Ciudad de México. El dramaturgo paquistaní Shahid Nadeem, encargado de escribir el mensaje universal por el Día Mundial del Teatro 2020, evoca en su texto que entre los creadores escénicos se suele decir en broma: ‘‘Los malos momentos son buenos para el teatro, pues jamás hay escasez de desafíos que enfrentar, contradicciones que exponer y status quo que subvertir”.
En medio de una de las más fuertes pandemias, la efeméride del 27 de marzo este año debió efectuarse con salas cerradas, butacas vacías y el telón abajo en las principales ciudades, sino es que en todas las capitales del mundo. Lo que no fue obstáculo para los teatristas hicieran uso de las redes sociales para celebrar.
En su mensaje Nadeem no sólo se refiere a los compromisos y desafíos del teatro, sino que es también testimonio de lo que significa hacer teatro en un país mayoritariamente musulmán, ‘‘que ha vivido varias dictaduras militares, la terrible embestida de extremistas religiosos y tres guerras con la vecina India”.
Relata el largo y duro camino recorrido, ‘‘literalmente desde la calle hasta el teatro”, de la compañía Ajoka, que encabeza.
Explica también cómo en Pakistán ‘‘siempre ha existido una división clara entre lo sagrado y lo profano” y lo que eso implica para lograr una puesta en escena, así como de la intolerancia, el odio y la violencia, y la catástrofe climática.
‘‘Vengo de un país predominantemente musulmán, en el que hoy todavía vivimos con el temor de una guerra con nuestro vecino, incluso de una guerra nuclear, ya que ambos países ahora tienen armas nucleares.
Caminar por la cuerda floja más de 36 años
‘‘Mi grupo de teatro Ajoka y yo hemos estado caminando por la cuerda floja por más de 36 años”, comparte Shahid Nadeem. ‘‘Una cuerda floja en la que hay que mantener el equilibrio entre el entretenimiento y la educación, entre buscar y aprender del pasado y prepararse para el futuro, entre la libertad de expresión creativa y enfrentamientos con autoridad, entre el teatro socialmente crítico y financieramente viable, entrealcanzar salir a las masas y servanguardista.’’
En Pakistán ‘‘ha existido una división clara entre lo sagrado y lo profano. Para los profanos no hay lugar para el interrogatorio religioso, mientras para los sagrados no hay posibilidad de debate abierto o nuevas ideas”.
Los creadores escénicos, apunta Nadeem, ‘‘primero tienen que demostrar sus credenciales como buenos musulmanes y ciudadanos obedientes, y también intentar establecer que la danza, la música y el teatro están ‘permitidos’ en el islam”.
En su trayectoria, ‘‘Ajoka descubrió que podía hacer declaraciones políticamente explosivas a través de su poesía, desafiando a la autoridad política corrupta y al establecimiento religioso intolerante”.
Shahid Nadeem narra también las experiencias creativas, sociales y culturales que provocó el montaje de la obra Bulha, sobre la vida del poeta sufí Bulleh Shah (quien vivió hace unos 300 años), cuya radicalidad poética provocó que le dictaran una fatwa (condena a muerte) y fuera desterrado.
Bulleh Shah ‘‘era de una tradición de poetas sufíes punjabíes que desafiaron sin temor la autoridad de los emperadores y los demagogos clericales a través de su poesía y práctica.
‘‘Soy una persona secular y mi interés en el sufismo es principalmente cultural”, aclara el dramaturgo.
‘‘Estoy más interesado en los aspectos artísticos y performativos de los poetas sufíes punjabíes, pero mi audiencia, que puede no ser extremista o intolerante, sí puede tener sinceras creencias religiosas. Explorar historias como la de BullehShah puede convertirse en un puente entre nosotros, los creadores de teatro y una audiencia desconocida pero entusiasta.”
Para Shahid Nadeem, ‘‘en el mundo actual, donde la intolerancia, el odio y la violencia están aumentando cada vez más, las naciones parecen enfrentarse a las naciones, los creyentes están luchando contra otros creyentes y las comunidades están arrojando odio contra otras comunidades, y mientras tanto, los niños mueren de desnutrición, las madres fallecen durante el parto debido a la falta de atención médica oportuna y las ideologías de odio florecen.
‘‘Nuestro planeta se está hundiendo cada vez más en una catástrofe climática y se pueden escuchar los cascos de los caballos de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis. Necesitamos reponer nuestra fuerza espiritual; necesitamos luchar contra la apatía, el letargo, el pesimismo, la codicia y el desprecio por el mundo en que vivimos.”