la declaración de emergencia sanitaria hecha por el Gobierno Federal debido a la pandemia por Covid-19. Los restaurantes y locales de comida que no han cerrado mantienen su servicio a través de la venta de alimentos sólo para llevar. Pese a la contingencia, que ha modificado diversas actividades cotidianas en la metrópoli y, por la cual, las autoridades piden a la ciudadanía que se confine en sus casas, hay quienes acuden a los centros comerciales a realizar compras.

 

Así como a más de 3 mil puntos de venta en la ciudad y grandes centros comerciales como Walmart, Soriana, City Market o Aurrerá, “desde lo más selecto hasta lo más económico”, destacó Héctor García Nieto, coordinador general de la Ceda.

En entrevista, el funcionario explicó que a diario, entre 400 mil y 500 mil personas recorren los nueve mercados y sectores de abarrotes, frutas y legumbres, aves y cárnicos, subasta y pernocta, y bodegas de transferencia.

Además, están el mercado de pescados y mariscos La Nueva Viga, el área de servicios complementarios, Jamaiquita y el de flores y hortalizas, donde algunos de sus participantes fueron reubicados tras la caída del techo de las naves I y II hace casi dos semanas.

En sus 327 hectáreas de extensión conviven los mayores productores del país y los más pequeños, pues la compraventa se realiza desde un kilogramo hasta cosechas completas, en función de los artículos ofrecidos y demandados.

Las transacciones más importantes de mercancía se realizan por la noche con la llegada de cientos de camiones de todas las capacidades con mercancía, por lo que se registra un movimiento económico por alrededor de 9 mil millones de dólares al año.

Dicho monto sólo es superado por la Bolsa Mexicana de Valores, por lo cual se ubica en el segundo mayor centro comercial del país, que se encarga de regular la oferta y la demanda, y fija los precios de los productos alimenticios, de acuerdo con el fideicomiso de la Ceda.

“En el estómago de la ciudad”, como la califican algunos participantes, se compra, vende, negocia, subasta, empaca, desempaca, se tira o se come “todo el día; no descansa porque de ello dependen millones de familias”.

En sus pasillos, andenes y áreas de bodegas se observa a proveedores de tiendas de autoservicio, encargados de restaurantes o de áreas de comida rápida, dueños de tiendas de abarrotes, de antojitos o fondas, hasta amas de casa que acuden con su bolsa de mandado.

La compra de mercancía depende del negocio, la gente, el poder económico –pues los pagos pueden ser en efectivo o con tarjeta de crédito, lo que implica un cargo adicional de uno a 3 por ciento, según el negocio– y sus necesidades, explicaron locatarios.

A diferencia de los centros comerciales o tiendas de autoservicio, donde hubo compras de pánico las semanas anteriores por la entrada de la fase uno de la emergencia sanitaria por el contagio deCovid-19, “aquí las cosas siguieron con normalidad”.

La gente no ha dejado de hacer sus compras, “muchas veces acompañada de niños o adultos mayores sin ninguna protección, como cubrebocas, porque no ha tomado en cuenta el riesgo que enfrentamos por este virus”, expresó Luis.

Desde hace varias semanas, recordó José, “todos los que estamos en la central estamos obligados a usar cubrebocas y guantes y poner gel antibacterial para los clientes, quienes, al igual que muchos de nosotros, hacen caso omiso de estas medidas”.

1 de abril de 2020. En París, Roma, Calcuta, en la Ciudad de México y en decenas de metrópolis alrededor del mundo, enfermeras, repartidores de gas, bomberos, conductores de transporte público, cajeras, policías, entre otros, son trabajadores que, pese a la pandemia declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), continúan con sus labores en la sombra, expuestos al riesgo de contraer el Covid-19, por el bienestar de la población. Un verdadero ejército de "invisibles" sin los cuales los países europeos y americanos que decretaron el confinamiento de la población quedarían paralizados. (Afp)

 

Es más la necesidad

Los diableros o cargadores –alrededor de 12 mil– “tampoco hacemos casos porque se te resbala el diablo y no puedes avanzar rápido entre la gente para llevar la mercancía a los carros o camiones”, reconoció Manuel.

La necesidad de llevar dinero a sus casas, explicó Pepe, los lleva a trabajar jornadas de más de 10 horas y “no nos llevamos más de 200 pesos, porque debemos pagar el alquiler y comer y beber algo en el día”.

En un recorrido, amas de casa coincidieron en señalar que “eso del virus no son más que llamadas de sordos, porque nadie se queda en casa, porque tenemos que salir a trabajar quienes vivimos al día y comprar la comida”.

María López señaló que cada martes acude a la central a comprar verduras, frutas, carne, pollo y lácteos para la semana, para lo cual destina mil pesos, cantidad que es la misma gastada desde diciembre pasado.

Los precios de los productos se mantienen en la mayoría de los casos iguales desde que está lo de la contingencia, consideró doña Lupita, quien sólo ha observado alzas en el kilo del huevo, que ha dejado de consumir.

“Un kilo está en 48 pesos, pero si quieres el dizque orgánico te lo venden a 68, cuando es lo mismo, sólo es para sacarte más dinero. Mejor ya espacias el tiempo para comerte uno, porque ya es de lujo”.

Otros productos que han subido entre uno y tres pesos son el frijol y el arroz, que se venden entre 30 y 38 pesos el kilo, según la marca y el lugar donde compres, aseguró Lety Pérez, quien en las semanas recientes ha comprado uno u otro.

Fanny comentó que cada semana se traslada hasta el mercado mayorista ubicado en Iztapalapa, lo que le significa invertir dos horas de ida y vuelta, pero “está mucho más barato que en el mercado o los súper”.

Tan sólo el jitomate se puede comprar en 4 pesos el kilo para “licuarlo ya, o en 18 pesos el más bonito, mientras afuera está en 30 pesos y verde. Lo mismo pasa con el aguacate, que aquí está en 30 pesos y afuera otra vez se vende hasta en 70”, explicó.

Con 100 pesos, estimó Lupita Pérez, se puede comprar un kilo de calabacitas, de zanahoria, chayotes, jitomate y papas, un cuarto de chile de árbol, medio de champiñones y un kilo de mango, “cuando esa cantidad en el súper no te alcanza para nada”.

Las continuas verificaciones de la Procuraduría Federal del Consumidor han permitido que la gente no deje de venir, porque “sabe que estamos dando kilos de a kilo, que no les estamos mermando su mercancía y está buena”, explicaron locatarios.

La seguridad de participantes, trabajadores y clientes en la Ceda está garantizada con 630 cámaras de videovigilancia y un sistema de inteligencia artificial y cámaras modernas de reconocimiento facial y de placas de vehículos.

Su funcionamiento ha permitido desmantelar bandas dedicadas al robo de autopartes y, en las últimas semanas, remitir a decenas de personas ante el Ministerio Público e identificar el modus operandi que utilizan, explicó García Nieto.

Mencionó que la iniciativa de 100 comercios de #Cedadomicilio ha resultado exitosa en menos de dos semanas de echarse a andar, pues evita la asistencia de la gente al mercado al recibir ésta en su casa los productos solicitados, aunque el tiempo de espera se amplió de 24 a más de 96 horas, según nos dijeron, por la demanda que tienen.

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